Rojo sangre

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Los gritos feroces de los aldeanos lunares se dejaron oír en aquel profundo bosque. Hombres gallardos, robustos y con la pura intención de proteger las piedras lunares a toda costa, sin importar los medios.

Yamato tardó en reaccionar un segundo cuando realizó algunos movimientos con sus manos para crear unos sellos y hacer que una pared de madera les protegiera del ataque. La protección café se extendió alrededor de Hinata y él, cerrándose por encima de ellos.

Hinata, en cambio, se mantuvo en su posición, sin moverse, un poco asustada de la repentina guerrilla a la que se enfrentaban. Luego de que la pared de madera les protegiera, ella se levantó del suelo limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano, preparando su mente analítica. Era hora de dejar atrás a la Hinata sentimental y despertar a la Hinata kunoichi.

Se mantenían en una oscuridad cegadora, no podían ver nada.

― ¡Ay! ¡Yamato-san! –se quejó Hinata ruborizada.

― Perdone, no fue mi intención. –musito Yamato nervioso.

― ¿Qué vamos a hacer? Algún día tendremos que salir de aquí. –dijo Hinata sin moverse.

― Veamos, —pensó el capitán. –Puedo hacer que retrocedan un poco sacando madera por fuera para ganar espacio pero... aun así son demasiados.

De repente se escuchó el viento cortado por un filo de algo. Hinata había sacado su kunai con rapidez y un par de shurikens.

― Hagamos clones de sombras. –sugirió Hinata.

― Pero, ¿peleará? –se preocupó Yamato.

― Desde luego. –contestó un poco ofendida de que el castaño preguntara eso. – ¿Acaso no confía en mí? El ser Hinata no me hace una lisiada. –dijo, molesta.

Yamato se sorprendió ante la respuesta tan sarcástica y ruda de la joven. Recordaba que en situaciones difíciles se ponía más seria y esta no era la excepción, solo que siendo la nueva Hinata, aquella seriedad había incrementado un poco más.

Ambos ninjas hicieron un clon de sombras por separado y Yamato, cuidadosamente, empezó a abrir su barrera. Hinata activo su línea sucesoria y se preparó.

― A nuestra izquierda casi no hay ninjas, utilice su distracción y salgamos por ahí. –dijo la kunoichi.

Yamato asintió. Hizo un par de sellos y por fuera, de la tierra brotaron estacas de madera que se lanzaron fieras hacia los aldeanos. Enseguida, quito la barrera de madera y los ninjas salieron corriendo en dirección acordada. Había cuatro aldeanos esperándolos. La Hinata clon lanzó unos shuriken rápidamente, asestando dos de ellos en las rodillas de dos hombres, en cambio Yamato golpeó a uno en la cabeza y al otro lo derribó de una patada.

Siguieron corriendo hasta alcanzar a tener un buen espacio. Yamato dejo su jutsu de estacas y entonces, los aldeanos fueron a por ellos.

― Por favor, aún deseo paz y bien... —intentó detenerlos el buen Yamato pero solo recibió gritos y amenazas.

En cuanto llegaron los primeros aldeanos, las Hinata's empezaron a atacar con el puño suave ágilmente. Yamato vio que peleaba con delicadeza y finura, vio que parecía solo acariciar rápidamente a sus oponentes pero sabía el gran daño interno al que los estaba sometiendo. Era una forma de pelea de los Hyugas que todo mundo admiraba. Ambos Yamatos se habían quedado embobados viendo la forma de pelear tan pulcra de las Hyugas que tan solo sintieron que de repente la cara se les volteaba como el exorcista, claro, los aldeanos habían aprovechado aquel momento para tomar ventaja y golpearlos.

El guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora