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—Qué deficiente te has vuelto, Stell. Ni un café bueno puedes prepararme.

Ethan desecha por el lavaplatos la taza entera de café negro que le he servido y yo a penas le presto atención. Como mis frutas en silencio deseando que ya se vaya a trabajar.

—¿Me escuchaste? —agrega.

—¿Qué quieres que te diga? No soy la mujer perfecta, no todo puede quedarme bien siempre —le digo, provocándole un sonido de queja.

Va y se coloca el blazer para irse y dejarme tranquila de una vez. No sin antes regalarme un comentario de los suyos:

—Deja de hacer porquerías a propósito, sé que puedes hacerlo mejor.

Agarra su maletín y se dirige a la puerta, yéndose a pasos molestos que reflejan su pésimo humor. Debe ser que ya no la está pasando tan bien con su secretaria y regresa pagándolas conmigo.

Realmente no lo soporto más.

El estruendo de la puerta principal se oye fuertemente y yo cierro mis ojos. Dios, cada vez está más inaguantable. Solamente espero por despertar dentro de una realidad muy distinta a esta, pero parece que eso se está tardando mucho más de lo que había pensado. La última vez que soñé con Jimin fue hace una semana, y desde entonces ni siquiera lo he visto en algún reflejo para saludarlo; mucho menos, para que me notifique sobre los avances.

Lo cual me preocupa mucho.

¿Será que algo le ha pasado? ¿O será que está muy ocupado en su misión? ¿O será que mi cerebro se ha aburrido de su propia creación y lo ha borrado de mis sueños cuando el mismo llevó la historia demasiado lejos? Ya no lo sé, y es que verdaderamente no sé nada.

Quiero creer firmemente que vivo un momento muy hermoso y único gracias a una falla del universo, sin embargo, las interrogantes no me dejan tranquila. La lógica me indica que nada de lo que acontece puede ser una evento factible, un sueño es un sueño, no tienen mucho significado, menos relevancia. Pero cuando Jimin me observa con esa mirada tan cálida y comprensiva, me abraza, me besa, me da cariño y me toma tan en serio como nadie lo ha hecho, revalúo mis pensamientos y yo misma me quiero convencer de que tiene que ser real.

Jimin Park tiene que ser real.

Tan solo espero por verlo de nuevo y atravesar ese mencionado espejo, así comprobaría que sus palabras siempre fueron ciertas y que no soy simplemente yo perdiendo por completo mi lucidez e intento forzar algo que en verdad no tiene ni pies ni cabeza... Me levanto de la mesa y llevo mi plato al fregadero, no tardo en lavarlo y me dirijo al baño para iniciar con las labores de limpieza. Aun cuando todo lo que he hecho esta semana ha sido dedicarme a eso, porque he descubierto que esa es la única forma en la que no me detengo a pensar en Jimin.

• • •

Rocío el gran espejo frente al lavamanos con agua enjabonada de extremo a extremo y las gotas comienzan a bajar, paso un trapo sobre el mismo, poniendo borrosa toda la superficie. En ello, me detengo, comenzando a pensar en él, tras obligarme a no hacerlo durante todas estas horas. Pero es que lo extraño, y lo extraño muchísimo. ¿Y cómo no hacerlo? Es parte importante de mí, de mi vida, y de mi existencia en general. Lo quiero, y hasta podría llegar a decir que... lo amo.

Y sé bien que puede parecer una locura, pero qué más locura que lo que estoy viviendo.

Además, conozco a mi corazón, y lo que me susurra siempre que lo veo o lo recuerdo es eso: amor. Solo amor... Sonrío, precisamente recordando cierto momento, cuando me dijo que estaba enamorado de mí. Una chispa en mi interior se encendió al escucharlo porque no me lo esperaba; iluminó un cofre oscuro que no pensé que volvería a tener luz. Una persona se encargó de apagarla, sin embargo, alguien más le ha vuelto a brindar su nativo resplandor.

Dibujo un corazón en el centro del espejo, sin borrar mi sonrisa, dedicado a lo que siento por ese encantador e increíble príncipe.

—Stell...

Un murmuro aterciopelado se asoma detrás del espejo, a poco centímetros de mi mano, la cual aparto para ubicarla sobre mi boca, cubriendo una sonrisa aún más grande.

—Por fin logro ver tu hermoso rostro de nuevo. ¿Cómo has estado? —añade, causándome un pequeño salto de emoción.

—Mi amor, solo he sabido echarte de menos —le digo, devolviendo mi mano para acariciar su rostro, aun cuando solo consigo hacerlo sobre la superficie que nos separa— ¿Cuánto falta para que esta distancia se acabe? ¿Has logrado algún avance? ¿Y por qué no te he vuelto a ver en mis sueños, qué pasa? Dime, por favor.

—Ay, mi dulce estrella, esas son muchas preguntas a las que responder —me dice con ternura—. De todos modos, no continúes preocupándote por eso, pronto no necesitaremos más de sueños para poder estar juntos. Lo han encontrado y mañana lo instalarán —anuncia.

Mis ojos se abren enormemente.

—Lo sé, también estoy muy feliz —me dice, leyendo mi expresión. Su mano choca con la dureza del espejo al procurar alcanzarme—. Ya falta poco, tan solo un día más. Mientras, anhelaba verte en demasía. Me preocupaba que algo hubiese ocurrido durante este ausente tiempo.

—Nada ha pasado, tranquilo. Solo quiero irme ya de aquí —le digo—. ¿Prometes que será mañana?

—Lo prometo, mi luna hermosa. A partir de mañana seremos nuestros sin ningún impedimento.

—No sigo en un sueño, ¿verdad? —le pregunto, sintiéndome de pronto muy vulnerable. Aunque la sonrisa amena que Jimin me obsequia, me da lo necesario para sobrellevarlo.

—Tal vez nos encontramos en uno, pero lo que hemos vivido nunca lo ha sido. Eres mi realidad, Stell. Y la más maravillosa que pude pedir.

Suspiro, asintiendo a sus cálidas palabras, deseando también que fuese hoy mismo mi oportunidad de huir a sus brazos eternamente.

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22.3.24

Soñaré contigo » p.jm [ Terminada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora