Emilio tiene una pequeña hija de 6 años, de la cuál comparte custodia con la madre.
¿Qué pasará cuándo en una noche loca, Emilio se acuesta con un joven que conoció en un bar
Ó peor aún.......
¿Qué pasará cuándo sepa que ese joven es nada más y nada...
- ¿Entonces será una gran fiesta? - preguntó la señora Niurka mientras se servía más refresco.
La situación actual era facil de describir; en un lado de la mesa estaban sentados los padres de Emilio, frente a ellos estaba Joaquín y a su lado el rizado y la pequeña Estefy al extremo de la mesa mientras comían de la pizza que minutos atrás había llegado.
- Sí, Estefy quiere invitar a todos sus compañeritos - comentó Emilio.
- Oh, entonces puedo venir a ayudarte a arreglar - ofreció la señora.
- No será necesario - se apresuró en decir - Alejandra me dijo que le rentaría una palapa.
- Oh, hablando de Alejandra, ¿cómo está ella? - preguntó la señora Niurka.
- Está bien, mamá - dijo cortante.
- Deberías decirle seriamente lo de volver a intentarlo, ella es una buena chica y...
Su frase no pudo ser terminada porque un Joaquín ahogándose con un trozo de pizza interrumpió.
- Joaquín, ¿estás bien? - dijo Emilio, preocupado mientras daba leves golpes en la espalda del rubio.
- Sí - tosió - lo siento, no mastiqué lo suficiente.
- Bebe refresco - sugirió el padre de Emilio.
Joaquín volteó a ver su vaso y no tenía refresco, Emilio rápidamente le extendió el suyo - bebe del mío, yo te sirvo mientras.
Joaquín asintió y bebió.
- Bueno - habló la madre del rizado - hablábamos sobre Alejandra...
- Mamá - la cortó - no hablemos de eso.
- Pero hijo-
- Abuelita, mi mami está bien, sólo algo ocupada por el trabajo - dijo amablemente la pequeña.
Entonces Joaquín entendió. Alejandra era la madre de Estefanía.
- ¿No te gustaría vivir con tus papis juntos? - preguntó la mujer.
- Mamá te dije que no hablemos de eso - repitió serio.
- ¿Acaso estás saliendo con alguien? - cuestionó la señora.
- No, pero no quiero hablar de eso. Respeta.
Y así la sala se sumió en un silencio incómodo.
Joaquín posó su mano en la pierna de Emilio en señal de apoyo al rizado, quién alzó su mirada para encontrarse con los ojos miel del rubio y sonreírle en agradecimiento, acto seguido cubrió la pequeña mano del chico con la suya.
Joaquín se quedó sin saber que hacer. La mano del rizado se sentía tan bien sobre la suya que le hizo cuestionarse cómo se sentiría entrelazarlas mientras daban un paseo al aire libre. Rápidamente negó con su cabeza, recordando que estaban en una relación de sólo sexo y amistad.
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