Séptimo deseo

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Llegamos a la pista de hielo del centro.

Eran casi la una de la madrugada y todo estaba cerrado.

No había nadie por la calle.

Era plena noche del día de navidad y todo el mundo estaría en sus casas con sus familias.

- ¿Qué hacemos aquí, Eric? -pregunté algo extrañada.

- Cumplir otro deseo. -sonrió él.

- Oh no.

Ya sabía que deseo era.

Colarme en algún sitio de noche.

- Vamos, es navidad, nadie va a venir a sacarnos. -me animó él.

- Como venga la policía y terminé en un calabozo la noche de navidad, te corto los huevos. -le señalé y él soltó una carcajada.

- Ven aquí. -se agachó y me levantó para que pasara primero por encima del pequeño muro.

Me subí y salté al otro lado.

Todo estaba demasiado oscuro y no veía absolutamente nada.

Unos segundos después, Eric también saltó y aterrizó a mi lado.

Entrelazó su mano con la mía y me guió por la oscuridad hacia dentro del recinto.

Conseguimos encontrar una puerta abierta y entramos.

Eric se separó de mi en busca de las luces y de repente lo vi todo.

La pista de hielo enorme totalmente vacía.

Eric volvió con dos pares de patines en las manos.

- Dime que has patinado alguna vez, porque yo no y seguramente voy a caerme. -habló tendiéndome los patines.

- Algo sé. -admití.

Pero no mucho.

Los dos nos pusimos los patines y nos metimos en la pista.

Ni dos segundos de pie y ya estábamos los dos en el suelo.

Yo empecé a descojonarme mientras Eric me miraba y se quejaba por el golpe en su culo.

- ¡Has dicho que sabías! -gritó intentando levantarse.

- ¡He dicho que sabía algo! -grité riéndome.

Al final conseguimos ponernos los dos de pie, apoyándonos el uno en el otro.

Eric cogió mi mano y yo tiré de él, cogiendo el truco rápidamente.

Él no tuvo tanta suerte.

Se cayó de nuevo y me arrastró al suelo con él.

Yo no podía parar de reír y al final terminé contagiándole mi risa.

Estuvimos así casi una hora y media.

Patinando, cayéndonos y riendo.

Eric aprovechaba para darme algún beso cuando estábamos en el suelo, ganándose alguna colleja de mi parte.

Escuchamos un ruido fuera cuando estábamos en medio de la pista.

Los dos nos quedamos muy quietos.

- ¿Qué hacéis ahí? ¿cómo habéis entrado? -un hombre salió de una de las puertas, corriendo hacia nosotros.

- ¡Corre, Julieta! -gritó Eric intentando patinar.

Esta vez no nos caímos por suerte y podimos llegar fuera.

Me quité los patines a toda prisa, dejándolos por ahí, cogí mis zapatos en la mano y salí disparada con Eric pisándome los talones y el hombre pisándoselos a él.

Yo seguía descojonándome mientras me impulsaba para saltar el muro y salir fuera.

Corrimos calle abajo hasta que dejamos de escuchar la voz del hombre.

Me dejé caer en el suelo.

Estaba todo nevado y la nieve seguía cayendo lentamente.

Él se sentó a mi lado.

- Al menos puedes tachar otro deseo de la lista. -habló casi sin aliento.

- Casi nos cogen, joder. -me reí.

- Estás preciosa cuando te rías, ¿lo sabías? -habló él.

Yo me sonrojé.

- Creo que puedo tachar otro a parte de ese. -comenté nerviosa.

- ¿Cual? -preguntó él.

- Es el deseo número diez. -contesté.

Eric se sabía la lista de memoría.

Abrió mucho los ojos.

Estampó sus labios contra los míos sin previo aviso.

Y yo me fundí en sus brazos, dejando que me besara.

- No sé donde has estado toda mi vida, Julieta, pero no pienso dejarte ir. -murmuró contra mi boca.

Sonreí entre besos.

Yo tampoco iba a dejarle ir.

Trece deseos +18 - Eric RuízDonde viven las historias. Descúbrelo ahora