Capítulo 1

487 33 1
                                    

Capítulo 1: La suerte está de mi lado

Annie POV

Hace 3 meses

Si hace 6 años me hubieran dicho que estaría viviendo en Estados Unidos, estudiando en la Universidad de Alabama, trabajando con el equipo universitario de volleyball y viviendo en el campus con una rubia americana, me habría enojado con quien me lo hubiera dicho por el solo hecho de considerar alejarme de mi país natal, Bulgaria.

Sin embargo, aquí estaba.

Y sorprendentemente, me sentía feliz.

Apúrate, Annie. Llegaremos tarde.

–No hay forma de llegar tarde a una fiesta.

Mi compañera de piso y también mejor amiga, Rose, haló de mi brazo para arrastrarme por el apartamento y sacarme de allí lo más rápido posible. El carro de Jeremy nos estaba esperando y sería nuestro chofer de la noche. La fiesta no era muy lejos pero no quedaba en el campus. Según Rose, era la casa de unos chicos del equipo de fútbol americano.

–Mis princesas –dijo Jeremy apenas nos montamos al auto–. Increíbles como siempre.

–¿Ah que sí? –dijo Rose–. Dime que mis tetas se ven fantásticas.

–Tus tetas se ven fantásticas.

–¡Te lo dije! –volteó a verme–. Annie dice que es un poco demasiado.

–¡Yo no dije que era un poco demasiado! –Me defendí–. Solo dije que podías elegir otra blusa que exhibiera menos.

–El que no exhibe no vende, preciosa –dijo ella y Jeremy soltó una carcajada. Yo solo giré los ojos y le saqué el dedo del medio.

La casa estaba cerca y también estaba completamente llena. La gente se paseaba por la calle con sus típicos vasitos rojos americanos mientras otros salían y entraban a la casa, que parecía más una mansión. Jeremy dejó el auto dónde pudo y los tres nos dirigimos a la casa.

–¿Es normal que hagan una fiesta teniendo clases mañana? –pregunté.

–Nena, en este punto deberías entender que todo en este país, es normal –respondió Jeremy pasando su brazo por encima de mi hombro–. Todo.

Llevaba menos de tres años viviendo en Estados Unidos y aunque para algunos no era mucho tiempo, para mí había sido más que suficiente para entender un poco de la vida americana y entender que efectivamente, todo era normal. Había muchas cosas con las que podía debatir y no estar de acuerdo, pero en lo que sí le daba la razón, es que me había dado una segunda oportunidad para vivir.

Con Rose y Jeremy no nos perdíamos ninguna fiesta del campus, pero estas siempre eran los viernes o sábados. Bailábamos hasta no soportar los pies, bebíamos alcohol hasta que mi búlgaro fluyera (no necesitaba mucho) e incluso hacíamos apuestas de quien besaba más personas en una noche.

Cosas de americanos.

Era la primera vez que estaría de fiesta un jueves y aunque no sonaba tan grave, para mí lo era, teniendo en cuenta que mañana me reunía con Samantha, la líder del equipo de medios y marketing  deportivo de la universidad (mi jefe).

–A lo que vinimos –dijo Rose abriendo sus brazos como si esperara que alguien la recibiera.

Solté una risa mientras observaba la casa. Era lo bastante grande para que al menos vivieran unas 5 o 6 personas, no se veían fotos familiares ni algún detalle que me diera indicio del dueño. Busqué mi primera bebida de la noche y me escurrí entre la gente para poder llegar algún lugar con espacio libre para bailar. Rose siguió mis pasos y me pasó el vasito rojito con cerveza.

Chasing the BowlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora