Luna perdida

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Para algunas personas, la noche es hermosa, tranquila y pacífica. Pero en estos momentos no era así, al menos no para Konoha. Extraños ninjas habían logrado burlar la seguridad de la puerta norte de la aldea del fuego, la cual estaba más cerca de los territorios Hyuga; los encargados de resguardar la puerta Norte. La formación Hyuga no estaba lista para recibir aquel ataque, estaban todos desorganizados, la mayoría -si no es que todos- estaban fuera de sus puestos. ¿Por qué? Bueno, eso Hiashi lo sabía mejor que nadie. La culpable era Hinata, la traidora del clan Hyuga.

Todos los misteriosos ninjas vestidos de negro completamente, se habían infiltrado en Konoha sin mayor problema y solo tenían un objetivo, no era el Kyuubi, no era Tsunade, sino Yuhi Kurenai e Inuzuka Kiba. Pero, ¿Por qué?

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Yamato venció fácilmente a diez ninjas gracias a su Mokuton, salvando de paso a unos cuantos civiles. Trotó en dirección a la torre Hokage en busca de recibir órdenes, mirando a todos lados para salvar a todos los civiles posibles que se encontraran en su camino. Pensaba en Hinata mientras tanto, después de todo la mansión Hyuga estaba cerca de donde había escuchado la primera explosión, sin embargo, no se preocupaba demasiado porque ella estaba rodeada de una de las mejores fuerzas de seguridad en Konoha; el clan Hyuga.

De repente, se detuvo en seco al ver a Kakashi dirigirse a la zona de desastre a gran velocidad.

―Sempai. –exclamó dando vuelta y siguiéndolo en su camino. No tardó mucho en alcanzarlo y seguirle el paso –. Sempai, ¿Quién es el enemigo?

―No tenemos la menor idea, solo sé que Tsunade ha ordenado enviar a todos los ninjas libres de puestos para repeler la infiltración de la puerta norte.

No tardaron demasiado en llegar. Se detuvieron cerca de los territorios Hyuga para analizar la situación, para ver si se podía realizar una estrategia y poder identificar con qué tipo de ninjas se enfrentarían.

Desconocían aquellos ninjas. No eran de ninguna aldea que Kakashi o Yamato recordaran en toda su vida. Sin embargo, no por eso se dejaron amedrentar y entraron con ferocidad al campo de batalla.

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―Han venido por nosotros seguramente –decía Kurenai mirando por la ventana con tranquilidad las explosiones a lo lejos. Asuma-chan empezó a llorar, posiblemente despertado por el sonido ensordecedor de las explosiones, los gritos de los heridos, de los inocentes. Kurenai se dirigió con seriedad a la cuna de su hijo y lo miro como si fuera el último instante que tuviera para observarlo con detenimiento. Observó el cristal mediano circular que traía Asuma-chan en la mano y se lo quitó. El niño empezó a llorar más fuerte, pero Kurenai no le devolvió el objeto que ella había conservado de su última misión.

―Estúpido juguetito. –declaró la ninja y dejo caer el cristal al suelo –. Al final no me trajiste lo que yo más quería. –lamentó.

Se sentó en el pequeño escritorio que tenía en su habitación, tomo un pedazo de pergamino y empezó a escribir.

Querido Shikamaru:

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Poco a poco estaban logrando controlar la infiltración de la puerta norte. Si bien habían tomado a Konoha desprevenida, ahora la situación parecía favorecer a la aldea del fuego gracias a la fuerza de seguridad de Konoha.

Yamato observo que la mansión Hyuuga había sido totalmente invadida y su preocupación por Hinata se incrementó. Trataba de pensar en que ella era la heredera y por ende tendría la mejor protección. Aun así, era demasiado desesperante ver por instantes a los miembros del clan Hyuuga sacando enemigos de su territorio con furia.

El guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora