Capítulo 1

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NAVIORY

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NAVIORY


Bip... biip... bip... biip

Joder...

Bip... biip... bip... biip

Una... ¿alarma?

Bip... biip... bip... biip

Esa...

Bip... biip... bip... biip

Carajo...

Bip... biip... bip... biip

Maldita loca...

Me removí sobre las sábanas, extendí el brazo para alcanzar al objeto molesto, productor de sonidos infernales, destructor de sueños y creador de preguntas existenciales...

¡¿Por qué poner una alarma, cuando sabes perfectamente que no vas a poder levantarte y apagarla?!

Giré un poco mi cabeza, lo justo y necesario para abrir mis ojos evitando la luz que se colaba por los ventanales; restregué mis párpados y observé panoramicamente a mi alrededor, poniendo mi atención en el cuerpo que yacía inerte y desparramado junto a mí.

Fijé mi vista en el reloj digital que estaba a un lado, encima del buró a un costado de la cama, vi el blíster de pastillas con un vaso medio vacío de lo que parecía ser agua o vodka.

Sabía lo que eran y sabía lo que significaban, incluso yo misma las habría tomado de haber tenido una noche igual que la persona inconsciente a mi lado.

Retiré las sábanas que envolvían mi cuerpo, me levanté y fui hacia el vaso, lo agarré y vacié el poco de contenido que quedaba encima del ser humano que me había arruinado la mañana; quien por el líquido sobre su cara se sobresaltó y se hizo a hacía el otro lado de la cama, se cubrió con la almohada y soltó un quejido ahogado.

—Levántate. —dije, poniendo de vuelta el vaso donde estaba.

—No quiero... —murmuró, con voz ronca y adormilada.

—No es una pregunta, es una orden —. me di la vuelta caminando hacía el baño —. Levántate ahora.

Un silencio sepulcral le siguió a mis palabras.

—Si vuelvo a repetirlo, ten por seguro que la tercera vez será algo mejor que un vil vaso de agua —. reiteré, buscando productos personales para cepillarme y lavarme el rostro.

Pasaron pocos segundos para después oír quejidos, pataletas y maldiciones por toda la habitación; escuché sus pasos que se oían cada vez más cercanos.

—Maldición, ¿Por qué te levantas tan temprano? —preguntó, pasando sus manos sobre su cabello revolviéndolo más de lo que ya estaba.

El cinismo era tedioso cuando era yo la que había despertado primero, aún así no dije nada porque seguramente no recordaba haber puesto una alarma por las pastillas que había consumido la noche anterior.

INGOBERNABLES ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora