Chris y yo entramos en el primer supermercado que encontramos y nos dirigimos rápidos como balazos hacia la sección de limpieza.
-¿Estás segura de que esto va a funcionar?- me pregunta mi amigo, extrañamente escéptico.
Yo le dirijo una mirada que tendría que ser considerada como un arma blanca.
-Claro que sí, Christian. No seas pesado.
-Si lo dices tú...
Cogemos todo lo que necesitamos y caminamos de vuelta hacia mi barrio. No me atreveré a subirme a un autobús en mucho tiempo.
Llegados frente a la casa de Karen, nos paramos. Sonrío con malicia.
-Llevo espiando esta vieja arpía aproximadamente desde que me mudé- digo con los dientes apretados.
-¿Y esto significa que eres una stalker?- Chris se rasca la cabeza y yo le calzo un buen madrazo entre la nuca y el cuello.
-No, genio. Esto significa que sé exactamente cuál es su rutina- achico los ojos e indico una ventana del segundo piso-. A las ocho y cuarenta y tres en punto, se ve luz a través de las cortinas- bajo mi dedo hacia otra ventana, y Chris lo sigue como si su vida dependiera de ello-. A las ocho y cuarenta y cinco, la vieja arpía se encierra en el baño, para salir de ahí solo a las nueve y veinte.
-¿Qué hace todo ese tiempo en el baño?
No despego los ojos de la casa.
-No lo sé y no quiero descubrirlo, Chris. Ahora céntrate, por favor.
-Vale, pequeña enana. Pero tengo la sensación que uno de los tuyos me mira feo.
Bajo la mirada hacia el enano al que le han dibujado el pito y suelto despacio el aire, molesta, mientras Chris se hecha a reír como loco.
-No es divertido. Crece un poco, Chris.
-Me lo dicen todos, pero evidentemente tengo unos cuantos problemas en entenderlo.
-Ya veo...- suspiro, intentando no perder la paciencia y mandar todo mi plan al carajo-. Ahora son las ocho. Tenemos exactamente una hora antes de que Karen se levante, y luego otros veinte minutos mientras está en el baño.
-Esto parece una novela de Sherlock Holmes contada por parte del villano.
-¿¿¿PERO QUÉ...???
Uno, dos tres, cuento mentalmente para calmarme.
Uno, dos tres.
Uno, dos tres.
-¿Por qué te has quedado muda, pequeña enana?
Uno, dos, tres.
Calma Vi, tú puedes con tal nivel de infantilidad.
Uno, dos, tres...
-Viii, ¿Por qué no me contestas?
UNO, DOS, TRES.
-Viii...
UNO, DO...
-¡Mira! ¡He encontrado a otro enano con pito!
-¡¡¡CÁLLATE, CHRIS!!!- grito de repente, explotando como una bomba de tiempo.
Chris se parte en dos de la risa frente a mi cara roja de rabia, y yo piso fuerte el suelo para minimizar mis ganas de matarlo. En estos momentos quisiera llevar conmigo una resortera.
-No te alteres, enanita- me susurra mi amigo, silbándome en los oídos-. ¿Qué estabas diciendo?
Respiro hondo, e inhalo y exhalo cuatro veces antes de agacharme, tomar un rollo de papel higiénico de los bolsos del supermercado y dárselo a Chris.
ESTÁS LEYENDO
Simplemente Vanesa
Teen FictionEs la quinta vez que Vanesa se muda de ciudad en quince años, y ya se está haciendo a la idea de que (otra vez) será "la chica nueva" y no tendrá ningún amigo. Sin embargo, su destino da una vuelta de 180 grados cuando conoce a su misterioso vecino...