Capítulo 11

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Capítulo 11: Algo cambió

Chase POV

Una...dos...tres repeticiones más.

No parecía ser suficiente.

–Hermano –dijo Denver entrando a mi habitación con los chicos detrás de él–. Acabaste de ir al gimnasio, trotaste toda la semana el doble de tiempo, ya casi nos vamos a entreno, ¿y estás haciendo abdominales en este momento?

–Eso no es muy profesional de tu parte y lo sabes –dijo Reggie.

Después de la derrota contra Clemson había aumentado mis horas de entreno. Nuestra rutina consistía en trotar en la madrugada, hacer gimnasio y en las tardes ir al campo, para un total de casi 7 horas de entrenamiento diarias. Me estaba acercando casi a las 10 horas diarias. El entrenador no estuvo de acuerdo argumentando que eso me llevaría a una sobrecarga, pero sabía bien lo que estaba haciendo. Se venían los partidos más claves.

Cada hora extra valdría la pena.

Porque el verdadero esfuerzo siempre era recompensado.

–Sé que lo de los Clemson te dio duro, pero vamos Chase, no es el primer partido que perdemos ni será el último. Ganamos sobradísimos contra Arkansas. Además, seguimos yendo de segundos en el ranking, no perdimos mucho –dijo Austin.

–¿No? –levanté mi vista hacia él.

–No, no actúes como si esto fuera el fin del mundo. ¿Tiene que ver con tu papá?

–No.

Y sí. Desde el partido contra los Clemson me llamaba todos los días, me preguntaba cuántas horas de entreno llevaba y si seguía estando tan distraído como el día del juego. Odiaba lo mucho que tenía razón y lo fácil que sus palabras me afectaban, aunque sabía que al final el beneficio era para mí.

–Ya sé –dijo Milo de la nada.

–¿Qué sabes?

–Simplemente lo sé –dijo mirando a los chicos, su mirada volvió a mí–. Hemos pasado por mucho, viejo. No puedes hacerle esto a tu cuerpo.

–Necesitas calmarte –dijo Austin.

Suspiré, porque ellos también tenían razón. Mi cabeza era un torbellino de pensamientos los últimos días, estaba el maldito partido, los entrenos, las clases, mi padre, mi hermano y luego Annie. No quería darle importancia, porque había aprendido a no darle mucha importancia a las chicas en mi vida (nunca conoces sus verdaderas intenciones), sin embargo, ella siempre estaba ahí y era muy difícil pasarla desapercibida.

Los chicos del equipo la adoraban, las fotos que nos tomaba eran realmente buenas, el trabajo que hacía con las redes era impecable. Estaba involucrada en todo lo que de cierta manera también me involucraba a mí.

La semana pasada había subido una foto con varios chicos del equipo. Todos la compartieron en su historia y mi Instagram estaba lleno de la misma foto. No paré de verla durante las primeras horas, porque no solo era una buena foto, sino porque me dolía no haber estado allí.

Pero es que tenía que entrenar.

Esa noche los chicos llegaron a mostrarme sus uñas pintadas de carmesí y blanco. Annie les había dicho que sería un tipo de amuleto y al otro día, el equipo ganó contra la Universidad de Arkansas. Bueno, ganamos, pero los Arkansas Razorbacks definitivamente no habían estado en su día y no nos habían complicado mucho las jugadas.

Sin embargo, eso no fue lo más raro para mí esa noche. Lo más raro fue cuando Denver me pasó un esmalte de cada color diciéndome que Annie me los había mandado para que yo me pintara las uñas.

Chasing the BowlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora