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—Ya hay que cambiar estas sábanas, están muy sucias —me dice Ethan mientras sacudo mi lado de la cama para acostarme junto a él, lamentablemente.

Porque no quiso dormir en el sofá por mucho que se lo haya pedido, pues, como dijo: «esta es MI casa y no dormiré como un sucio invitado». Así que, evitando más discusiones, lo dejé tranquilo, incluso cuando no me complace en absoluto estar cerca de su asquerosa presencia.

Han sido inútiles mis conversaciones con Ethan, ya le he expresado mis sentimientos y él fácilmente los echó en un saco roto, no le interesó nada de lo que le dije. Dejé de ser una persona con derechos según su visión. Me trata como siempre y hasta peor, no hay cambios. Es como si su engaño no hubiese pasado y yo continuara siendo la esposa silenciada que solo sabe cumplir con su rol.

Ya no encuentro cómo hacer para que me escuche...

Aunque de cualquier forma ya ni me esfuerzo. Entiendo que no hay remedio para nosotros, él no quiere facilitar un cambio positivo para ambos y a mí se me fueron las ganas de hacer que esto funcione. Lavo su ropa y su comida está lista a la hora, caliente como le gusta, y así parece dejarme en paz. A duras penas me dirige la palabra, y si lo hace es para decirme que algo falta o que algo debe mejorar.

De resto, nada.

Su corazón es frío y duro como una roca volcánica mientras que el mío está totalmente frágil, y es por su causa. Le echo un vistazo rápido y lo veo textear en su teléfono, ha estado en eso desde que pisó la casa, incluso ahora cuando ya nos vamos a dormir. No necesito ver la pantalla para saber que le habla a ella. Su sonrisita lo delata; me resulta despreciable.

—Mañana las cambio —le digo en un tono bastante seco. Me acuesto dándole la espalda y me subo las sábanas hasta la cintura—. Buenas noches.

—¿No me darás un beso? —me pregunta con sarcasmo.

Escucho cómo deja el teléfono sobre la mesita al costado y tarda poco en moverse hasta mí, donde me cubre con su cuerpo por detrás. No sé qué se propone, pero no lo quiero tan cerca.

—Alejate de mí —le ordeno cuando sube su mano hasta mi mejilla y la acaricia levemente.

—¿Por qué? Solo quiero un beso de mi esposa. —Su nariz rosa mi cuello y me huele.

No espero ni dos segundos para levantarme de sopetón poniendo mucha distancia entre nosotros.

El maldito tiene una erección.

—¿No extrañas hacerlo juntos?

—¡Si te dejaron caliente ese es tu problema, malnacido! ¡A mí me dejas tranquila! —exclamo iracunda.

¿Qué se ha creído el muy infeliz? Me causa tanto asco que no puedo pasar otro minuto viéndolo.

Salgo de la habitación a paso veloz y entro en la de huéspedes sin pensar, cierro con seguro y me echo en la cama para gritar fuertemente contra la almohada. Continuo haciéndolo llena de rabia y frustración. ¿¡Por qué tiene que ponerse cada vez más detestable!? No me merezco algo así, ¡no me lo merezco! Queda confirmado que solo soy un objeto, un juguete que puede usar a su conveniencia.

Aquí es cuando quisiera ir a un lugar al que nadie ha ido y perderme allí para siempre y que nadie jamás me encuentre. Me tumbo de lleno sobre el colchón abrazándome a mí misma, lo único que verdaderamente poseo en este horrible mundo, y me quedo inmóvil con los ánimos rotos. No tengo la más mínima intención de pararme algún día de esta cama.

Está muy cómodo aquí dentro, lejos de Ethan, lejos de todo lo que me hace mal y me lastima. Tan cómodo que mi mente se nubla y se pone en blanco, dándole paso a la calma extrema y a otra clase de circunstancias...

• • •

Abro los ojos, cegada por la intensa luz del sol que me recibe atenta como en toda ocasión, y me preparo para verlo. Esta vez, sentado casi sobre mí como si me esperara. Me da un beso en la frente y acaricia mi cabello, después sujeta mi mano ayudándome a que adopte su misma posición. Parece un ángel con la luz detrás que lo ilumina de aquella forma. Y quizá sí lo es, mi ángel de los sueños.

—Te extrañé tanto —musito mientras lo admiro. Luego corro por un abrazo—. Siguen pasando cosas terribles que me hacen no querer volver.

—Llegará el momento en el que eso no ocurra, mi estrella. Te lo prometí —me dice acariciando mi cabello.

Asiento recostada en su pecho. Sin embargo, cuando la memoria de lo que pasó afuera del supermercado toca mi mente, me separo de él y lo miro en busca de respuestas.

—Jimin, ¿qué está pasando? Te vi fuera de mis sueños, y eso no puede ser posible. ¿Acaso aluciné contigo?

Él sonríe y me acerca de nuevo a su pecho para darme uno de esos besos sobre mi cabeza que tanto adoro.

—No fue nada como eso, Stell. Lo que nos ocurre es tan real como lo que vives lejos de aquí. Solo somos de universos diferentes —expresa, causando que lo vea a los ojos de inmediato—. De alguna manera, lograste conectar conmigo a través de tu sueño y apareces en mi realidad siempre que descansas.

—¿Estás seguro de que esto no sigue siendo parte de mis fantasías?

Suelta una risita muy tierna y quita una parte de mi cabello despeinado de mi frente. Entonces niega con la cabeza, mirándome con dulzura.

—¿Si sabías que no era así por qué no me lo habías dicho antes? —inquiero.

—No lo sabía, y también pensé que alucinaba, pero resultó no ser de ese modo... Cuando no dejabas de aparecer tuve que platicarlo con mis consultores. Ellos me dijeron que ha tenido que haber una brecha en nuestro cosmos, donde el mismo coincidió con el tuyo y ambos logramos enlazarnos mediante tu sueño —me explica.

—Con razón no dejabas de sentirte tan real... —murmuro.

«¿Pero qué tan probable puede ser eso?», pienso igualmente.

—Estoy moviendo mar y tierra para lograr que te quedes, Stell. —Toma mi mentón delicadamente y sube mi mirada—. Estoy enamorado de ti y no tolero la idea de saber que alguien más te tiene y solo es para hacerte sufrir. Aquí no te faltará nada y serás libre de sus cadenas.

—¿Cómo piensas hacerlo? Es imposible. De hecho, lo nuestro ni siquiera debería ser, es... un error universal —le digo preocupada.

—Tengo mis métodos, luna preciosa. Solo confía en mí, estoy cerca de lograrlo.

Jimin me besa permitiéndole a mi mente un reposo. Quizá gozar de su compañía es lo que más necesito en lugar de sobreanalizar lo que no puedo controlar con mis manos.

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22.3.24

Soñaré contigo » p.jm [ Terminada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora