Parte 8

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17/10/22

—¿Lionel?—dijo Lucía sin poder creerlo—.

Un Lionel Scaloni vestido con el clásico conjunto azul de la selección, unos lentes de sol y con un bolso negro Adidas colgando de su hombro, estaba en frente de ella al otro lado de la puerta, mirándola con una cara de angustia y un deje de tristeza.

—Amor—la abrazó sin mediar palabra—.
—¿Que sucedió? Pasa, pasa.

Lionel ingresó inmediatamente y se sentó en el sillón, Lucía cerró la puerta y puso agua para tomar mate en la pava mientras Lionel apoyaba sus codos sobre sus rodillas y miraba fijamente a un punto.

—¿Que ocurre?—se sentó suavemente y acarició su espalda—.
—Murió. La mamá de Pablo murió.
—Oh—se calló y lo abrazó mientras los ojos de Lionel se aguaban—. Fue una gran mujer, te lo digo con todo el conocimiento de causa, yo que lo conozco a Pablito desde hace más de veinte años y es digna imagen de su madre.

Después de una hora de desahogarse con mates y mimos de por medio, la morena empezó a caer en cuenta de que lo tenía a Él en frente de ella

—No puedo creer que estés ahora conmigo, aunque las circunstancias no sean las mejores—suspiró—.
—Yo tampoco—suspiró—.
—¿Como llegaste acá?
—Mary falleció anoche, Pablo me lo dijo y no dudé en venir, me necesita, nos necesita. Tomé el último vuelo anoche y hoy hice la conexión a Córdoba. Todos vamos a estar para él, los chicos salen de Buenos Aires esta noche en auto y me van a pasar buscando mañana temprano para ir a Río Cuarto.
—Son unos seres humanos extraordinarios, no tengo dudas de que se le va a hacer mucho más llevadero con ustedes al lado—ella lo abrazó y el suspiró—.
—Espero. Es un golpe anímico tremendo, estamos a menos de un mes del último amistoso y un poco más para el mundial.
—Lo más importante es que Pablo esté bien, el resto se verá. De todas maneras ustedes son un grupo y van a estar igual.
—Sí, en eso te doy la derecha.

Unos mates más tarde, Lucía trabajaba en su oficina y Lionel estaba en su habitación en una llamada, ultimando detalles con Ratón, Walter, Luis y compañía para asistir al velatorio del día de mañana.

Eran las 8 de la noche y el portero sonó, la joven se había quedado sin tinta para la impresora y compró en el único lugar abierto que hacían envíos a esa hora.

—Perdón—se asomó en la habitación y Lionel dejo de prestar atención al celular y la miró—.
—¿Que pasa, Lu?
—Voy a bajar un minuto, vuelvo en breves.
—Te espero.

El celular estaba en alta voz y una voz del otro lado tiró un "como te tienen Scaloni, eh", que hizo que Lucía y Lionel rieran.

...

Sonaban los Arctic Monkeys mientras cocinaba con el pelo húmedo, su pijama puesto y sus pantuflas favoritas después de un baño. Lionel se estaba bañando hace un rato y ella cantaba sin vergüenza mientras revolvía la mezcla de la tarta que alguna vez el juró que probaría.

Estaba feliz, una sensación hogareña la invadió. Jamás pensó que una situación así le provocaría tanta felicidad.

Unos brazos al rededor de su cintura y un aliento a menta al costado de su rostro hizo que saliera de sus pensamientos.

—¡Te acordaste!—sonrió él—.
—Como no iba a hacerlo.—giró y le estampó un beso que poco a poco fue subiendo de tono hasta que Lucía se sobresaltó.
—¿Qué?
—Se va a quemar—señaló  la mezcla a punto de dorarse de más y Lionel rodó de ojos—.
—¿Pedimos helado?
—Me parece bien.

...

—Obviamente el dulce de leche es el sabor más rico.
—No se puede negar que es rico, pero el sambayón también es riquísimo.
—¡Estás loco Lionel! Ahora me vas a decir que los quinotos al rhum también, por Dios—decía la morocha mientras reía y cuchareaba del pote un poco de dulce de leche granizado—.
—Lucía, pero por favor—rió Lionel mientras le daba un beso en su cuello—.

Traductorª || Lionel ScaloniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora