Parte 1

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23/09/22

Desocupada después de tantos compromisos laborales y reuniones en inglés, francés y hasta en alemán, Lucía decidió que era hora de darse un respiro antes de viajar a su próximo destino.

Luego de un baño caliente y una hora y media de preparación, salió del Betsy Hotel de South Beach y se dirigió con sus compañeros de empresa a cenar a un restaurante en la zona más céntrica de Miami.

Eran una comitiva de al menos 12 personas que se dedicaban exclusivamente a ser intermediarios en cuestiones legales, ya sean divorcios, demandas, sucesiones y más. La morocha amaba su trabajo, amaba ser el puente de comunicación entre dos partes, la hacía sentir poderosa e importante; pero también amaba la gente con la cual trabajaba, específicamente a sus amigos Sol, Luna y Pablo, que por cierto los últimos dos eran novios.

Post cena y brindis, el cuarteto se separó del grupo y se pusieron en campaña de buscar un lugar en el cual tomar un par de copas para cerrar de una buena manera la velada. Entraron al único pub que no estaba a reventar esa noche. La Lincoln Road de Miami estaba plagada de argentinos y no había que ser un genio para adivinar: la selección había ganado un partido amistoso con dos tantos de Lionel Messi y uno de Lisandro Martínez, era un motivo más para celebrar en aquella noche.

— Boludos, no puedo creer la cantidad de cosas que tuve que hacer hoy. Si me piden que traduzca algo más, les juro que no voy a saber ni cómo decir hola en español — vociferó Sol y seguidamente tomó un trago largo a su Aperol Spritz.
— Lo mismo digo, ya se me cruzan los ojos. En la última hora si o sí mandé alguna boludez, se me había agotado la paciencia.— dijo Lucía mientras todos se cargaban de risa.
— Deja de mentir Lu, si hasta saliste de la última reunión con felicitaciones. – tiró Pablo y Luna asintió riendo.
— De todas formas todos coincidimos en que fue una excelente opción venir a tomar algo y distendernos un poco después de tan agitada semana– sostuvo Luna y todos asintieron.

La música era tremenda y los hacía sentir como en casa, con tanta María Becerra sonando y tanto público latino, parecía que nunca había dejado el territorio argentino , se sentían locales y ellos amaban eso.

Alrededor de las 12 am se escuchó un "Juguemos un juego"- de la boca de Sol y bastó para dar comienzo a una noche para el olvido... o no.

Luego de cinco rondas jugando verdad o reto, Sol había logrado que tanto Luna como Pablo se pusieran en pedo al igual que ella y no parasen de gritar, sin embargo ese no era el caso de Lucía que siempre pecaba por honesta y prefería mil veces decir la verdad antes que tomar el contenido de un vaso entero con tan solo una respiración. En el bar quedaba solo su mesa de cuatro y otras dos de unos australianos y unos neerlandeses que estaban en su propio mundo, entonces la parejita y Sol dijeron que era suficiente excitación por esa noche y decidieron emprender su caminata al hotel.

–¿Segura que vas a estar bien?- dijo Sol.
— ¿ Que podría salir mal? Estoy tan sobria como una monja - largó una carcajada- les prometo que voy a estar bien. Descansen.

Se despidieron y Lucía fue a sentarse a la barra ya que estaba sola y no tenía sentido que ocupe una mesa para seis personas. No pasaron ni diez minutos que un hombre de unos treinta y algo se sentó a su lado y llamó al mesero.

— A beer, please. (Una cerveza, por favor).

La morocha giró su cabeza en dirección al dueño de esa voz , que a grandes rasgos se notaba que poco y nada sabe de inglés, puede jurar que casi se cae de culo al ver a Lionel Scaloni sentado a centímetros de ella. Sorprendida pero no impresionada, es decir, hace dos horas el tipo había ganado un partido con Argentina y ahora estaba re chill tomando una cerveza a centímetros de ella, quien lo hubiera pensado.

Traductorª || Lionel ScaloniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora