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Camino con el carrito de compras por el supermercado como si me manejaran a control remoto. Tomo lo que sé que hace falta y una que otra cosita de gusto dulce para aliviar mis pesares. Lo único bueno que me ha pasado ha sido soñar mucho más con Jimin estos últimos días, antes no sucedía tan seguido, pero desde que hicimos el amor me visita cada noche sin pausa. Lo que me hace muy feliz.

Ha de ser que mi cerebro ha encontrado la manera de hacerme vivir un menor calvario creando a este hombre increíble que se desvive por mi amor. Porque la paso tan mal aquí que, si no fuera por él, no tendría ni la fuerza para venir a hacer las compras. Menos, sabiendo que todo este sacrificio es para Ethan, quien quiere sus comidas al día y ya la nevera se estaba quedando vacía.

Paso por la sección de lácteos y agarro dos cartones de leche, intento tomar un vaso de yogurt pero el cartel amarillo de «piso húmedo» me lo impide. Alguien ha hecho un desastre con el agua mineral y las baldosas blancas ahora están brillando por el líquido claro. Busco una salida para no resbalarme mientras alcanzo el yogurt, y en eso, noto un raro reflejo en el agua que es más lúcido a los de costumbre.

Frunzo el ceño cuando me doy cuenta de que ni siquiera es mi silueta la que se halla en el charco, sino la de Jimin, el hombre de mis sueños. Asombrada, me inclino para verificar que mis ojos no me mienten. Y no hay dudas, se trata a de él. Procura alcanzarme con su mano y yo hago lo mismo por instinto. No obstante, me reincorporo al instante cuando el empleado que ha venido a limpiar la zona me ve con cara de loca.

Meto los cartones de leche en el carrito y ni siquiera me molesto por ver qué más me falta en la lista de compras, ya que me voy directo a la caja. Llego casi al trote y me dispongo a hacer la fila, aunque no dejo de estar concentrada en lo que acaba de ocurrir. Esto se está poniendo más serio de lo que debería; siento el corazón acelerado y sé que es por miedo y confusión.

¿Será que estoy perdiendo la cabeza? Porque tampoco es muy normal soñar constantemente con lo mismo...

Tal vez deseo estar tanto con Jimin que alucino con él incluso bajo circunstancias improbables, como lo es un charco de agua. Quién sabe... Saco mi cartera cuando llega mi turno, todavía un poco disociada de la realidad, pero hago un esfuerzo por centrarme en lo que debería. Y una vez fuera del supermercado me apresuro en llegar a casa, no sin antes tener otro encuentro con su reflejo en la ventana de un auto.

Aprieto las bolsas en mis manos buscando seguridad en eso, aunque no la siento en absoluto.

—Eres solo un sueño, no eres real —afirmo ante lo que veo.

Por muy hermoso que me pareciera verlo fuera de mis sueños antes, en este momento es terrorífico.

—Ni lo digas, estrella plateada. Soy tan real como tú lo eres en tu universo —me dice, causando que un escalofrío intenso me ahogue y suelte las bolsas en el suelo.

No pretendía escucharlo hablar.

—¿Cómo es posible? —pregunto, mirándolo atónita.

—Nuestra conexión sigue creciendo y ahora puedes verme a través de los reflejos de tu mundo.

Se me va el aliento cuando lo oigo. Es más factible para mí creer que estoy perdiendo el juicio.

—Solo eres parte de un sueño. De MIS sueños, Jimin. Por favor, no me hagas esto, no me hagas creer que estoy loca —expreso aterrada.

Él me mira enternecido, pero también muy preocupado. Es tan absurdo que esto me esté ocurriendo a mí.

—Cálmate, Stell. Temprano aclararemos todo esto, pero sí te pido que no te angusties. De hecho, es mucho mejor de lo que piensas que por fin podramos vernos fuera del plano de los sueños —me avisa con una sonrisa.

Su mano parece apoyarse contra el vidrio, siendo esa la forma en la que expresa que desea tocarme. Y no me niego ante aquello, le correspondo juntando nuestras manos, incluso cuando lo que realmente siento es el frío vidrio ahumado bajo mis dedos.

—¿Te veré esta noche? —le pregunto sin quitar mi mano de la suya, que aunque no sea la típica, me sigue dando toda su confianza.

Jimin cierra los ojos y me lo confirma con una sonrisa cálida.

—Como cada noche en la que me necesitas —me asegura.

Espejismo o no, asiento confiando en sus palabras, ya que ni por un instante Jimin me ha fallado.

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22.3.24

Soñaré contigo » p.jm [ Terminada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora