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— Vos me estas jodiendo. — Contestó más que molesta. — No puedo creer que me canceles a esta hora. Mauricio, no es algo así nomas, es mi trabajo.

— Bueno, me hablaron los chicos. Amor, es importante también. — Habló su novio desde el otro lado del teléfono dejándola sin palabras.

— Es un partido de fútbol. — Tomó aire. — Amor. Quedamos que me llevabas. Me respalde en eso.

— Te la debo.

Alba separó el teléfono de su oreja y miró la pantalla frunciendo el ceño. ¿En serio dijo eso? ¿"Te la debo"? La estaba dejando plantada unas horas antes de que prometió llevarla a conocer el monumental.

Y no era un capricho, en unas horas salía el vuelo pago que el equipo técnico de River Plate le había otorgado cuando la invitaron a una visita al estadio.

No era un sorpresa que su novio no estaba ni un poco contento de la exposición con la que estaba contando Alba últimamente. La verdad es que era algo que ni ella misma se esperaba pero día a día el trabajo crecía y las oportunidades surgían constantemente lo cual la ponía realmente contenta.

Claro que solo a ella.

Mauricio pensaba día y noche en esa situación, pensaba que debía hacer algo al respecto. Sabía perfectamente que su trato con la pelirroja no era para nada una virtud de cupido pero aún así Alba seguía con él. Fortaleciendo totalmente el ego del muchacho.

Decir que ella le había perdonado las mil y una era quedarse limitados. Porque él no sabía si describirla como la madre del mismísimo Jesús o simplemente la chica más idiota que había conocido.

Y aunque Alba de idiota no tenía un pelo, si estaba enamorada. Demasiado e incluso de una forma que no podía comprender. Mauricio había sido su primer novio. Y su primero en muchas experiencias de su vida.
Casi que podía pasarlo desapercibido durante su día a día gracias a su trabajo. Que le encantaba porque aunque a veces tenga semanas y semanas de pura intensidad. Le fascinaba.

Últimamente tenía la suerte de verse rodeada de marcas y propuestas. Se daba cuenta de la exposición que comenzaba a agarrar al momento que sus redes sociales no paraban de subir y subir.

A pesar de ya tener marcas elegidas con firmeza que la acompañaban de una forma más permanente de vez en cuando tomaba promociones cortas con otras marcas. Casi siempre intentaba mediar entre empresas de renombre o reconocidas y emprendedores personales que buscaban crecer.

Se sentía bien dándoles una mano, tanto que a veces le costaba darse cuenta que sobrepasaba sus tiempos humanos y terminaba completamente desbordada. Más aún sumado a que en sesiones muy entre-cortadas estuvo filmando un videoclip para una canción independiente.

Estaba descubriendo que sin dudas sus trabajos preferidos eran los videoclips. No se confundan, le encantaba modelar, la ropa, el set, posar. Le gustaba eso porque sabía que se esforzaba por mejorar y que eso la hacía ser solicitada.

Las marcas quedaban fascinados con su soltura frente a la cámara, la diversidad de poses con el movimiento que lograba darle a la ropa y así lucirla, los rasgos y sus expresiones en los primeros planos hacían que muchos pensaran en ella como primera opción. Parecía que bailara.

Y eso la ayudaba, todo lo que fuese arte le gustaba y se etrometería en cada aspecto de este. Cualquier medio de expresión artístico ella lo intentaría y se esforzaría por saber hacerlo. Tocaba la guitarra, y le gustaba cantar o bailar como a cualquiera. No se consideraba buena pero lo haría frente a cualquiera sin problemas porque sabía que tampoco era mala.

Eso era su mundo y su realidad, odiaba los números. Las matemáticas jamás serían su fuerte y hasta dudaría en contestar cualquier tabla numérica pero una coreo te la mostraría encantada.

Llegaste a mi | Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora