once

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Jaemin vació el contenido de su estómago dentro del inodoro.

Había estado sintiéndose mal desde que habían regresado del laboratorio, pero ya no podía retenerlo.

Jaemin se arrodilló frente al inodoro, abrazándose a este con fuerza mientras vomitaba cada bocado de comida que había ingerido horas antes. E incluso cuando ya no quedaba nada en su estómago, continuó vomitando amarga bilis. Era el peor sentimiento del mundo.

— Jaemin...

Donghyuck se arrodilló junto al humano, frotando su espalda en un gesto reconfortante mientras el menor continuaba con las arcadas mientras sollozaba.

Donghyuck se puso de pie, dirigiéndose a la cocina por un vaso de agua para el chico. Cuando regresó, Jaemin estaba sentado en el suelo con la espalda poyada contra la pared, llorando con fuerza.

Donghyuck tiró de la palanca del inodoro antes de agazaparse frente Jaemin.

— Toma, bebe un poco de agua —dijo, ofreciéndole al vaso, pero Jaemin sacudió la cabeza —necesitas...

Jaemin tomó el vaso reticentemente con manos temblorosas, acercándolo a sus labios para darle un sorbo. Se lo devolvió a Donghyuck, quien lo puso sobre el lavamanos.

— Vamos a la cama— habló Donghyuck mientras ayudaba a Jaemin a ponerse de pie.

El menor se encontraba débil.

Sus músculos estaban exhaustos, su muslo dolía y todo su cuerpo temblaba.

Donghyuck lo tomó en brazos, dejando que el lloroso muchacho escondiese el rostro contra su pecho.

El demonio acostó al humano con delicadeza bajo las mantas y se sentó a su lado. Jaemin aun era un desastre de lágrimas y sollozos. Sus mejillas estaban rojas, sus ojos hinchados y su respiración era errática.

— Shhh... —susurró Donghyuck, pasando una de sus manos por el cabello de Jaemin —No llores.

— D-donhyuck —Jaemin sollozó —No puedo...

— Por supuesto que puedes, Jaemin...

— ¡Asesiné gente! —gritó Jaemin, mirando al demonio quien apretó el agarre alrededor del chico.

— Lo haces seguido, es algo común para ti...

Jaemin lloró con más fuerza contra el pecho de Donghyuck. Quizá odiaba al demonio, pero se sentía muy débil como para intentar alejarse.

Era como si lo necesitara en ese momento.

Era un sentimiento extraño.

Pero tener al demonio que odiaba rodeando su frágil cuerpo lo hacía sentir cálido.

Incluso lo hacía sentir seguro.

Como si nada malo pudiera pasarle otra vez.

— Es algo común para NA —dijo Jaemin después de un rato cuando su llanto se había detenido —yo no soy NA...

— Tal vez no seas NA... pero sigue siendo parte de ti —susurró Donghyuck.

— Es por eso que me odio.

Donghyuck no respondió, sólo se dedicó a apretujar más a Jaemin.

Era su demonio guardián.

Se suponía que debía cuidar su vida. Se suponía que debía mantenerlo vivo y feliz, ¿por qué le habían asignado un chico tan roto?

𝗌𝗂𝗇𝗡𝗔𝗋𝗌 || 𝗡𝗮𝗵𝘆𝘂𝗰𝗸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora