La sala del trono, la utilizada para recibir la llegada de la comida traída por Heidi, se encontraba llena de gritos.
María Elena estaba destinada a ser otra más de las desafortunadas víctimas de los Volturi, sin embargo era una mujer curiosa y Heidi estaba demasiado distraída escoltando a los "invitados" para darse cuenta de que una señora se quedó atrás, distraída con algunos cuadros.
Era hermosa. La mujer en la pintura con la que Elena se encontró, parecía irreal, detenida en el tiempo como con la señorita amable que la escoltó hasta este castillo.
En la pintura estaba cubierta de pétalos de rosas, pétalos que la envolvían por completo y tapaban la mayor parte de su cuerpo, a excepción de sus piernas largas y hombros, su cabello pelirrojo desparramado sobre las rosas en la que estaba recostada.
Elena suspiró con melancolía, cuanto quisiera ella regresar a esos tiempos en su juventud, donde todavía era hermosa y su cara no estaba cubierta por arrugas. Los años pasan y a sus 56 solo puede añorar lo que ya no tiene.
— Es inusual encontrar a humanos deambulando por aquí solos. - Elena se sobresaltó ante la voz, su cuerpo girando instintivamente para encontrar a la jovencita del cuadro, su mano sosteniendo su corazón. — ¿Puede decirme qué hace aquí?
— Cielos jovencita, me has asustado - habló Elena con voz agitada, su mano no dejaba su pecho donde martilleaba su corazón agitado. — Me disculpo si he causado alguna molestia, me distraje con algunos cuadros y ni siquiera me dí cuenta de que ya todos se habían marchado.
— No hace falta que se disculpe, yo fuí quien ha sido grosera al asustarla de esa forma. - la joven hermosa frente a Elena, de quien hace poco envidiaba su juventud, se disculpó y enseñó una sonrisa amable, era sin duda una joven encantadora. — Si gusta podría acompañarla hasta donde se encuentra la gira, sería una lastima que se perdiera el tur.
— Oh, eres muy amable. Hoy en día ya no se conocen jóvenes tan educados.
— Le agradezco el cumplido señora - le sonrió la mujer pelirroja, una sonrisa dulce deslizándose en sus labios. — Hoy en día no se conocen mujeres tan agradables - caminaron con calma, la mano de Elena sujeta a su brazo. — Le molesta si pregunto su nombre.
— Claro que no tesoro, mi nombre es María Elena.
— ¿María Elena? No suena un nombre muy americano.
— Es que no soy de Estados Unidos, soy de Madrid, España. Vine a Italia como unas vacaciones antes de mi jubilación.
— Ya comprendo su raro acento al hablar inglés entonces. - dijo la chica con una mirada perdida, sus raros ojos rojos perdidos en la lejanía.
— Eres tú la de la pintura ¿No es cierto niña? - Elena intentó romper el silencio, crear una conversación sencilla y amistosa con la chica agradable que la guiaba por los pasillos.
— Sí, soy yo. Alguien muy especial hizo ese cuadro para mí y lo colgó justo en el pasillo, quería que todos vieran mi belleza o algo así. - la mujer soltó una risita dulce, sus ojos brillando como si recordara algo con cariño.
— Debes amar mucho a esa persona ¿Verdad?
— Sí, lo hago
— Pues un consejo de una mujer que una vez estuvo enamorada a otra. Tu pareja se escucha como alguien muy posesivo, nunca permitas que se ponga a sí mismo por encima de tí, ninguna mujer es menos que un hombre. - dijo Elena con una mirada seria, su voz sonando incluso hasta preocupada, la chica a su lado solo se rió con cariño.
— No lo haré señora, se lo prometo. - se quedó callada la chica durante unos segundos hasta que estuvieron frente a unas puertas grandes extrañamente familiares para Elena — Ya hemos llegado.
— ¿Pero no es esta la salida? - preguntó la señora confundida.
— Sí, todos los turistas que la acompañaron se marcharon hace mucho. El tur ya ha terminado - Elena soltó un suspiro decepcionado y se dirigió para irse, cuando estuvo ya fuera del castillo, la niña pelirroja le habló desde atrás. — Elena, le doy las gracias por el consejo y aquí le doy yo uno de una mujer a otra, manténgase alejada lo mayor posible de este lugar si valora lo suficiente su vida.
La puerta se cerró lentamente con un crujido y Elena sintió un escalofrío de terror cuando lo último que vió antes de que las puertas se cerraran era un ojo rojo brillando intensamente en la oscuridad.
•••
— Te has perdido la cena mi amor. ¿Ocurrió algo? - habló Marcus a su lado. Sus manos acariciando suavemente el rostro de Lauren.
— Había comido hace poco y no tenía apetito para más.
— ¿Enserio? Y dime querida mía. ¿Ocurrió algo interesante en el tiempo que no estuviste junto a nosotros? - preguntó Aro frente a ella, en sus manos un libro antiguo tratando temas sobre los niños nacidos de vampiros, a pesar de que ha pasado un año completo, la amarga derrota con los Cullen y la curiosidad sobre esta nueva especie lo consumía, pero su atención en su esposa, siempre en su hermosa esposa.
— En realidad sí. - habló Lauren con calma. — Caius, hoy un visitante inesperado elogió tu arte.
— ¿Mi arte? - preguntó el susodicho con curiosidad. — ¿Cuál de todas mis pinturas en particular?
— La más hermosa por supuesto. - habló Lauren con burla. — La pintura en que salgo yo...
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Bleeding Soul •|Volturi Kings|
Fanfiction•Una reina fallecida vuelve de entre los muertos para ocupar su lugar en el trono. Los reyes saltan de alegría ante la perspectiva de tener a su consorte de vuelta. "¡Larga vida a la reina!" Aro/Caius/Marcus/oc