Seven Days.

día cuatro.

Ari.

Ayer no hicimos nada relevante, sólo un largo viaje de seis horas para llegar a la playa, pero al fin estamos aquí.

Habíamos decidido hospedarnos en un hotel que, si bien, no era barato, tenía muchas comodidades. Así que supongo que estaba bien, y Andrés estaba feliz, yo era feliz si él lo era. Así que si lo hace feliz que terminemos, está bien.

El hotel tenía una alberca, era un poco irónico teniendo la playa al lado, o eso pensaba hasta ver a Andrés sentado en el borde de esta, un poco triste.

- ¿Andy, te sucede algo?- me atreví a preguntar.

- No, solo estoy agotado, ya sabes, preferiría dormir.

- Sé que tienes algo, te conozco.

- ¿Por qué te tendría que importar?

Eso dolió.

- Hey, puedes decírmelo, no como pareja, sino como una persona que se preocupa por ti.

- Descuida, verdaderamente estoy agotado.

- ¿te gustaría entrar a la alberca?

- Ummm...vale.

Sonrió un poco, me quité la camiseta y entré a la alberca.

- Venga, Andy.

- ¿no está muy profunda?

- ¿Mides uno con setenta y aún lo preguntas?

- Imbécil.

Entró junto a mí, estaba un tanto vacía porque seamos sinceros ¿Quién preferiría estar en una alberca teniendo el mar al lado?

El agua le llegaba a los hombros, sí que estaba algo profunda.

- ¿Te he dicho que no sé nadar?

- Nop, yo te enseño, pequeño.

Rodeé su cintura.

- Ari, no hagas eso.

- ¿Por qué?

- Me avergüenza.

Reí un poco y lo solté.

Al cabo de un tiempo, nos encontrábamos riendo escandalosamente, salpicandonos agua. Sentía esa pequeña emoción al verlo reír sin preocupaciones, tan feliz.

Sólo quiero que él sea feliz, conmigo o sin mí, quiero lo mejor para él.