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CAPÍTULO 8

Sus dedos acariciaban la piel de su acompañante, al que no había visto durante mucho tiempo, el Omega sigue teniendo sus colores brillantes, no ha perdido su brillo en todos esos siglos, su cabello color bosque y su piel de un hermoso blanco, su s...

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Sus dedos acariciaban la piel de su acompañante, al que no había visto durante mucho tiempo, el Omega sigue teniendo sus colores brillantes, no ha perdido su brillo en todos esos siglos, su cabello color bosque y su piel de un hermoso blanco, su sonrisa de perlas y sus amables ojos lo miran con alegría.

Al contrario su alma gemela sigue pareciendo su sol, su cabello cenizo y su piel caramelo contrastan con la luz de su eterno amado.

Sonríe para él, mientras sus dedos acarician su rostro, conectando sus miradas.

El Beta mira la marca, visible por el amplio cuello de la remera, fresca y rosada como el primer día.

El Omega le sonríe de cerca y le contagia el burbujeante sentimiento que acaricia su interior.

- Tanto tiempo. - Murmuró el joven esmeralda, juntando finalmente sus labios de nuevo.

Se pierden en el beso, se gozan después de tantas vidas y tanta distancia, el Beta acaricia su cabello y el Omega sus mejillas, tomándolo de la nuca, hasta que la mano del cenizo encuentra el cuello del otro, rozando la marca con sus dedos sin querer, donde la piel arde y quema...

Izuku se levanta de golpe con un grito de dolor, lleva su mano automáticamente a su marca, y llora desconsolado por el ardor que emana de aquel lazo roto

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Izuku se levanta de golpe con un grito de dolor, lleva su mano automáticamente a su marca, y llora desconsolado por el ardor que emana de aquel lazo roto.

Solloza con dolor. Katsuki despierta con confusión y tarda unos segundos en reaccionar, algo asustado del parecido de Izuku con el chico de sus sueños.

- Izuku, Izuku, suelta... - Él enfermero toma su brazo separándolo con fuerza de la marca, mientras lágrimas cubren su rostro, soltando gemidos dolorosos entre sus lamentos. - Espera, espera, no te toques, mantente ahí.

Katsuki sale de la cama con rapidez, yendo hacia su bolso, revolviendo hasta sentir el pequeño pote con el ungüento que siempre tiene guardado para los casos como los de Izuku. Se acerca de nuevo, quitando la tapa.

- A ver, a ver, pequeño. - Dice, colocándose a su lado, tomando una generosa cantidad con sus dedos. - Mantente tranquilo, Izuku, sólo falta que cambies de forma, solo... Respira. - Le ruega, acercando sus dedos con lentitud hacia la marca, que está de un color carmín, viéndose irritada alrededor.

Our last daysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora