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Pasillos quiméricos imperturbables la guiaban llano a su destino, en su mano hojas arrugadas crujían cada que sus dedos se cernian sobre ellas, ya habia perdido la cuenta de cuantos intentos fallidos llevaba, y en su mente solo gritaba "matala, ma...

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Pasillos quiméricos imperturbables la guiaban llano a su destino, en su mano hojas arrugadas crujían cada que sus dedos se cernian sobre ellas, ya habia perdido la cuenta de cuantos intentos fallidos llevaba, y en su mente solo gritaba "matala, matala".

Enid, por un demonio, apaga eso.

La mencionada se estiró y presionó el botón de pausa sobre la pantalla de su reproductor, se giró y miró divertida a su compañera. Quien suspiró agradecida por el silencio que tanto necesitaba, no podía creerlo, hace unos segundos atrás agradecía amargamente el regreso de su roomie a su cuarto luego de la pelea que tuvieron por ponerla en peligro, una vez más, y ahora ya la estaba maldiciendo.

Ella suponía que era la naturaleza de su relación, inevitable.

Cerró los ojos y aspiró la calma que la envolvió.

"Dedos te extraño..." Se sentía incómoda ante la repentina frustración que la envolvía cada vez que enfrentaba una situación así. Cómo era posible que sintiera tanta afección ante la acción de expresar un simple "te extrañe", no podía, tenía que usar de excusa a alguien más.

¿Quieres compartir rutinas de cuidado...?

Sin esperar a que terminara de hablar, ella expresó una negativa tajante y firme, espero escuchar una queja o lamento infantil por parte de la rubia, sin embargo recibió una risa burlesca, unos leves toques en el suelo le dieron la señal de que su fiel amigo si acepto la propuesta de la chica.

Dándose vuelta, captó una imagen que muy en el fondo ella decidió capturar para siempre. Dedos sostenía elegantemente una revista mientras Enid le hablaba apasionadamente sobre cremas.

Antes podría ser algo insignificante, ahora tenía otro significado que aun no lograba descifrar, pero que le hacía sentir cómoda y gratificante, como sus paseos en la morgue o en los cementerios.

Ese recuerdo de su visión vagaba en su mente como un virus que le recordaba lo que pudo haber evitado, no podía creer que fue víctima de un hechizo y en todo este tiempo ni siquiera se percató de ello.

Y tampoco se cuestionó el cómo había hecho los amigos que tiene hoy en día, todo fue obra de Enid.

Tampoco podía encontrarle explicación de quien llevó esos horrendos decorados a su habitación en Nevermore, fue obra de Enid. Y estaba segura de que por más que se hubiera esforzado en acordarse, no iba a poder.

Tallo sus ojos ardidos por tercera vez, la luna, anfitriona de la noche recordandole que era su cuarta noche con insomnio, la ventana abierta de su habitación dejando fluir el frío viento nocturno hasta que chocaba con su piel, asomo la cabeza hasta mirar abajo, y espero.

No sabía exactamente que estaba esperando, pero sentía un anhelo que la abrumaba, no era un sentimiento muy propio de ella, pero ahí estaba. En su pecho, estrujándola.

─"Lo sabes..."

Güiro en su propio eje, encontrándose con dedos, quien lo apuntaba acusatoriamente.

Ella negó, sin tener ganas de contestar.

─"Divina me lo contó todo, fue muy extraño, recordar a Enid fue como si tuvieras un deja vu, pero difícil de creer. Hubiera deseado que sucediera antes."

No tuvo respuestas.

─"¿Aún no ha vuelto?"─ la pequeña extremidad se movió hasta quedar en el marco de la ventana.

Con una expresión estoica, la pelinegra negó, y en ese momento supo la razón de su anhelo e insomnio. La estaba esperando.

─"Ella no está lejos, el bosque es su lugar, ha sido su casa obligatoriamente desde hace años."

Ni siquiera confiaba en su memoria para contar los años que pasaron desde lo de Crackstone, pero teniendo en cuenta que tan solo le faltaba un mísero año para salir de Nevermore, ese simple pensamiento le generaba angustia.

─Falta poco para el amanecer...

Su fiel amigo se trepó hasta su hombro.

─Iré a buscarla cuando eso suceda, la noche es muy espesa, y no me favorece, además eso le dará tiempo a Enid para que coma algo. Lo ultimo que quiero es que me sirva de cena.

Suspiro y volvió a la cama con dedos en su hombro, ambos se acomodaron e intentaron descansar un poco, excepto Merlina, quien comenzó a repasar la información que encontraron el mismo día que vio por última vez a Enid.

Tetis, parte de las cincuenta nereidas, y diosa del mar, tenía en su poder a cada nereida que eran lazos directos con ríos, lagos, fuentes y estanques, todas de agua dulce. El ritual de las sirenas demandaba sumergir una caracola en agua dulce pronunciando el nombre de las ninfas del mar hasta que esta se manifestara en la forma de su fauna marina, la mayoría de veces representada en una faena de tonalidades azules, la propiedad curativa de su esencia era la clave. Ese era el procedimiento correcto para en este caso solucionar el problema de Enid, del lado contrario, la caracola que ella tenía en su poder, era para lograr el llamado de Tritón, el cual según Divina tiene múltiples funciones que no llegó a explicarle, pero que servía para cualquier mortal u otro integrante de especies ajenas al mar, el pedir un deseo, pero con ciertas limitaciones.

Estaba tan limitada en posibilidades, que el tiempo cobraba aún más importancia, podría ser catastrófico si no llegaban a revertir a tiempo el hechizo, había perdido más de dos años, y ahora que era consciente, cada minuto era fatal para su existencia a pesar de que no era la principal afectada.

Elevó su cabeza y miró a lo lejos la fracturada caracola que reposaba en su escritorio, al principio pensó que era inutil, pero si para el amanecer no tenía resultados óptimos, no tenía de otra que usarla como segunda opción.

El génesis del comienzo del día estaba próximo, y sus ojos pesaban, los cerró y aunque no pudiera dormir, decidió que el estar reposada era suficiente descanso para su agotada mente.

Ella sabía que no podría descansar hasta que Enid estuviera bien.

#єѕταмοѕ ℓℓєgαи∂ο αℓ ƒιиαℓ, ѕοℓο иοѕ գυє∂αи υиο ο ∂οѕ ϲαρίτυℓοѕ

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©𝖠𝖮𝖩𝖮──❨𝘗𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳 𝘓𝘪𝘣𝘳𝘰❩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora