Liliane Westh, después de mas de 1000 años desde que dejó su hijo en el cuidado de los Mikaelson, se entera de el dolor que le hicieron a su hijo. Y ella tardo años en encontrarlo...pero lo hizo. Lo encontró. Su hijo. Le costó ser parte de su vida...
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"Una casa es el lugar donde uno es esperado." Antonio Gala.
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La vuelta a casa había sido maravillosa e un poco incómoda.
─ Ya hemos llegado.─ dije.
Beck estaba de copiloto y Klaus en los asuntos traseros.─ ¿Aquí es donde vives?─ me preguntó Beck mientras aparcaba.
─ No, aquí vive Klaus y sus hermanos. Ady y yo vivimos en un piso, luego iremos a verlo, ahora tengo que...─ salí del coche y vi a Elijah, este me sonrió y yo lo abracé fuertemente.
─ ¡Dios! ¿Cómo estáis? ¿Nada malo? ¿Peligro?─ le pregunté.
─ Liliane tranquilízate, ─ me sonrió ─ Ady y yo estamos bien, estamos igual que cuando te fuiste.
─ Me alegro, ─ me separé y Ady me abrazó fuertemente.
Al separarnos Ady miró a Beck.─ Pequeña fiera.─ le saludó.
Ady sonrió y unas pequeñas lágrimas de emoción rodaron por sus mejillas, Beck se acercó y la abrazó fuertemente.
─ Beck, no sabes lo que te hemos extrañado.─ dijo Ady.
─ Lo sé, pequeña fiera.─ le contestó Beck cuando se separaron.
Me acerqué a Klaus y lo empujé un poco hacia Beck.─ Díselo.
─ Beck, ─ este se giró a verlo ─ ¿te gustaría pasar y te presento a mis hermanos?─ le preguntó con una falsa seguridad.
─ Claro, me encantaría Klaus.─ Beck se acercó y dejó un beso en mi mejilla y entrelacé nuestras manos.
Todos entramos y todos los Mikaelson estaban en el salón, raro.
─ ¡Liliane!─ Rebekah corrió a abrazarme.
─ Hola Rebekah, ¿cómo te fue en la fiesta?─ ella me dijo que tuvo una fiesta muy importante para ella hace unos días y yo le envié unos vestidos preciosos.
─ ¡Maravillosa! Los vestidos que me enviaste fueron los mejores que había visto en toda mi vida, ¡muchas gracias!─ me agradeció.
─ Bien, Beck.─ Beck miró a Klaus ─ El trajeado es mi hermano mayor, Elijah Mikaelson, la rubia que está con Liliane, Rebekah Mikaelson, mi hermana y el que queda es Kol Mikaelson.─ Beck les saludó.
─ Supongo que Liliane ya los conoce.─ sonreí.
─ Todos conocemos a Liliane, Beck.─ contestó Kol.
─ Ella siempre fue así con todos.─ me acerqué y él me abrazó por los hombros.
─ Yo llevaré a Beck al piso y Klaus también, así luego vamos por Nueva Orleans.─ dije.
─ Me parece buena idea.─ Klaus me sonrió.
─ Y así Klaus te enseña una cosa, liebling.─ Beck me sonrió.
─ Me hace mucha ilusión, liebe.─ me dijo Beck con una sonrisa y dejé un cálido beso en sus labios.
─ ¿Vamos?─ pregunté.
Los dos asintieron.
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─ Liebling, este es nuestro piso. Ady duerme en la habitación del fondo y la nuestra es la del otro pasillo.─ le dije.
─ Es un piso con muy buenas vistas.─ me dijo Beck cogiéndome de la cintura.
─ Lo sé, las mejores de todo Nueva Orleans.─ le dije.
En el salón estaba el cuadro que Klaus me regaló.─ ¿De dónde es ese cuadro? Es precioso.─ sonreí y Klaus hizo lo mismo.
─ Lo pinto nuestro hijo, Beck.─ este miró a Klaus.
─ Es maravilloso tu cuadro, Klaus.─ le felicitó y Klaus amplió sus sonrisa.
─ Gracias, Beck.─ le contestó Klaus.
─ Liebling, Klaus tiene muchos cuadros más, si él quiere te los podría enseñar.─ le dije.
─ ¿Es verdad, Klaus?─ le preguntó.
─ Sí, tengo un estudio.─ le contestó Klaus sin importancia.
─ ¿Me dejarías verlo, Klaus?─ le preguntó.
─ Claro.
Klaus salió junto Beck y sonreí inconscientemente.
Por fin los tres juntos.
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Klaus le contaba con entusiasmo y detalle todos los cuadros que iban viendo.
Yo bebía de mi copa de vino, observando su momento de padre hijo tan maravilloso.
─ ¡Liebe!─ miré a Beck ─ Este cuadro es como...─ miré el cuadro.
─ el patio de la casa dónde vivíamos cuando nació Klaus.─ apoye mi cabeza en el hombro de Beck.
─ ¿Qué?─ preguntó Klaus confuso.
─ Cuando naciste, tu padre y yo vivíamos en una preciosa casa donde había un gran patio.─ dije.
─ ¿Dónde estará ahora?─ preguntó Beck.
─ En Mystic Falls.─ dijimos Klaus y yo al unisón.
─ Seguramente ya no estará.
─ Liebe, los cuadros de Klaus se parecen tanto a los que hacía yo hace tiempo.
─ ¿Pintabas?─ le preguntó Klaus con ilusión.
─ Sí, mis padres eran pintores en su época y me enseñaron a mi a pintar, aunque no me acabó de gustar.─ le dijo Beck.
─ ¿Aun tenéis esos cuadros?─ preguntó Klaus ilusionado.
─ Seguramente, en los almacenes.─ dije.
─ ¿Almacenes? ¿Dónde?─ preguntó.
─ En Alemania.─ dije.
─ ¡¿Alemania?─ repitió Klaus confuso.
─ Los almacenes son espectaculares, Klaus.─ dijo Beck.
Solté una carcajada.─ Preparad las maletas chicos, nos vamos a Alemania.─ abracé por los hombros a los dos hombres más preciados de mi vida.
Que finalmente ya estábamos los tres juntos, como la familia que éramos.
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¡Hola! Sí, sé que me tocaba actualizar ayer, pero no pude.
Pero aquí esta el nuevo capítulo y espero os haya gustado, si es así, me lo podríais decir por comentarios.
