-Eres mi heroína- exclama Daisy, abrazándome-. Y tú también-, añade, rodeando la cintura de su gemela con un brazo.
-Ah, ya me estaba poniendo celosa- bromea Eve. Luego se vuelve hacia mí, divertida-. ¿Y tú por qué no te apuntas al equipo de porristas junto a nosotras, Vi?
Antes de contestarle, saludo con una mano a Jeff, Aadhya y Connor en cuanto diviso su mesa cerca de la zona de las bandejas.
-Las razones son infinitas; podría empezar contándotelas ahora y terminar mañana- admito.
-Veeengaaa- ruega Daisy, agarrándome de la mano y trotando a mi lado-. Sería genial si estuviéramos las tres juntas animando el partido de Homecoming...
-No me gusta que tanta gente me mire- confieso, observando con desprecio a los chavos a mi alrededor.
Una morra pelirroja con pecas y los pantalones manchados de pintura está bombardeando a un chico regordete con papas fritas, mientras que Jana flirtea con dos tipos altos y musculosos a la vez en una esquina. Los dos tipos visten la uniforme del equipo de fútbol de la escuela, y tienen cara de idiotas. Si por mi fuera, ya les hubiera pateado el trasero.
-Este lugar está a reventar de estereotipos- murmuro, disgustada-. Parece un casting de una nueva versión de una peli de John Hughes.
-Exepto que aquí nadie sabes quién es John Hughes- precisa Eve.
Asiento despacio.
-Y sabes que es lo peor? No reconocen las fuerzas históricas que han conspirado para convertirlos en quienes son.
Las tres nos echamos a reír. Eve se despega del brazo de su gemela y me pone una mano sobre el hombro. Con sus plataformas relucientes, me saca por lo menos ocho centímetros.
-En serio, Vi, tendrías que tomar en consideración lo de ser porrista. Hasta tienes el físico adecuado.
-Laia no me aceptaría nunca, y lo sabes- contesto-. No sé si te has dado cuenta, pero no hay chicas de color en el equipo.
Eve bufa.
-Pero, ¡Si tú eres práctica blanca!
¿Qué.
Carajos.
Dijo?
No es posible que dijera... No puede haberlo dicho. El mundo sigue yendo hacia adelante mientras yo me quedo en mi sitio. Miro a Eve extrañada, porque una parte de mí no se lo quiere creer, pero la otra me grita que sí es verdad. Que ese comentario es verdad.
-¿Perdona?- me paro diez metros antes de llegar a la mesa de nuestros demás amigos-. ¿Qué has dicho?
Eve levanta las cejas inocentemente.
-Que eres prácticamente blanca. O sea- me mira de arriba a abajo y me indica con una mano, como si fuera un mono de feria o algo así-. Tienes zapatillas Nike y eres fan de las hamburguesas, ¿Qué es más americano que esto?
Dios, Eve... Estoy a un paso de perder los estribos. Las reglas que creé yo misma para tener amigos están a punto de ser rotas por mi carácter impulsivo y sangrón, y no sé si es un bien o un mal.
-Que me gusten las hamburguesas no me hace menos negra, Eve- digo en tono tranquilo, aunque mi cuerpo esté ardiendo de rabia reprimida por dentro-. Nada nunca me hará menos negra.
Eve se lleva una mano a la boca. Parece que le han contado un chisme que no se esperaba.
-Lo siento- susurra, y me acaricia la espalda-. ¿Acabo de decir algo racista, verdad?
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Simplemente Vanesa
Teen FictionEs la quinta vez que Vanesa se muda de ciudad en quince años, y ya se está haciendo a la idea de que (otra vez) será "la chica nueva" y no tendrá ningún amigo. Sin embargo, su destino da una vuelta de 180 grados cuando conoce a su misterioso vecino...