『3』

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Reía para sus adentros al recordar el tartamudeo de Amy, se le hizo tan tierno que actuara de esa manera, pero la entendía

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Reía para sus adentros al recordar el tartamudeo de Amy, se le hizo tan tierno que actuara de esa manera, pero la entendía. Tal vez se quedó sorprendida por como él se llegaba a preocupar por ella que tuvo esa reacción, aunque no sea del todo cierto. Eso era lo que Nicky pensaba.

Al salir del edifico mira a ambos lados, como si estuviera corroborando que nadie lo persiga, acomodando sus gafas. Camina muy lejos sin un rumbo exactamente definido por el momento.

Suelta un gran suspiro y endereza la espalda. Se revolotea el flequillo un poco más de lo que estaba hasta cubrir parte de sus ojos y acomoda el cuello de su camisa bajo el chaleco rojo que llevaba puesto. Le daba una severa picazón puesto que no estaba acostumbrado a usarlo, pero por fuerza tenía que hacerlo.

Un bolsillo de su pantalón comienza a vibrar, y procede a sacar su móvil para ver de quien se trataba. Una gran sonrisa se dibuja en su mozo rostro y contesta con emoción.

— ¡Que alegría me da escucharte de nuevo, amigo!

— ¡También me alegra! Pero no te olvides llegar puntual, ¿eh?

— Descuida jaja, estaré ahí tan rápido como pueda.

— Eso espero. Tengo que hablar de unos temas importantes contigo.

Su amigo corta la llamada. Nicky tenía una idea de lo que él podría decirle y solo cierra los ojos, comenzando a prepararse mentalmente para lo que se viene.

No toma taxi, ni un bus. Solo empieza a caminar con total normalidad para poder despejar su mente por un rato, sin antes haberse percatado de la hora. Después de todo, una "pequeña" caminata no le haría mal.

Y sin duda una regañada, tampoco.

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Toca la puerta creando una melodía con sus nudillos y sonríe esperando a que le abran. Por suerte, quien ya estaba dentro lo hace y lo mira con seriedad. No cumplió su palabra de "llegar tan rápido como pueda".

— ¡Amigo! Oh Dios, ¡cuánto has crecido!

— Llegas media hora tarde, jovencito.

Alza los hombros metiendo las manos en los bolsillos. Lo mira con culpa de manera vacilona y el contrario suspira, de todas formas, ya sabía que iba a llegar tarde, volviendo a dejárselo pasar.

— Ya, perdona Tails. No te pongas así.

— No me sorprende tu gloriosa impuntualidad, pero ya estás aquí...

— Si, también te extrañé, cerebrito.

Se dan un abrazo fraternal. El menor suelta unas minúsculas lágrimas que no pasan desapercibidas por Nicky, estaba muy emocionado después de volver a verlo, así que al escucharlo sollozar lo separa con suavidad para calmar su llanto.

𝑬𝒍 𝒄𝒉𝒊𝒄𝒐 𝒅𝒆𝒍 𝒂𝒑𝒂𝒓𝒕𝒂𝒎𝒆𝒏𝒕𝒐 𝟓𝟏𝟐 | SonamyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora