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(Pov: Kit)

Ese día no sabía a quién llamar, pero me alegra haberla contactado a ella. No sabría decir sí para ese entonces seguía enamorado de ella, su recuerdo ya se me hacía lejano y estaba resignado a mi vida de dos mujeres y dos hijos; pero cuando la vi me quedó claro que, si ya no la amaba, la había vuelto a amar.

Lili venía seguido, yo iba a visitar a Alma al mismo lugar en donde yo hace unos años había sido privado de libertad y me generaba la misma repugnancia. Lilian cuidaba a mis hijos y cuando volvía ella siempre había preparado una merienda para ellos y, en su mayoría de veces, se encontraban los tres jugando en el amplio terreno.

Ella me había contado de su triste niñez, así que cuando la veía jugar, me alegraba que pareciera una niña más.

-volví – me anuncié entrando a la casa, ya que no los había visto jugado afuera. 

Nadie me contestó, eso me inquietó un poco, y es que a quién no luego de todo lo que había sucedido.

-¡Niños?! Lilian?! – antes de que enloqueciera la última nombrada salió de la habitación de mis hijos con el dedo índice en sus labios, indicandome silencio

-están durmiendo –musitó sonriendo y se dirigió a la cocina conmigo siguiéndola, preparó té y nos sirvió a ambos –. Tenían mucho calor, así que saqué tu manguera y nos comenzamos a mojar, luego se cambiaron y hace no mucho terminaron rendidos.

Me lo explicaba todo tan alegre que me provocó ternura.

-¿Cómo está Alma? – me preguntó tomando de su té.

-bien – respondí sin saber muy bien qué decir –, tú bien sabes cómo es allí, pero está bien.

-eso es bueno – sonrió e intenté tomar su mano, pero la apartó y se levantó –. Creo que debo irme.

-sí, está bien.

No estaba feliz de que se fuera, pero no podía rogarle que se quedara. Alma seguía viva y tenía que respetar nuestro compromiso sabiendo que no podía sobrepasarme con Lili.

(...)

Iba en camino para ver a Alma, Lilian ya había llegado y estaba hablando con los niños de lo que harían ese día para que no quisiesen venir conmigo a ver a su madre.

Cuando iba de salida llamaron por teléfono y apurado contesté.

-sí? – dije sin mucha paciencia.

-¿Hablo con Kit Walker? – hablaron de la otra línea.

-con él – afirmé.

Lilian me miró extrañada cuando dejé el teléfono con tanta fuerza en su lugar.

-qué sucedió? – preguntó dirigiéndose a mi lado.

-es Alma – hablé sin aire.

(...)

Estaba muerta, Alma estaba muerta, mi primer esposa y mi primer gran amor estaba muerta. Me sentía triste, tan desesperado, tan nostálgico y tan…. Feliz. Esa felicidad me hacía sentir una persona mala, pero era humano y mi amor por Alma ya no era lo que fue en algún momento.

Al llegar a casa estaba con la mirada perdida y el semblante serio.

-los niños? – pregunté apenas vi a Lilian.

-dormidos ¿por q… – no dejé que terminase y la besé, ella se apartó y me miró con el ceño fruncido – qué te sucede?!

-Alma murió.

Ambos nos sentimos culpables, pero ambos nos volvimos a enamorar del otro y lo expresamos con besos desesperados y rogando porque ese momento no se acabase.

-te amo – dije sin esperar una respuesta, como siempre había sido.

-te amo – me respondió y desde allí marque mi sentencia, viviría y moriría a su lado, todo a su lado.

Y si muriesemos hoy, la buscaría en la próxima vida. Siempre fue ella y siempre sería ella, mi querida inocencia.

"solo tú" (Evan Peters) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora