—Podéis dejarme aquí —sugeriste esperanzado. Podría ver lo que quisieras en la televisión, para variar, y tal vez incluso hasta jugaría con el ordenador de Dudley
Tía Petunia te miró como si se hubiera tragado un limón.
—¿Y volver y encontrar la casa en ruinas? —rezongó.
—No voy a quemar la casa —dijiste, pero no te escucharon.
—Supongo que podemos llevarle al zoológico —dijo en voz baja tía Petunia—... y dejarlo en el coche...
—El coche es nuevo, no se quedará allí solo...
Dudley comenzó a llorar a gritos. En realidad no lloraba, hacía años que no lloraba de verdad, pero sabía que, si retorcía la cara y gritaba, su madre le daría cualquier cosa que quisiera.
—Mi pequeñito Dudley no llores, mamá no dejará que él te estropee tu día especial —exclamó, abrazándolo.
—¡Yo... no... quiero... que... el venga! —exclamó Dudley entre fingidos sollozos—. ¡Siempre lo estropea todo! —Le hizo una mueca burlona a _____(T/N), desde los brazos de su madre.
Justo entonces, sonó el timbre de la puerta.
—¡Oh, Dios, ya están aquí! —dijo tía Petunia en tono desesperado y, un momento más tarde, el mejor amigo de Dudley, Piers Polkiss, entró con su madre. Piers era un chico flacucho con cara de rata. Era el que, habitualmente, sujetaba los brazos de los chicos detrás de la espalda mientras Dudley les pegaba. Dudley suspendió su fingido llanto de inmediato.
Media hora más tarde, _____(T/N), que no podía creer en su suerte, estaba sentado en la parte de atrás del coche de los Dursley, junto con Piers y Dudley, camino del zoológico por primera vez en su vida. A sus tíos no se les había ocurrido una idea mejor, pero antes de salir tío Vernon te llevó aparte.
—Te lo advierto —dijo, acercando su rostro grande y rojo al tuyo—. Te estoy avisando ahora, chico: cualquier cosa rara, lo que sea, y te quedarás en la alacena hasta la Navidad.
—No voy a hacer nada —dijiste—. De verdad...
Pero tío Vernon no te creía. Nadie lo hacía.
El problema era que, a menudo, ocurrían cosas extrañas cerca de ti y no conseguías nada con decir a los Dursley que ella no las causaba.
En una ocasión, tía Petunia, cansada de que _____(T/N) volviera de la peluquería como si no hubiera ido, cogió unas tijeras de la cocina y le cortó el pelo casi al rape, exceptuando el flequillo, que le dejó «para ocultar la horrible cicatriz». Dudley se rió como un tonto, burlándose de _____(T/N), que pasó la noche sin dormir imaginando lo que pasaría en el colegio al día siguiente, donde ya se reían de su ropa holgada y sus gafas remendadas. Sin embargo, a la mañana siguiente, descubriste al levantarte que tu pelo estaba exactamente igual que antes de que su tía lo cortara. Como castigo, la encerraron en la alacena durante una semana, aunque intentó decirles que no podía explicar cómo le había crecido tan deprisa el pelo.
Otra vez, tía Petunia había tratado de meterla dentro de un repugnante jersey viejo de Dudley (marrón, con manchas anaranjadas). Cuanto más intentaba pasárselo por la cabeza, más pequeña se volvía la prenda, hasta que finalmente le habría sentado como un guante a una muñeca, pero no a _____(T/N). Tía Petunia creyó que debía de haberse encogido al lavarlo y, para su gran alivio, _____(T/N) no fue castigado.
Por otra parte, había tenido un problema terrible cuando le encontraron en el techo de la cocina del colegio. El grupo de Dudley lo perseguía como de costumbre cuando, tanto para sorpresa de _____(T/N) como de los demás, se encontró sentada en la chimenea. Los Dursley recibieron una carta amenazadora de la directora del colegio, diciéndoles que _____(T/N) andaba trepando por los techos del colegio. Pero lo único que trataba de hacer (como le gritó a tío Vernon a través de la puerta cerrada de la alacena) fue saltar los grandes cubos que estaban detrás de la puerta de la cocina. _____(T/N) suponía que el viento la había levantado en medio de su salto.
Pero aquel día nada iba a salir mal. Incluso estaba bien pasar el día con Dudley y Piers si eso significaba no tener que estar en el colegio, en su alacena, o en el salón de la señora Figg, con su olor a repollo.
Mientras conducía, tío Vernon se quejaba a tía Petunia. Le gustaba quejarse de muchas cosas. _____(T/N), el ayuntamiento, _____(T/N), el banco y _____(T/N) eran algunos de sus temas favoritos. Aquella mañana le tocó a los motoristas.
—... haciendo ruido como locos esos gamberros —dijo, mientras una moto los adelantaba.
☞︎ SI DECIDES NO DECIR NADA VE A ☜︎
♂️ EPISODIO 1 (3) ♂️
☞︎ SI DECIDES DECIR ALGO VE A ☜︎
♂️ EPISODIO 1 (4) ♂️
ESTÁS LEYENDO
• CRONICAS DE HOGWARTS• -La piedra filosofal-
FantasyTU HISTORIA TUS DECISIONES TU DESTINO ¿Amas Harry Potter? ¿Siempre quisiste ser el cerdo para el matadero y tomar tú las decisiones? ¡Este es tu...