siete

94 17 0
                                    


Jaemin salió de casa. No podía dormir.

Ese día era el aniversario de la muerte de sus padres.

Lo habían abandonado hace dos años. Jaemin estaba solo desde hace dos años. Solo con su miserable vida. Solo con sus secretos. Solo con sus miedos. Solo.

Eran las 12:12pm y Jaemin estaba fuera.

Arrastraba los pies por las peligrosas calles de su distrito, desahogando su corazón en una sesión de intenso llanto.

Tal vez él ya era un chico grande, pero extrañaba a sus padres. Extrañaba las palabras dulces que le susurraba su madre antes de irse a la cama. Extrañaba el aura acogedora y segura que irradiaba su padre cada que estaba cerca. Extrañaba aquellas épocas en las que ambos le aseguraban a Jaemin que era un buen chico y lo animaban diciéndole también que su ángel aparecería en su cumpleaños número dieciocho... los extrañaba.

Jaemin era vulnerable en momento.

Su corazón estaba roto.

Su cabeza daba vueltas.

Sentía nauseas.

Nada estaba bien.


Pero no le importaba. En ese momento, solamente quería terminar con su vida. Deseaba estar muerto para estar con sus padres. De todas formas, para él no valía la pena vivir una vida tan miserable como la suya.

Jaemin se apoyó contra un poste de luz, llorando con más fuerza que antes. Sus lágrimas bajaban como cascadas por sus mejillas mientras cerraba los ojos con fuerza, intentando ignorar el daño que estaba infringiéndose a sí mismo.

Jaemin deslizó una mano de forma ascendente por todo su cuerpo hasta alcanzar su cuello. Sintió el frío metal de su collar contra sus dedos. El chico sacó el collar de debajo de su camisa, mirando la hermosa pieza de oro.

Era de su madre.

Lo único que no había vendido para poder costearse un lugar decente donde vivir. Parecía ser de oro, ¿era oro real? No lo sabía, pero parecía ser una pieza lujosa. No había dudas de que era el collar más costoso que su madre tenía. Pero era el favorito de ella, el padre de Jaemin se lo había regalado. Y Jaemin no tuvo corazón para venderlo. Lo mantenía debajo de su ropa día y noche, para llevar una parte de ellos con él. Nunca se desharía de ese collar.

— Dame el collar.

Jaemin abrió ligeramente los ojos, continuaba llorando mientras veía al hombre frente a él apuntarlo con un cuchillo.

El hombre se había despertado por los fuertes sollozos de Jaemin y cuando vio el collar, supo lo que tenía que hacer.

Jaemin se encontraba en un estado vulnerable, así que no sería muy difícil robárselo. Después, lo vendería y seguramente podría vivir en un mejor lugar en vez de esa mierda de distrito.

Aunque, no sabía... que se estaba enfrentando al asesino serial al que todos temían.

— ¡El collar! —repitió, acercando el cuchillo al cuerpo de Jaemin.

El chico miró al hombre, sus ojos demasiado llorosos como para poder distinguir quién era. Pero a juzgar por el olor, era alguien que vivía allí.

Al ver que Jaemin no se movía, el hombre tomó el collar con su mano izquierda, agarrando la joya de oro con intención de arrancarla del cuello de Jaemin.


Y eso fue lo que hizo al chico reaccionar.

Nadie podía tocar el collar. Le pertenecía a su madre. Nadie tenía el derecho de faltarle al respeto de esa manera.

𝗌𝗂𝗇𝗡𝗔𝗋𝗌 || 𝗡𝗮𝗵𝘆𝘂𝗰𝗸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora