Capítulo 6: "Sentimientos confusos"

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— Bien, te voy a subir a la cuenta de tres. — Advirtió Ash a su compañera para que esté preparada.

— Cuando quieras. — Respondió con una sonrisa May.

— Uno... dos... ¡Y tres! 


Dos días después de la despedida en Pueblo Terracota

Se podía ver como una adolescente está, bueno, mas bien estaba durmiendo plácidamente en su habitación, pues despertó abruptamente tras tener ese sueño. Después de unos segundos, los cuales ocupó para despertar bien y sentarse en la cabecera de la cama, la castaña abrazó sus piernas para sentirse un poco más tranquila.

— Otra vez ese sueño... — Susurró para sí misma May mientras sentía sus mejillas ruborizarse — ¿Por qué no te lo dije de nuevo? — Se lamentó soltando un pesado suspiro, para después enterrar su cabeza en sus rodillas — Tonto... ¿Qué son estos sentimientos por ti, Ash?

No servía de nada darle tantas vueltas al asunto, eso solo haría que se sienta más inquieta. Pero esos pensamientos no duraron mucho, pues notó como su estómago rugía, indicando que se encontraba hambrienta.

— Será mejor que baje a comer. — Dijo la castaña para levantarse de su cama.

Primero tenía que vestirse, así que se acercó a su armario para buscar la ropa que su madre le había regalado el día anterior, cuando regresó de su viaje por Kanto con su hermano Max a casa. Una vez encontrado el conjunto, rápidamente se lo puso, vistiendo ahora una camisa sin mangas anaranjada y con cuello negro, unos shorts de lycra negros y unas zapatillas anaranjadas con blanco junto a unos calcetines negros. Ya estando lista, May se dispuso a tomar la mitad del listón que compartía con Ash antes de salir de su cuarto, sin embargo, no lo encontró en su mesita de noche, donde lo dejó antes de irse a dormir la noche anterior.

El no ver por ninguna parte de su mesita la mitad del listón, hizo que la chica se asustara por no poder encontrarlo. Desesperadamente lo buscaba por toda su habitación, ese listón significa demasiado para ella, así que la sola idea de haberlo perdido la angustiaba. El único lugar que quedaba era su cama, por lo que, cruzando los dedos, se puso a buscar allí con la esperanza de encontrarlo.

— Vamos. ¿Dóndes estás? — Se quejó intranquila la coordinadora mientras buscaba en su cama, hallando finalmente el listón bajo su almohada — ¡Aquí estás! Gracias a Dios aquí estás. — Exclamó aliviada mientras se estiraba sobre su cama.

Se quedó por unos cuantos segundos tendida en la cama contemplando con mucho cariño aquel objeto tan valioso para ella, para después ponerse de pie y asegurándose esta vez de sí guardarlo en su mesita de noche antes de perderlo por algún motivo. El hambre que tenía la estaba matando, por lo que pronto abandonó su habitación para ir a la cocina. Cuando iba a mitad de camino a la cocina, pudo percibir un delicioso olor proveniente de esta, encontrando a su madre cocinando y a su hermano ya sentado en la mesa comiendo.

— Buenos días. — Saludó con una sonrisa May, mientras se sentaba en una de las sillas junto a la mesa.

— Buenos días, May. — Saludó de vuelta su hermano Max, dejando a un lado su comida.

— ¿Qué pasó, cielo? Te tardaste en venir a comer. — Mencionó su madre, Caroline, en lo que le servía unos panqueques a su hija.

— No, nada. Es que no podía encontrar algo, eso es todo. — Contestó un poco nerviosa la castaña.

— Está bien. Ahora, come tranquilamente. 

— Gracias, mamá. — Respondió la coordinadora para ahora empezar a comer la comida de su madre, era su favorita.

Aprendiendo a amarte (PAUSA/EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora