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Lo beso, y lo beso con tanta pasión que se desborda por mi piel, todavía cubierta por el vestido que sé que no durará mucho tiempo puesto sobre mí. Enredo mi mano en las ondas de su cabello justo detrás de su oreja, bajo por su nuca y lo atrapo con mi boca como si fuera la primera vez que lo besara. Mis piernas se afianzan más a su figura y choco con el bulto en su entrepierna para rozarme contra él de atrás hacia adelante.

Es tan exquisito.

Siento cómo se calienta hasta el último átomo en mi cuerpo y no lo quiero evitar. En su lugar, coopero para que siga subiendo mi temperatura así como la de Jimin, porque es seguro que esa dureza que toca mi centro no es otra cosa sino deseo acumulado por tantas noches sin vernos. Y es que, aunque él sea frecuente en mis sueños, a veces no duran mucho, y en las peores circunstancias, ni siquiera logro soñar con su persona.

—Adoro poder estar contigo —le confieso al pensarlo.

—Y yo contigo —me dice mientras sus manos suben hacia mi cintura y me une más a su cuerpo, como si la distancia, aunque sea mínima, nos hiciera daño—. No es bueno estar tanto tiempo lejos de ti.

Me obsequia besitos cortos en mi mandíbula, a la vez que va subiendo hasta mi oreja, donde la mordisquea y lame sin piedad haciéndome estremecer. Deja de estar sentado sobre la cama y, cargándome, se gira para tirarme con delicadeza sobre la misma sin dejar de estar entre mis piernas. Abre con rapidez los botones de su camisa y la lanza por ahí permitiendo que vea su pálido pecho.

Paso mis dedos por la piel expuesta, sintiéndolo más real que nunca, lo beso por todo el centro de su pecho y no tardamos en unir nuestra suavidad labial como lo hacíamos previamente. Me sube la falda del vestido hasta las caderas, recorriendo mis muslos con su mano entera hasta que llega a mi centro vulnerable. Lo toca como si fuera tímido, pero no necesita de otro segundo para ponerse a jugar allí.

Me quita la ropa interior cuando le comienza a estorbar y mete la cabeza por completo entre mis piernas, tomándome por sorpresa. No imaginé que se tomaría el tiempo para estar en esa zona, sin embargo, no lo quiero desaprovechar en absoluto. Me aferro a su cabello con ambas manos cuando las sensaciones empiezan a crecer y no hago más que tensarme por lo rápido que el placer aumenta.

Mi cara se vuelve otra y mi boca se entreabre para poder respirar mejor. Comienzo a gemir sintiendo cada cosa que hace con su lengua, como si de una máquina programada tratase. Se mueve de aquí para allá y en ocasiones baja para meterla en mi vagina mientras me observa con dedicación. Yo ni siquiera puedo pensar, solamente puedo disfrutarlo sintiendo en mi botón de juegos cómo estoy a punto de acabar.

En poco y estaré ahí, saboreando la delicia del climax. Tan solo un par de lamidas más y me tiene entre su boca alcanzando el punto cúspide al que me quiere llevar. Clavo en mí su cabeza cuando alcanzo tocar los destellos más increíbles y me dejo ir completamente en sus labios sintiendo cómo toda la fuerza se va de mi cuerpo. Jimin se aleja de mi chupando mi botoncito y lo suelta de golpe, provocando en mí una rica sensación final.

Entonces es cuando se apoya sobre mí después de bajarse los pantalones y soba mi entrada con la punta de su pene. Tan húmeda como babosa, logra entrar fácilmente en mí, aún con la sensibilidad a flor de piel; pero sin estar lista para dar por culminado nuestro acercamiento. Así que lo apresuro a entrar todavía más en mí, tomándolo por su trasero cuando sé que lo hace lento y suave para no lastimarme.

Una vez que está dentro no detiene su labor, la cual lejos de ser tosca y dura, es realizada con mucho cuidado mientras planta besos en mi cuello que me causan un grato sentimiento. Sin tardar, lo atraigo a mis labios para descargar mis emociones en los suyos, desbordándome en gemidos en este instante. Jimin apoya su mano en mi cintura y me penetra provocando que me sienta tan suya como jamás lo he sido de alguien.

—No quiero ser de nadie más, solo quiero ser tuya —le digo con voz muy tenue, casi sin aliento.

Jimin junta nuestras miradas y suaviza nuestra unión al oírme.

—Siempre lo has sido, Stell. Y no porque hacemos el amor, sino porque realmente te amo. —Pasa su pulgar por mis labios y me besa. Luego oculta su cara entre mi cuello para hundirse en mi interior.

Se empuja tantas veces como las requerimos, causándonos esas solicitas corrientes de placer. Aprieto mis manos en sus hombros cuando empieza a hacerlo más fuerte, tanto que mis pies deben contraerse para soportarlo. Sus caderas chocan sobre las mías hasta que lo siento acabar por completo dentro de mí.

Y sin salirse, se acuesta encima de mis pechos para descansar su sonrojada cara tras la exquisita faena. Lo acaricio con tal suavidad que apenas siento la firmeza de su cálida piel bajo mis dedos, pero aún así, se siente más real ahora que en todas las veces en las que he estado con él.

O tan solo es mi sólida necesidad por hacerlo real, la que conduce a que, con cada sueño en el que Jimin aparece, pueda lograr sentirlo un poco más cercano a mi realidad...

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22.3.24

Soñaré contigo » p.jm [ Terminada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora