Guardián eterno

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El silencio reinaba en el campo de entrenamiento personal del territorio Senju. El viento era aún más callado y la brisa soplaba y revolvía los cabellos largos de Hinata, quien ahora recordaba todo claramente, como si todo hubiera ocurrido el día de ayer, como si alguien le metiese ese conjunto de recuerdos perdidos en la cabeza de un solo golpe.

Era duro volver a saber que su madre estaba muerta desde hacía tanto tiempo, que su padre la odiaba y que había tenido una vida tan infeliz dentro del clan Hyuga hasta que Tsunade la recogió... ahora se preguntaba si ella preferiría no haber recordado todo. ¿Olvidarlo todo? Sería reconfortante, pero entonces ella recordaba a cierto hombre de cabello castaño, el ninja que la protegió y sabía que todo recuerdo malo vale la pena tenerlo. Porque todos aquellos recuerdos le habían llevado a su presente. Y le gustaba estar en el presente.

– Todo este tiempo... —dijo sin poder creerlo, hablando consigo misma. –Ha sido él quien me salvó... Yamato-san era mi guardián cuando estaba en el clan Hyuga. Estoy... yo estoy... ¿enamorada de él? –se preguntaba a sí misma, realmente confundida con eso. Su duda le preocupaba tanto que no había dado lugar a la vergüenza, a sonrojarse.

"Corazones conectados" aquella frase resonaba incansablemente en la mente de Senju Hinata. Sus corazones habían estado conectados desde hacía mucho tiempo. Se sentía culpable de no haber recordado que Yamato había sido su primer guardián, aquella persona por la que sentía algo.

¿Por qué? ¿Por qué tenía que recordar todo aquello justo después de que había reconocido primero a Genma como su guardián en vez de Yamato? ¿Por qué?

Hinata lo quería, le gustaba estar con él, le gustaba su rostro, lo bueno y preocupado que podía llegar a ser con los demás, le gustaba lo pacífico que era aquel hombre... ¿una alma similar a la de ella? ¿Tranquila y buena?

Si eso era cierto, la idea de que "los polos opuestos se atraen" sobrevino en su cabeza. ¿Qué pasaría si Yamato y Hinata eran casi iguales? ¿Se aburrirían? ¿No estaban destinados a estar juntos?

– Ohayo, Hinata-sama –saludó un alegre Yamato llegando al campo de entrenamiento personal Senju. Un criado le había indicado el camino, pues él quería ir a verla.

Enseguida se hallaron sentados en el césped del campo de entrenamiento para beber té. Yamato veía lo hermoso que era el territorio Senju muy concentrado y no se daba cuenta de que Hinata lo veía de reojo, nerviosa.

– Yamato-san–le habló ella juntando valor para alzar la voz –. Ha sido guardián de alguien. –Yamato no supo si se lo había preguntado o si lo había afirmado. Además, ¿le había hablado de ?

– Creo que no la estoy entendiendo, Hinata-sama.

– D-deje eso... deje eso de llamarme "Hinata-sama". –ella frunció levemente el ceño, molesta. El sufijo de sama le recordaba a su frío y estricto padre, le recordaba la distancia y por eso mismo, no quería que Yamato la llamara así. Yamato se sorprendió de verla molesta. Además, ¿había tartamudeado, se había puesto sonrojada y no se atrevía a levantar la mirada?

– Gomen, Hinata. –Se sintió extraño llamarla de forma simple. Yamato no sabía qué pasaba. ¿A dónde quería llegar Hinata? La veía como si fuera a decirle algo importante.

–Yamato... le recuerdo, recuerdo todo lo que v-vivimos juntos. –aclaró acalorada.

– ¿Así que tú... –la miró anonado, con los ojos muy abiertos. –...ya lo sabes?

Hinata asintió levemente.

– Ahora sabes quién soy. –susurró Yamato sonriendo levemente sin dejar de verla, aquello le resultaba muy increíble, había esperado tanto el momento en que Hinata recordara todo y ahora no sabía a ciencia cierta qué hacer.

El guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora