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El arroyo frente a ellos movía de forma tardía los cañaverales que descansaban en conjunto en medio de las turbulentas aguas, Merlina se estiro lo mas que le permitían sus brazos y piernas para tomar un cañaveral, ahora caminando a paso lento se a...

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El arroyo frente a ellos movía de forma tardía los cañaverales que descansaban en conjunto en medio de las turbulentas aguas, Merlina se estiro lo mas que le permitían sus brazos y piernas para tomar un cañaveral, ahora caminando a paso lento se acercó a su oscuro corcel y le tendió la verde planta, el animal devoró entre sus afilados dientes el alimento ofrecido mientras soltaba un sonido de satisfacción.

Miró distraídamente la interacción de Yoko y Divina, quienes ahora se encontraban compitiendo con sus arcos por ver quien lograba una mayor distancia en su tiro. Después de una larga hora practicando con sus compañeras, Merlina decidió recorrer el boscaje que la rodeaba, logrando percatarse de algunos detalles que tal vez luego le servirán para su escritura, al final del día las experiencias y recorridos de un escritor sirven de ayuda para una mejor narración, suspiro y se sentó en el frío claro en el medio del verde pasto, escuchando los pasos de sus compañeras acercándose.

─Que tu no lo hayas visto, no quiere decir que no existan. Además, te recuerdo que eres un vampiro. ─ el tono retador de Divina hizo suspirar a Yoko, quien se tomó la cabeza entre sus manos en señal de frustración.

─Yo no negué la existencia de los unicornios, simplemente dije que dudo mucho que vivan en este bosque, es demasiado concurrido, supongo que ese tipo de criaturas mágicas prefieren lugares más alejados de la civilización.

─Este boscaje es gigante, yo creo que es perfecto para que habiten los unicornios.

La joven sirena cerró su declaración descansando junto a Merlina en el claro del pasto, Yoko negó divertida ante la inmadurez de su amiga, aclarando su garganta se preparó para dar una respuesta.

─Muy bien, si insistes, deberíamos preguntarle a Merlina...

La mencionada se sobresaltó ante su mención, frunciendo el ceño miró a Yoko sin entender que buscaba de ella, ni siquiera estaba prestando verdadera atención.

─Pasas todo el tiempo aquí, dile que es imposible encontrar unicornios en este bosque. ─ la chica de rasgos asiáticos miró expectante a su amiga, mientras que la sirena veía esperanzada a Merlina para recibir una afirmativa.

La pelinegra se quedó estática, pensativa si en verdad era buena idea contarles sobre lo experimentado en estos últimos días, sobre la cabaña, los extraños ruidos en el bosque y sobre aquella colorida chica. Desde que se fue de forma precipitada de aquel lugar, no volvió a saber ni a ver a la joven, no sabía de su estado ni tampoco se esforzó en buscar respuestas a todas esas dudas o presentimientos que surgieron en ella desde que supo de la existencia de aquella rubia.

Simplemente considero que, alejarse era lo mejor, toda la experiencia vivida era una clara señal de problemas, y no es que Merlina tuviera algún tipo de miedo, simplemente que muy por dentro suyo algo le obligaba a mantenerse alejada, casi como si fuera impulsada por una fuente externa a cualquier cosa relacionada incluso a sus visiones o habilidades psíquicas.

El carraspeo de sus compañeras le hizo regresar a la realidad, Yoko la miró expectante al notar el estado de trance en el cual se encontraba, simplemente no dijo nada y se limitó a contemplar su alrededor.

─¿Merlina estás bien? ─ la voz indagatoria de Divina dejó ver la preocupación de su compañera, sin embargo, un familiar sonido sobresaltó a las tres chicas, quienes comenzaron a notar un estruendo en la lejanía, un rugido desgarrador que hizo volar a la horda de pájaros de sus nidos en los cercanos árboles. Yoko se elevó del suelo, confundida inspeccionó su alrededor, detallando minuciosamente los espacios entre la arboleda.

─¿Qué demonios fue eso? ─ expresó aturdida la joven de larga melena, quien se mantuvo quieta en su lugar, prestando atención.

─Tal vez deberíamos... ─ Watson fue interrumpida cuando un gruñido en un tono muy grave sonó al otro lado del arroyo, los árboles crujían con bullicio, desesperando a Merlina quien se mantuvo imperturbable hasta ese momento, reconociendo cada uno de los sonidos que comenzaron a sonar.

Yoko tomó rápidamente la mano de Divina corriendo en dirección contraria a los crujidos de los árboles, al notar la ausencia de la pelinegra mas baja, se detuvo, extrañandose al ver a la Addams estática en su lugar, volvió y la jalo del brazo para que se moviera, usando los abundantes arbustos como un escondite, guardaron silencio al notar como aquel gruñido se acercaba hasta que penetró los árboles que las rodeaban, un fuerte fragor de un tronco quebrándose fue la señal que recibieron que claramente no estaban solas.

Merlina asomó el ojo izquierdo por entre las hojas, captando dos grandes patas que pisaban el arroyo, siguiendo el mismo movimiento de su compañera, Tanaka se asomó, espantandose al no solo ver las patas de aquel ser vivo, sino captarlo en cuerpo completo y percatarse de que era un lobo, pero este en particular tenía las proporciones físicas de un elefante, suspiro ansiosa al caer en cuenta del peligro descomunal que corrían. Volviendo a esconderse, miro a Divina que se mordía las uñas impaciente mientras la miraba esperando una respuesta.

─Es mejor guardar silencio... ─ el movimiento brusco que hizo Merlina al levantarse del suelo, sobresaltó a la vampiresa. ─¿Qué demonios haces?

Sin prestar atención, Merlina se elevo pero sin salir de su escondite, Divina estiró su manga pidiéndole silenciosamente que volviera a poner su cuerpo contra el suelo. Un grito de dolor agudo asustó a el trío, quienes inmediatamente se mantuvieron quietas sin siquiera respirar en sus lugares, Yoko tomo a Divina de la mano, mientras Merlina observaba de forma somnifera la transformación de aquel ser tan intimidante, el cuerpo de aquel gran lobo gris se fue reduciendo, sus patas delanteras mutando a una piel sin pelos, hocico quebrándose hasta tomar la forma de una boca y su enorme cuerpo perdiendo poco a poco su pelaje hasta quedar lampiño, tomando su forma humana por completo. Fue cuando se percató de que no era cualquier persona.

─Es una licantropa, de seguro ya sabe que estamos aquí...─ expresó estoicamente la pelinegra de trenzas, sus compañeras la miraron incrédulas.

Saliendo de su escondite, se dispuso a acercarse hasta que una mano en su muñeca la detuvo, se giró sobre sus talones para mirar a Yoko, quien se clavó en su lugar olvidando por completo el llamado de atención que iba a hacerle a la más baja. Sin poder hablar, solo se quedó congelada, siendo totalmente llevada por el estupor de lo que sus ojos estaban captando, su boca entreabierta dejaba ver sus intenciones de hablar, pero simplemente no podía.

Enid se levantó del agua fría de aquel pequeño arroyo, sentía sus extremidades entumecidas, y su vista borrosa debido a la pérdida de energía que su transformación le consumió, su cabeza dolía y no le permitía concentrarse en nada, asique con el último suspiro de energía se esforzó en aclarar su vista, captando a duras penas los bordes del pequeño cuerpo de Merlina, quien miraba a un rostro que despertó nostalgia y familiaridad en Enid, sonrió en una leve mueca antes de caer inconsciente al suelo.

─¡¿Esa es Enid?! ─ expresó con asombro Divina, llamando la atención de Merlina, quien comenzó a intercalar entre el inconsciente cuerpo de aquella rubia y sus amigas, quienes se pasmaron completamente al reconocer a la joven rubia que permanecía inerte en el suelo.

─¿Ustedes la conocen? ─ expresó intrigada Merlina, no obtuvo respuestas y solo observo como ambas caminaban a paso rápido en dirección a la rubia.

─¿Ustedes la conocen? ─ expresó intrigada Merlina, no obtuvo respuestas y solo observo como ambas caminaban a paso rápido en dirección a la rubia

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©𝖠𝖮𝖩𝖮──❨𝘗𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳 𝘓𝘪𝘣𝘳𝘰❩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora