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En la oscuridad tortuosa de aquel reducido lugar, Merlina anulo el pedido echo por aquel organo palpitante que muy pocas veces escuchaba, y decidio que si iba a quedarse, en el mejor de los casos podria tomar esta como una oportunidad para averigu...

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En la oscuridad tortuosa de aquel reducido lugar, Merlina anulo el pedido echo por aquel organo palpitante que muy pocas veces escuchaba, y decidio que si iba a quedarse, en el mejor de los casos podria tomar esta como una oportunidad para averiguar quien era el responsable de aquellos ruidos tan extraños, y destrozos. Asique tomando impulso se levanto del piso del armario. Una ves parada, miro a dedos, quien estaba escondido en el bolsillo de un saco rosa de lana.

─Quedate aqui. Saldre a ver si esta despejado.

Sin esperar una respuesta, abrio la puerta y salio de aquel escondite, avanzo un par de pasos hasta la ventana junto a la cama, su cuerpo siendo azotado por el gran temblor que se sintio en todo el lugar, entonces se dio cuenta de que sucedian mas seguido de lo habitual, solo que el gran tamaño de su hogar no le permitia sentir estos mismos, pero ahora que se encontraba en un lugar mas apartado y pequeño, se percato de lo leves que podian ser. Dispuesta a encontrar respuesta a estas dudas, se planto en el vidrio, esperando captar algo, una señal, un avistamiento, lo que sea que le diera una minima posibilidad a alguna respuesta.

Movimientos bruscos provocados por la ventisca nocturna, ramas chocando y crujiendo ante la colision entre los matorrales, la poca iluminación debido a la oscuridad de la noche no le permitía ver a grandes distancias, sólo percibía visualmente los árboles y demás plantas que estaban justo detrás del alambrado.

Se alejo de aquella ventana, camino hasta el lado opuesto, y abriendo lentamente la puerta de entrada, se asomó, sin sacar el cuerpo o alguna extremidad, sólo su rostro sobresalía. Sintió la fresca brisa nocturna acariciar parte de su perfil, miro minusculamente cada detalle de su alrededor, viendo si estaba en total soledad, o si captaba algo fuera de lo común. Cuando se encontró totalmente segura, decidió que era momento de abandonar el lugar, llamó a dedos para que saliera de su escondite.

Desde que se encerró, pasaron ya varios minutos, Enid se había ido y no sabía cuando regresaría, pero tampoco esperaría a su regreso.

Un azote estrepitoso sonó desde afuera, lo chocante fue que no se escuchaba de lejos, sino que resono literalmente a lado de la cabaña, Merlina suspiró, sin inmutarse, ordeno a dedos volver a su escondite, apagó la única luz encendida en la habitación, que era un velador en la mesa ratona a lado de la cama, se traslado hasta esconderse en la cocina. Decidida a pelear contra lo que sea que intentará entrar.

El ruido de la crujiente madera del pórtico siendo pisada por claramente un cuerpo en movimiento, le advirtió. La puerta se abrió, y la luz lunar fue la primera en quebrar la oscuridad que inundó el lugar cuando apagó el velador, desde el exterior, emergió un cuerpo delgado, moviéndose con dificultad, hasta entrar por completo a la cabaña. El peinado corto y perfil definido, le hicieron saber a Merlina que no era una amenaza.

Era Enid.

Salio de su escondite, plantandose estaticamente en medio del marco de la puerta, observo como el blanquecino cuerpo de la rubia se bamboleaba inestablemente hasta su cama, una ves llego se desplomo violentamente, el reflejo lunar que se filtraba desde la ventana sorprendio a Merlina, revelandole lo que sus ojos no captaron debido a la oscuridad del lugar, ante la blanca aureola lunar se develaban dos senos completamente manchados de tierra y otras sustancias que ella desconocia, ahora consciente de la desnudes de Enid, se movio incomoda hacia donde dedos se encontraba, cuidadosamente abrio la puerta y dejo salir a su fiel complice, indicandole que guardara silencio.

─¿Te vas a ir?─ el murmullo entrecortado proveniente de la cansada voz de Enid, detuvo a Merlina, quien se giro y miro a su contraparte, la rubia seguia en la misma posicion de antes.

─Dejare que descanses, ademas se me hizo tarde.─ sus palabras salieron algo atropelladas, podia reconocer que la exposicion fisica de Enid la ponia nerviosa, sentia que estaba invadiendo espacio intimo de alguien que era una completa desconocida para ella, una ves dedos subio por su brazo hasta su hombro se propuso a marcharse.

─Escucha, antes de abrir la puerta, descoloca la madera sobresaliente del suelo, esta justo frente a la puerta, encontraras tu arco debajo de ella, puedes llevartelo.─ lo que era una voz cansina, ahora sonaba agrietada y muy rasposa, seguia sin poder ver a Enid, pero si se percato de la dificultad que tenia para respirar, sonaba muy agitada, siguio las indicaciones de la rubia paso por paso, a los segundos ya tenia de nuevo su tan preciado arco.

Observo silenciosamente una ves mas en direccion a la cama, la joven licantropa se movia dolorosamente sobre sus colchas tratando de acomodarse, por mas que no se notara, se sentia muy expuesta, sus sentidos de lobo podian sentir el aroma y presencia de Merlina aun, ella sabia que la observaba escrupulosamente.

─Ten cuidado...─ susurro a duras penas, sintiendo como los huesos de su cuerpo la torturaban, ella trataba de mantenerse en su forma humana, no podia permitir una transformacion con Merlina demasiado cerca de ella, no sabia lo que podria hacerle si su animal interior trataba de tomarla a la fuerza.

Comenzo a sentirse mas tranquila cuando sintio los movimientos de la pelinegra alejandose de la cabaña, agudizo su oido y se concentro en los latidos de aquel negro corazon que la enamoro, de fondo el galope del caballo resonaba, pero ella solo se concentro en aquellos ritmicos latidos, le recordaban el porque seguia luchando contra la predominancia de aquella maldicion que la condeno a la soledad del bosque, por momentos solia perderse en el destierro de su dia a dia, y se olvidaba de Merlina, del peligro tan cercano que corria por los limites de su hogar, sabia que ella podria defenderse sola, pero su animal le exigia protegerla cuanto pudiera.

Fue consciente de su soledad cuando dejo de escuchar aquellos latidos, suponia que ya estaba lo suficientemente lejos, asique suspiro aliviada, sabia que estaba a salvo, al final del dia, Merlina siempre estaria a salvo lejos de ella, era la mejor opcion sin dudas.

Sin embargo, cuando el crepusculo se asomara, su animal interior pediria por verla aunque sea una ves mas, y el ciclo se repetiria, como lo hizo en los ultimos dos años. Y todo por percibir un atisbo de ese extasis que estaba obligada a sentir en total sumision ante aquellos cantos en su cabeza.

 Y todo por percibir un atisbo de ese extasis que estaba obligada a sentir en total sumision ante aquellos cantos en su cabeza

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©𝖠𝖮𝖩𝖮──❨𝘗𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳 𝘓𝘪𝘣𝘳𝘰❩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora