Dos

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Shinichiro Sano recibió el mundo en sus brazos, pero se le fue arrebatado dos horas después.

Era un alfa de clase media y sin ninguna postura de prestigio cubriéndole. Habían sido 23 años de vida conviviendo entre mundanidad y ambientes callejeros, rompiendo el estereotipo del buen estatus social de los alfas. Shinichiro debía trabajar desde los 17 años para poder mantenerse a sí mismo luego de la muerte de su abuelo, el único miembro sanguíneo de familia que le quedaba. Al principio fue una lucha constante con noches sin comer aún después de un extenuante día laboral, pero actualmente podía decir que vivía cómodamente después de poder construir su propio taller de motos y triplicar su miseria de salario anterior.

Hacia un año conoció a un omega llamado Yoshio en una fiesta. Era un muchacho de estilo de vida sano y alma libre, quizá demasiado. Escuchó advertencias sobre el tipo de vida que conservaba: nulas relaciones románticas, bienvenida a cualquier polvo de una sola noche. Shinichiro, aun conociendo su propio historial de desamor, se dejó cegar por la increíble e inmediata seducción de ese omega y siguió sus reglas, dejando todo en momentos ocasionales de caricias tibias y suspiros arrebatados.

—¿C-cómo estás t-tan seguro que es mío?

Si ese tipo realmente se acostaba con alfas semanalmente, tenía que tener una suerte realmente horrenda para ser justamente el alfa increíblemente fértil que logró traspasar los condones baratos y embarazarlo.

—Tengo tres semanas. Fuiste el único con quién estuve ese momento —debatió agresivo, visiblemente exasperado por su situación—. Shinichiro, yo no quiero a este niño.

La posición del alfa tampoco era diferente. Sus finanzas estaban bien ahora, pero no creía que soportaría el peso enorme que significaría un bebé. No lo recitaría en voz alta, pero era un alivio que el omega tampoco lo quisiera.

—De acuerdo, ¿alguna clínica donde puedan sacártelo? No sé mucho de este tema.

Su temple se descompuso en una mueca.

—Yo no sé, pero... Preguntaré a mis amigos, sí.

Consejos de sus famosos amiguitos los llevaron a una jodida "clínica" camuflada como una casa corriente y, no precisamente con una fachada muy... decente. El barrio en sí denotaba mucho el estilo de vida que llevarían allí. Era una zona muy alejada y casi desértica y las pocas personas que se asomaban, parecían voltear con precaución a su lado.

—Esto no parece muy seguro...

Yoshio pasó saliva, visiblemente tenso por el lúgubre panorama que le esperaba, pero su evasión a la responsabilidad que albergaba en el vientre fue más fuerte y reunió el valor suficiente para entrar. El "doctor" (si es que realmente lo era) pedía una increíble cantidad de dinero para un proceso donde —se molestó en recalcar un sinfín de veces— no se haría responsable de posibles repercusiones posteriores, y en donde existían grandes riesgos de desangrarse con un desgarre.

—Ni siquiera tengo un mes, ¿es necesario recurrir a estos métodos tan salvajes? —Yoshio debatió, preso del miedo por su propia seguridad.

Shinichiro desconocía plenamente del tema, pero él tampoco estaba seguro sobre dejar a Yoshio en manos de ese tipo.

—Es cómo lo hacemos aquí.

Yoshio casi se suelta a llorar en un arrebato de cólera y tristeza. No quería someterse a ese procedimiento por el único hecho de no querer ponerse en riesgo a sí mismo de esa manera. Shinichiro tuvo que sacarlo antes de que se fuera encima del supuesto doctor para molerlo a golpes.

Cuando la furia pasó, la desesperación tuvo más espacio para abrirse paso.

—No quiero cuidar de un niño, Shinichiro. Tú eres el culpable, así que hazte cargo tú.

Omega Sustituto | ShinWakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora