Capítulo 11: Mi amor por Sam

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La he amado desde que era un niño, lo he sabido desde siempre, desde que nos criamos juntos. Ella era una Hon, una noble, como una princesa, tan hermosa que no podía apartar la mirada. Ella era dulce y buena, con una sonrisa brillante, peor no entiendo, en algún punto de nuestra juventud, ella había abandonado esa sonrisa que la caracterizaba. Me senté a su lado en el enorme jardín de la mansión, casi un palacio, que era su casa. Sam era inteligente, podía tocar el piano, sus calificaciones eran las mejores. ¿Cómo no enamorarme de ella? Si era la mezcla perfecta entre dulzura, belleza e inteligencia. Con cuidado fui acercando mi mano a la de ella, mi corazón latiendo desenfrenado. “Yo cuidaré de tu corazón, te daré una gran familia.” Era lo que pensaba mientras la admiraba, y puede que yo no sea noble, pero soy rico y de buena familia, Sam podría aceptarme. Me acerqué y besé su mejilla, creo que tendríamos 15 años para ese entonces.
— ¿Qué haces? —Preguntó ella con desconcierto al tocar la mejilla que yo le había besado.
—Me gustas, Sam… Me gustaría mucho ser tu novio. —Admití y ella pareció pensárselo. Era extraño, no creía que Sam pensara como su abuela y no me considerara digno.
—No me gustas… creo… No estoy lista.
—Si a los 30 años no tenemos a nadie más. ¿Nos casamos? —Ahora pregunté esperanzado, ella se lo pensó un poco más.
—De acuerdo… No veo por qué no. Si a los 30 no tenemos a nadie que nos guste, me casaré contigo, Kirk.
   Apoyé a Sam en todo lo que emprendió, deseé ser escogido, incluso cuando sus hermanas la abandonaron, yo nunca lo hice, fui su amigo, la amé con todo mi corazón. Sam no parecía interesada en nadie más que no fuera su empresa, a la que le dedicó cariño y esmero, por lo que estuve a su lado, entré a ayudar a su empresa a crecer como si de nuestro hijo se tratase, todo por su felicidad. Cuando su abuela encontró a Nita para que sea su prometida, me sentí inseguro, no creí ser digno por primera vez en mi vida, hasta que Sam se levantó y le dijo a la abuela que yo también era candidato. Ella me defendía, simplemente no nos casábamos porque no habíamos llegado a los 30. Sam era demasiado estricta con sus promesas, creo que era algo que también amaba de ella. Por lo que caminé tras de Sam para hablar después de discutir mi participación como prometido. Por muy pocas cosas Sam luchaba tanto, como lo eran sus hermanas, su empresa y sus amigas, ahora era yo.
— ¿Por qué le dijiste a la abuela eso? Creí que simplemente aceptarías.
—Nita no me gusta, me gusta mucho menos de lo que me llegues a gustar tú… Además, hicimos una promesa.
—En un par de meses cumplirás 30 Sam. ¿No es hora entonces que me escojas a mí? —Pregunté con una sonrisa, ella me miró seriamente.
—Todavía tengo mucho que hacer primero… y me gusta mi soledad, quiero disfrutarla mientras pueda.
    Nada me importaba, en ese momento estaba demasiado feliz, creí que había sido escogido, de todas formas, Sam no era el tipo de mujer que se lleva bien con los otros. Tampoco es que me preocupara antes, la abuela había dado normas para que Sam pudiera tener una empresa, esa era la falta de omegas, así que no habría tentaciones. Quién habría pensado que habría una, de entre todos esos rostros que a ella no solía impórtale, que llamaría su atención. Una niña que no era muy interesante, pero que, de alguna forma, hacia sonreír a todos a su alrededor. Miré a Sam, estaba sentada comiendo distraídamente.
— ¿Sucede algo, Sam?
— ¿Qué piensas de la señorita Kornkamon?
— ¿Mon? Es linda, supongo. Es la primera vez que me preguntas de un empleado. ¿Pasa algo malo con ella?
—No es nada, simplemente creo que trabaja bien.
   No me di cuenta a simple vista, tal vez fue muy rápido, o muy lento, quizás no quise verlo, pero su semblante había cambiado. Los ojos de Sam brillaban, creí que era hermosa, mi amor por ella me encegueció para no poder ver lo evidente. Sam estaba cambiando, haciéndome preguntas que antes jamás me hizo, preocupándose por cosas que no eran relevantes para una dama noble como ella. Ella ya no era la misma que conocía. Más suave, menos agresiva, algo que no era antes, mucho menos cuando su abuela la presionaba tanto.
  En tiempo pasó, también algo que odié, Sam era más distante conmigo, hasta que me dijo que tenía a alguien más, llamándonos a Nita y a mí para cancelar la elección de prometido. Toda la esperanza era rota, mi amor era desechado, por lo que le supliqué. ¿Cómo dejar ir a la mujer por la cual estuve enamorado la mayor parte de mi vida? Puede que la promesa sea que nos casemos si ninguno tenía a nadie a nuestros 30 años, aun así, no pude tolerarlo. La que me arrebataba a Sam era Mon, y me sentí traicionado, sin pensar que la dulce niña a la que trataba en la empresa me quitaría lo más querido. Mis acciones cuestionables, motivadas por un corazón y ego herido. Sam era mi amor, no quería ser abandonado. Ni la abuela, Nita o yo pudimos hacerla cambiar de idea, por primera vez ella era firme en algo contra su abuela. Desearía poder admirarla, pero no podía, significaba que la estaba perdiendo. Así que, cuando la abuela la presionó para casarse, necesitaba recuperarla, de nuevo motivado por el miedo a la perdida, casi tomando a Sam por la fuerza. Ella es tan hermosa, tan inteligente y tan fuerte, la amo tanto que me vuelve loco. Incluso, aunque se resista, eso la hace más maravillosa.
  Al final ella se había casado con Mon, dejando mis intentos de superarla completamente inútiles. Intenté ver a otras personas, tuve sexo y me emborraché hasta perder la consciencia, pero nada la alejaba de mi mente. La sonrisa infantil de Sam, el haberla perdido, así como a sus hermanas, verla levantarse y crear una empresa, cada vez más fuerte y hermosa. Tomé la copa de coñac de mis manos, la arrojé contra el muro de mi casa. Necesitaba verla, me moría por dentro, ella era lo que conseguía traerme calma. Quería ser yo el que le diera felicidad a Sam, por lo que conduje, recordando apenas en la nube de mi consciencia su dirección. Entonces la vi, a la señorita Kornkamon en un coche de un pálido rosa. No podía pensar, estaba borracho, herido y enojado. Aceleré, negando que ella pidiera destruir mi amor de más de veinte años. Quería que todos muriéramos, todos menos Sam. “¿Lo sabes, señorita Mon? ¿Sabes cuan herido estoy? ¿Sabes todo lo que he esperado y luchado por ella? He estado a su lado en cada cosa que ha emprendido, siguiéndola como un perro a su dueño, porque yo siempre fui de Sam… Yo la amo más de lo que nadie podrá amarla.” Pisé el acelerador, mis ojos nublados de rojo por la rabia, hasta que ambos nos miramos, siendo Mon la que girara el volante para evitar desesperadamente el impacto. Había sido demasiado rápido, el golpe del coche rosa contra el poste, por lo que frené, salí de mi coche para ver tambalearse a Mon antes de que se desmayara en el suelo. El coche estalló de repente y cubrí su cuerpo con el mío.
— ¡¿Mon?! ¡Maldición! ¡¿Señorita Mon?! —Grité con Mon en los brazos, su cabeza sangraba y no parecía poder despertar. —Lo siento, soy un estúpido. ¡Señorita Mon, por favor, despierte!
   Tuve miedo de las llamas que pudieran alcanzarnos, así que la cargué en mi espalda, hasta llevarla a mi coche. No estaba pensando, solamente reaccioné. De un momento a otro, Mon estaba en mi cama con la cabeza vendada, así que fui por el móvil para llamar a una ambulancia, temiendo que realmente pudiera morir. Pero antes de poder hacerlo, escuché un gemido de dolor, corrí hasta ella, viéndola despertar poco a poco.
—Mon… Mon… ¡Que alivio! —Dije con una exclamación, sonriendo al ver que ella estaba viva. Ella me miró de una forma un poco extraña, su mano sujetaba su cabeza herida.
— ¿Nos conocemos?
  Me paralicé, Mon no recordaba nada, ni su infancia, su familia, su hija y tampoco recordaba Sam. Mentí, una acción que tampoco pensé, simplemente era una reacción como todo, después de todo, para mí, Mon me había quitado a mi amor. Cuidé de ella, pero no le dije sobre nada de su pasado, yo era una persona que apenas la conocía que estuvo en un mal momento. No importa si sufría de falta de memoria, era la misma Mon, la que sonreía a todos, la que debido a su candidez llamaba la atención de quienes la rodeaban, incluso la de la solitaria noble dama Samanun Anuntrakul. Sabía que debía decirle la verdad, pero no pude, simplemente allí estaba la oportunidad y la tomé.  Podría regresar con Sam, apoyarla como antes y que ella me escoja como antes. Me senté en la cama junto a Mon y le di un vaso de leche, ella sonriéndome.
—Gracias por su amabilidad.
—No te preocupes, ambos somos omegas, debemos apoyarnos.
—Sí. —Respondió con otra sonrisa y no me sentí capaz de seguir mirando su rostro. Ella se quedaría conmigo los siguientes días, hasta que uno de ellos, me volví a sentar a su lado en mi cama, que ahora Mon ocupaba.
—Mon, conseguí un ligar para ti y un trabajo.
—Eso es muy amable… No puedo creer que ayude a una extraña… ¡Usted es muy amable!
—No es nada… Te daré algo de dinero, con eso podrás sobrevivir mientras te adaptas a tu nuevo trabajo.
—Yo no quiero su dinero… No tendré cómo pagárselo.
—Soy rico, así que no necesitas pagarme nada.
  Le encontré un departamento, trabajo y la ayudé a instalarse, mientras veía su inocente sonrisa. Ella tenía a una hija y a Sam, pero Sam era mía primero, no podía dejarla ir. Regresar con Sam fue extraño, ella me había llamado a pesar de las cosas que había hecho, necesitándome como antes. Me sentí feliz, por lo que le entregué mi devoción, cuidando a Diversity como solía hacer. Sam volvía a ser la de antes, sus ojos brillantes habían desaparecido, su energía, luciendo cada día más vulnerable. Pero yo estaba para ella, con mi mano sobre la suya. Deseaba que ella lo viera y tomara mi amor de regreso. Pero no lo hizo.
—Sam, Mon está…
—La encontraré… Definitivamente la voy a encontrar.
—Han pasado meses. Si ella viviera estaría contigo.
—Tal vez algo le pasó… o alguien se la llevó. ¡Puede estar en problemas!
—Sam, esas cosas no pasan en la vida real.
— ¡Si pasan! ¡Muchas veces! Tal vez alguien sepa que es mi esposa y está esperando el momento para pedirme un recate.
—Eso es una locura. ¿Y cuánto les darías?
—Todo… Todo lo que me pidan si con eso recupero a Mon… Mi coche, mi casa, mi dinero… No me importa.
—Te gusta demasiado el dinero.
— ¡¿Acaso crees que eso me importará más que mi esposa?! ¡Incluso si vivo en la indigencia o soy mantenida, quiero a Mon de regreso! ¡Tenemos a Mind! ¡Simplemente no puedo criarla sola!
—Sam, sabes que yo podría…
—Mind necesita a sus madres.
—Mon está muerta. Llevas meses buscando y esperando y nada. ¡Si hubiera sido raptada ya tendrías noticias!
—No quiero. —Sus lágrimas emergieron y no pude evitar sentirme miserable, porque mi amor, no podía contra el de Sam por Mon, y volví a sentir más rabia. Era como si mi amor por ella fuera olvidado. —No aceptaré nada de eso… ¡Dame un cuerpo y lo creeré, pero hasta entonces… Mon está viva!
   Sam seguía diciendo lo mismo, hasta que dijo que la había encontrado, no pude creerlo e intenté ponerme en contacto con Mon, pero ella no atendía mis llamadas. No podía creerlo, aunque lo viera, Mon estaba junto a Sam, los ojos de mi amada brillando nuevamente. Sam me llamó luego de yo llamarla a ella, Mon me miró y gritó hasta caer de rodillas. Sam la sujetó alarmada y yo no pude hacer otra cosa que quedarme de pie mirando la escena.
— ¡Mon! ¡Mon, cariño! ¡¿Qué pasa?! —Exclamó Sam abrazando y besando a Mon. Sam me miró sin comprender. ¿Qué le diría? “Sam, por mi culpa tu mujer perdió la memoria y la desaparecí para que estuvieran conmigo.” Si decía eso, ella me odiaría para siempre. Mon se había desmayado en sus brazos. — ¡Kirk!  ¡Ayúdame a llevarla a un hospital!
   No pude hacer otra cosa más que obedecer. Cargué a Mon y la subí en el coche de Sam, conduje y ella seguía adentro abrazando a Mon y acariciando su cabeza. La imagen seguía siendo terriblemente dolorosa. Tuvimos que esperar un buen rato hasta que el doctor salió para vernos, Sam se levantó de la silla para hablar con él. Aparté la mirada o la preocupación en sus ojos me destruiría.
— ¿Cómo está mi mujer? —Preguntó sujetando las solapas de la bata del medicó, éste se las quitó de encima antes de prestar atención a Sam.
—Por favor, señora Samanun, no haga de esto una costumbre. —Dijo el doctor que miraba a Sam con cansancio. Recuerdo que era el mismo que atendió a la abuela de Sam cuando se enfermó. —Su esposa está físicamente bien, pero recibió un fuerte shock, necesita descansar.
— ¿Un shock? ¿Por qué? No lo entiendo.
—Eso ya es algo que debe hablar con su esposa, aquí está la lista de sus medicamentos. Asegúrese de que los tome y descanse.

Continuará…

Hola a todos y a todas, me siento algo mejor, así que, aquí les dejo esto... Sólo espero que les guste. Un abrazo.

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Para los que están leyendo esto, es la segunda parte de: Fanfic de GAP THE SERIES: Mordida de posesión 1, así que les recomiendo que lean la primera antes de leer esta.
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Fanfic GAP THE SERIES: Mordida de posesión 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora