✧ ⅠⅩ: Final.

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 Piel seca y gelida, mirando de reojo se percató de que la ventana estaba abierta, elevándose en su lugar miró de lleno la ventana, dedos estaba acostado, quieto mirando a su alrededor exterior

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Piel seca y gelida, mirando de reojo se percató de que la ventana estaba abierta, elevándose en su lugar miró de lleno la ventana, dedos estaba acostado, quieto mirando a su alrededor exterior. Una vez parada se levantó y caminó hasta el.

─Es hora, el día está particularmente más frío que los días anteriores...

Su fiel amigo no contestó, tan solo se movió hasta quedarse parado junto a sus objetos de utilidad ya guardados en aquel viejo saco negro, sonrio tenuemente ante la anticipacion de su fiel colega, en un abrir y cerrar de ojos ya estaba bajando las escaleras de su sombria casa, pero el llamado de su progenitora interrumpio su huida.

─¿Se puede saber a dónde vas? Tu tío me comentó que haz estado desaparecida por más tiempo del que corresponde normalmente en tu comportamiento.─ su madre caminó lentamente hasta quedar a la par de tres pasos de ella.

─Nada, solo ayudó a Divina con algo...

─Me supongo que no tiene que ver con aquella cabaña en el medio del bosque.─ interrumpió rápidamente la mujer más grande.

En una leve pero aun disimulada mirada intrigante, la pelinegra negó con la cabeza, aunque sus ganas de preguntar fueron mayores.

─¿Por qué lo insinuas?

─Porque un grupo de licántropos se presentó hace unos minutos, diciendo que estuviste metiendote en sus propiedades. Sabes que te creó completamente capaz de cuidarte sola, pero debes tener más cuidado porque son seres demasiado territoriales.

Tan pronto su progenitora terminó de hablar, la joven pelinegra salió disparada por la puerta principal, seguida por su madre quien la llamaba sin tener éxito, hasta que escucho algo que la dejó pasmada.

─Tu padre se llevó el caballo...

Merlina se giró en su lugar, mirando a su madre esperando más respuestas.

─¿Por qué?

─Tratara de poner límites alrededor de la casa con una poción que tu abuela hizo, al parecer un licántropo anda descontrolado por los alrededores, está matando a cualquier cosa que se cruce.

Un calambre en el medio de su pecho, que más se sintió como un puñal le hizo darse cuenta que si no se movía sería demasiado tarde, suspirando y sin tener más remedios.

─Madre, necesito ir donde está mi padre. ¿Dónde está el otro caballo?

La mencionada se cruzó de brazos, y miró negando con la cabeza a su hija, no necesitaba que ella se lo dijera sabía que Merlina estuvo metiéndose con fuerzas que ella no controlaba, y sobre todo en territorios que no le correspondía.

─Hija no entiendes, esa gente estaba realmente enojada, y si bien yo confio en ti, también me preocupo por ti, no puedo dejarte ir es muy peligroso.

─Eres tu quien no entiende, no tengo tiempo de explicarte, los segundos son limitados, necesito ir me.

©𝖠𝖮𝖩𝖮──❨𝘗𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳 𝘓𝘪𝘣𝘳𝘰❩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora