catorce

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Jaemin decidió no ir directamente a casa después de clases cuando el día terminó. En vez de eso, escoltó a Mina hasta el auto de su padre y volvió a entrar a la escuela, determinado a cumplir su misión.

Mina había llorado la mayor parte del día, el chico que había tenido la audacia de hacerle eso era un bastardo y merecía ser castigado.

Jaemin no planeaba enseñarle una lección. De hecho, quería tener una charla con el chico antes de denunciarlo ante el consejo estudiantil, lo cual era lo que todo estudiante debía hacer.

Por suerte, el chico que Jaemin que estaba buscando se encontraba apoyado contra los casilleros, silbando a las chicas que pasaban frente a él.

Patético.

— Oye, Roman.

El susodicho giró la cabeza, mirando al adolescente aproximarse a él.

— ¿Nos conocemos? —preguntó, arqueando una ceja.

Lo hacían, habían sido compañeros de clase en primaria y después en secundaria. Pero parecía que el chico estaba más interesado en acosar a la gente del sexo opuesto como para fijarse en los demás.

— Soy Jaemin.

— Ah, sí. El niño pobre.

Jaemin intentó ignorar sus palabras. De algún modo, Roman se había enterado de la situación de Jaemin. No parecía que se lo hubiese contado a otros, pero para Jaemin era bastante molesto tenerlo refiriéndose a él como "niño pobre".

— Sí, soy ese... —Jaemin rodó los ojos.

— ¿Qué te trae por aquí? —preguntó Roman mientras seguía con la mirada a otra chica que caminaba por el pasillo.

— Quiero hablar sobre Mina.

No respondió, demasiado ocupado en desvestir a la chica con la mirada. Parecía un pervertido. Sí, puede que la falda que ella se encontraba usando fuese un poco reveladora pero no era una razón para mirarla de ese modo. Sobre todo, no cuando estabas a medio pasillo de la escuela.

— Uh... ¿Qué decías? —volvió a preguntar cuando la chica desapareció de su vista.

— Mina.

— Ohh...

Una fea sonrisa apareció en su rostro y Jaemin sintió la urgencia de golpearlo. No lo haría, no si eso implicaba que lo suspendieran un par de días. A Mina no le gustaría que Jaemin se metiese en una pelea.

— Se veía muy follable el día de hoy.

La sangre de Jaemin hirvió ante las palabras de Roman. De verdad era un pervertido, un asqueroso pervertido.

— No recuerdo que ella fuera tuya.

— Tampoco es tuya —agregó Roman.

— Pero yo no la fuerzo a nada.

Roman rodó los ojos antes de jalar a Jaemin dentro del salón de clases vacío más cercano. Cerró la puerta tras su espalda, encendiendo la luz.

— Escúchame, niño pobre —dijo Roman— ¿parece que me importa lo que tengas para decir?

— No —respondió Jaemin —pero quería advertirte.

Roman bufó ruidosamente— ¿en serio? —cruzó los brazos sobre su pecho, mirando a Jaemin de arriba abajo— ¿te has visto? Estoy seguro de que no tienes el alimento suficiente en tu organismo como para mantenerte de pie si soplo en tu dirección.

𝗌𝗂𝗇𝗡𝗔𝗋𝗌 || 𝗡𝗮𝗵𝘆𝘂𝗰𝗸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora