La gloria eres tu

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!Hola! realmente el final sería re trágico, como el anterior pero peor, SIN EMBARGO me pegue una auto-funada por hacer a leo un mierdas, así que me toco corregir lo que ya tenía echo a medias

disfruten <3

.....

-!Ahg!

7:30 de la mañana y Guillermo ya empezaba a molestar a los demás vecinos. Un estruendo se escuchó dentro del pequeño departamento siendo producido por un adormilado mexicano, que se despertaba en el suelo de tremenda pesadilla.

Y que pesadilla más realista.

Leo, Italia y un rompimiento demasiado trágico para su aturdida mente lo invadían mientras se levantaba con un ligero dolor de caderas.

"Chingada madre Guillermo, déjate de pendejadas, es imposible que Lionel reaccione así, fue sólo un sueño...pero..."

Y a pesar de que aquello fuese "solo un sueño" no quitaba el miedo que sentía a la realidad.

Porque Memo sentía mucho miedo. Miedo de perderlo.

Aunque al final no fuera más que la justificada paranoia apoderándose de el, que llegaba arrollando toda su confianza y fuerza de voluntad, devolviéndolo a ese tiempo dónde lo único que recibía del argentino eran insultos.

El miedo seguía, seguía y no se iba, aferrándose a falsos temores que empezaban a cansar al rizado.

Por eso y porque su cobardía podía más que el en esos momentos era que se encontraba en la puerta de la casa con fachada barroca, con las manos temblorosas sujetando una pequeña carta y su rostro deformado en una mueca llena de nerviosismos que trato de componer cuando la luz de su vida abría la puerta con una sonrisa emocionada.

-¡Memo! no te esperaba acá, es re temprano, ya desayunas...

Unos labios ásperos interrumpieron lo que estaba diciendo en un beso húmedo, uno que acepto gustoso, tanto que ignoro los ojos llorosos de Guillermo, sus manos dejando delicadamente un pequeño sobre en las suyas, y el ligero temblor con el que se separó de sus labios.

-Yo...Lionel, me voy a Italia.

lo último que alcanzó a ver fue la figura del moreno alejándose a paso rápido, mientras que el seguía estático en la puerta, aguantando la respiración y las ganas de llorar.

...

Lo amaba, claro estaba, pero eso no quitaba que el tarado de memo seguía siendo el peor cobarde, que su única despedida fue una pequeña carta que se negaba a abrir. "Leo, me voy a Italia" las únicas malditas palabras que le dijo para después desaparecer de su vida y horas antes de partir lo dejaba con un beso húmedo en la boca y un sobre en sus manos temblorosas

-¡No quiero leer nada! ¡no quiero saber nada de el! es un nene, se cree que puede jugar conmigo e irse cada que se le cante la re concha de su madre

-Cálmate leo, debe de haber alguna explicación para esto ¿sí?

-Aja, déjanos leer la carta. - Pidió Antonella, que recibió, junto con Sergio, la dichosa carta a la expectativa de solucionar las cosas. Con cada párrafo no podían evitar detenerse para mirar al otro, ambos atónitos con cada frase en aquel pedazo de papel, que contenía las palabras de despedida más tiernas y desgarradoras que el par argentino había leído en su vida.

-¡Dejen de mirarse así, por Dios! ¿¡Que dice, que dice?!- Las expresiones contrarias habían logrado poner nervioso a Lionel, con duda empezó a acercarse a los dos jóvenes, que terminando de leer miraron al menor con una seriedad escalofriante.

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