13

262 28 6
                                    

CAPITULO 13

Miró las amplias llanuras, sentado cómodamente sobre aquel corto acantilado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Miró las amplias llanuras, sentado cómodamente sobre aquel corto acantilado. Admirando como los primeros rayos de luz iluminaban el territorio, generando sombras en diferentes sitios, en la lejania un par de árboles solitarios y cachorros jugando entre ellos, correteando libres y felices.

- ¿Tan temprano ya estas aquí? - Preguntó, una grave voz familiar. Al voltear encontró a "Katsuki", pero claro aquel no era su nombre, no en esa vida, tal como él no era Izuku.

Neul se sentó a su lado, permitiendo que el Omega apoyara su cabeza en su hombro, su abrigo negro, al igual que su cabello hecho de piel, siempre le había resultado cómodo.

- Ket me dijo que yo soy el sol de la manada, así que tengo que amanecer junto con el.

- Mí hermano no sabe de qué habla, es apenas un cachorro tonto lleno de cursilerías.

- A mí me pareció tierno.

- Eres hermoso, brillante y todo lo que quieras. Pero nadie puede brillar cuando se madruga. - Dijo el Beta, el peliverde sólo rió. Principalmente porque él también había madrugado. - Neul, ayer te quedaste hasta tarde, ¿Cuánto has dormido?

- Ni un aullido de luna. - Dijo, negando, recibiendo una mirada de reproche del pelinegro. Sath alzó las cejas como preguntando si hablaba en serio. - Me quedé con Thot toda la noche, no dormimos.

- ¿Haciendo qué? - Preguntó el Beta intrigado.

- Haciendo esto. - Sath tuvo que girarse un poco para mostrar la marca, recientemente cicatrizada, indicando que se realizo hace poco.

El Omega no notó el cambio en los ojos del Beta, como el Beta no lo notó tampoco en los del Omega.

- ¿Ya te uniste a él? ¿No es muy pronto? Ni siquiera era tu destinado.

- Ya hace como mil lunas que me presenté, no puedo estar soltero, sino, me quedaré sin un mate, Seth. - Explico el Omega conteniendo las lágrimas.

- Fueron dos ciclos, no mil lunas, son cómo... ¿Veinticinco? ¿Treinta lunas como mucho?

- Sath... - Él Omega tomó la mano que el Beta estaba usando para contar, viendose pequeñas en comparacion, siendo envueltas fácilmente por las manos del mayor. - Ya soy un adulto, lo soy desde que me presenté y hasta ahora... Sigo esperando un destino que nunca llegó y nunca llegará, ya es hora de que tenga crías, sabes que no voy a estar aquí para siempre.

- Pero no es esta la forma en la que quieras que fuera. - Murmuró el beta.

- No tengo opción, es lo que esperan de mí, soy un Omega, Sath, para esto vengo al mundo. Para hacer que la manada crezca, y que perdure, ya soy adulto, ¿Cuánto más voy a esperar? No puedo permitirlo, y el resto de la manada tampoco lo va a permitir.

Sath apartó la vista, solto un suspiro y asintio. el Omega lo imitó, volviendo a mirar el paisaje, sus manos seguían unidas, gesto común entre ellos, pero que contenía un anhelo mutuo.

Our last daysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora