¡NO HABLO INGLES!

¡por fin apareces!

Había pasado una semana desde que me reconocieron. Percy a menudo trataba de entablar una conversación conmigo a base de señas o palabras simples para que yo entendiera.

No había querido salir de mi cabaña porque no había visto a Leo desde entonces.

No he podido hablar con nadie; es como una tortura. Digamos que no soy la más sociable, pero no hablar con nadie se siente feo.

El hijo de Hades había intentado hablar conmigo, al parecer a petición de Percy, porque me veía triste ya que Leo no aparecía.

Él es italiano y habla inglés también, sin mencionar el griego.

Ya que el italiano y el español son parecidos, podía entender la mayoría de lo que decía Nico.

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Estaba parada en el lago, viéndolo. Es muy lindo; me metería, pero no sé nadar, qué irónico, ¿no? Una hija de Poseidón que no sabe nadar.

Sentí que alguien me tomó del brazo y, del susto, le di un codazo en el estómago. Volteé para ver a Leo en el piso, en posición fetal, y soltó una lágrima.

—Ay, mamá, qué agresiva eres, mujer —chilló Leo.

—Estás loco, ¿para qué andas asustando a uno así? —lo regañé, ayudándolo a pararse—. Aunque sabes que te lo mereces, Leo. Me abandonaste —le dije enojada.

—Luna, yo... —comenzó a hablar, pero lo interrumpí.

—Luna, yo nada, Leo. Dejaste a una niña de 15 años sola, ¡sola!, que ni siquiera habla el idioma. ¿Sabes lo frustrante que es no poder hablar ni siquiera con mi hermano? —le dije.

Pude ver una mirada arrepentida en su rostro y me di cuenta de que yo estaba llorando por la frustración de no poder comunicarme con nadie.

Leo solo me miró y me abrazó; su mentón estaba sobre mi cabeza, ya que es más alto que yo por una cabeza, susurrando un "lo siento."

Yo, aquí, con mi poderosísimo 1.57.

No me queda de otra que perdonar a Leo, ya que si no le hablo a él, no le hablaré a nadie, y estos gringos me volverán loca.