《𝓢𝓲𝓷 𝓿𝓮𝓻𝓭𝓪𝓭 𝓷𝓸 𝓱𝓪𝔂 𝓪𝓶𝓸𝓻》

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El silencio reinaba en toda la habitación.
El único sonido presente era el de sus garras golpeando el escritorio.
Ya había realizado todo su trabajo diario. Había destruido todos los planetas que tenían planeado destruir y ya había visitado aquellos que aún tenía pendiente.

Al volver a su planeta decidió quedarse en su "sala de trabajo" mientras Korn terminaba los labores diarios de aseo antes de preparar la cena.

Penso que talvez podría distraerse leyendo o quizás adelantando el trabajo, pero en cierto momento ya había acabado con todos sus pendientes dejándolo sin nada que hacer.
Durante los últimos 2000 años luego de terminar con su labor diario, ayudaba a Iru a terminar el suyo o simplemente se quedaba conversando junto a él mientras este terminara. Si ambos finalizaban temprano, solían ir a jugar con los niños o ir a distenderse un rato en la gran biblioteca del templo.
Iru pasaba horas hablandole de los últimos libros que había leído y las miles de razones de porque le habían gustado. Cuando iban a jugar con Kuru, solían hacer competencias o se la pasaban jugando juegos de mesa. Anat aún era muy pequeño para entender el juego pero este finjia ayudar a cualquiera de los tres, casi siempre formando equipo con Iru que era excepcionalmente bueno en los juegos de estrategia y adivinanzas.
Con el tiempo se había acostumbrado a pasar tiempo con los tres kaios, era una forma divertida de alejar su cabeza de todo lo que debía hacer y de cierta forma lo había comenzado a disfrutar.
Cuando los dos infantes regresaron a sus universos correspondientes el ánimo no había recaído. Iru y el solían ir a pasear en la noche por los alrededores de planeta, hablando de cosas triviales más haya de su labor.
Aveces, Iru lo incitaba a cocinar junto a él, que a pasar de no entender mucho sobre la elaboración de platillos culinarios había aprendido una que otra cosa junto al shin-jin.
También solían visitar a Ogma y Arak para pasar la tarde juntos. Los kaios preparan la comida y luego se sentaban a conversar con los destructores. Una vez hicieron una apuesta de la cual Iru fue el vencedor y de castigo las tres deidades restantes le tuvieron que regalar algo que el kaio menor quisiese. No había sido una sorpresa que los regalos hubiesen sido libros pero la expresión de alegría y gratitud del kaioshin morado era completamente sincera.

Podía recordar un montón similar, cuando aún estaban los aprendices de su contraparte y los 3 shin-jins habían hecho equipo para derrotar al vulpino en un juego. El juego era nada más ni nada menos que más atrapadas y al ser el zorro más ágil y veloz que los tres había tenido más que una ventaja en el juego.
Habían estado corriendo por todo el templo hasta que en un momento incluso habían logrado subir a la habitación del destructor. El zorro se había tropezado con la alfombra de su recámara y terminó encima de la cama, oportunidad que no fue desperdiciada por los kaioshins que en pocos segundos se lanzaron sobre el para atraparlo y comenzar a reír sin parar.
Cualquier tomaría aquel acto como una ofensa y una falta de compromiso por parte de los creadores, pero estaban tan envueltos en carcajadas que era imposible sacarlos de su mundo de alegría y diversión. El hakaishin no había tardado mucho para unirse a ellos y también comenzar a reír.

Los dioses de la creación podían llegar hacer igual de neutros que los ángeles, algunos incluso nisiquiera hablaban o hacían gesto alguno. Por lo que poder verlos reír y sonreír con pura felicidad era algo inaudito. Era como si se alejaran de su "papel" por unos segundo y disfrutaran de ser simple personas más haya de su cargo.

Talvez Iru era el más "libre" en ese aspecto, por eso solían señalarlo como infantil e inmaduro a pesar su su excelencia laboral.
Él era totalmente capaz de presentar una postura madura y profesional como todo supremo pero el mismo prefería mostrarse más amable y gentil con los demás. No tenía miedo a demostrar su personalidad y carácter. Cuando era más joven solía abrazar a sus maestro sin vergüenza o pena como si no le importase lo que los demás dijesen o pensaran. Posiblemente aquella razón era por la cual algunos como el kaio Poz lo llamaban "angel". Su esencia bondadosa y sincera como la de un infante lo hacían parecer un santo.

~Perfección~ (liquir x iru) (Rescribiendo/temporalmente Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora