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El grupo llevaba horas cabalgando cuando por fin fueron testigos de los primeros rayos de luz del amanecer.
Por fortuna no habían encontrado con ningún titán en el camino, lo que de cierto modo, resultaba bastante extraño. Se suponía que habían invadido todo el distrito Rose.
Lograron visualizar las ruinas del castillo a unos metros de distancia, y justo en ese momento, una de las torres cayó al suelo provocando un gran estruendo.
Rochelle animó a Pardo para aumentar su velocidad y obligando al grupo seguir su ritmo.
El lugar había sido cubierto por una mezcla del vapor de los titanes muertos y el polvo que se levantó gracias al derrumbe. Aun así, Rochelle fue capaz de divisar a los titanes que emergían de entre los escombros.
La castaña estaba seria al notar que los titanes parecían estar peleando contra uno de su especie, devorándoselo casi por completo. Dándole entender, de que uno de los traidores, se estaba defendiendo.
A una distancia pequeña de ellos, estaban los reclutas a quienes debían rescatar.Por su lado pasó Mikasa con su equipo de maniobras. Rochelle mando a Ray exterminar a uno que iba arruinar su posición.
Sin dudarlo, el pelinegro imitó la acción de Mikasa, impulsándose cuando el arpón se clavó en la espalda de un gigante. Posicionando sus hojas en sentido contrario y descendió dando vueltas hasta la nuca del titán y rebanándola al instante.
-¡Grupo de apoyo, vigilen los alrededores! -Apuntando con mi espalda a la dirección donde debían de ir. -¡Los demás abordaremos el punto donde se reúnen los titanes! - Ordenó.
Eren cayó a unos escasos centímetros de Ray. Se había enredado con los cables del equipo después de haber matado a un titán.
-¡Eren, no te he autorizado a bajar del caballo! -Gilmore lo reprendió. El ojiverde se levantó sobándose el trasero con el que aterrizó.
-¡Si, lo siento!
Rochelle por su cuenta, terminó con otros titanes que se encontraban allí, y con otros que seguían con vida pero que estaban atascados entre los escombros por ser más pequeños que los demás.
-¿Estas bien? - le preguntó al soldado de cabello rapado, que estaba en el suelo anonadado.
-¿Eh? ... Si - teniendo la mirada perdida, se dedico a voltearme a ver, de inmediato sus ojos se agrandaron. Sin perder el tiempo se levanta con torpeza haciendo el saludo militar.