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C A P I T U L O  11

Kaminari soltó un suspiro, estaba cansado y frustrado, sé sintió al borde de las lágrimas, ahora además de que su mejor amigo iba a morir, lo había molestado en su punto más sensible

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Kaminari soltó un suspiro, estaba cansado y frustrado, sé sintió al borde de las lágrimas, ahora además de que su mejor amigo iba a morir, lo había molestado en su punto más sensible. Y conocía al peliverde lo suficiente para saber que era un testarudo, y no lo perdonaría. 

- Kaminari. - Escuchó la voz de Bakugo. Miró sobre su hombro al cenizo, este apretaba ligeramente su mandíbula, al punto en que algunos músculos tensos de su cuello se notaban. - Esto es difícil para los dos, lo sé, pero por más que tengas razón... A veces hay que tragarse las palabras para que cosas así no pasen, luego te arrepientes de esta pelea tonta. Así que por favor, cálmate un poco, después podrán hablar, ¿Te parece? 

El Alfa asintió sin más, volviendo a fijar la vista en la mesa. 

Por su parte, Bakugo respiró agitado varias veces intentando calmar a su lobo, quién estaba enojado por una razón que le parecía absurda, puesto que no era nadie para enojarse porque él pequeño Omega se había sentido mal con unas palabras bruscas de la ruda realidad. 

Se sentía mal porque lo habían lastimado y eso sabía no estaba bien. 

Entrando al cuarto del peliverde, lo encontró sentado en el sillón de la ventana del cuarto, mirando al exterior, sus ojos se veían aún más claros de lo que ya eran, se notaban las lágrimas rodar por sus mejillas; y no pudo evitar quedarse absorto en la puerta del cuarto, admirándolo, con la boca entreabierta y con una extraña sensación en su corazón que no sabía si definir como buena o mala, lo vio mover sus labios en silencio, hablando hacia él distante infinito de aquel cielo. 

Hasta que por fin pudo avanzar lentamente, con algo de ¿miedo? Estaba más cercano a ser timidez, pero aún así no entendía el por qué de aquella sensación, nunca ninguna persona lo había hecho sentir así, menos un paciente. 

- Izuku. - Posó su mano con suavidad sobre el hombro del peliverde este giró ligeramente para observarlo, teniendo en cuenta que seguro lucía penoso, no le importaba, sabía que esta era su realidad. 

Katsuki se relamió sus labios con nervios. 

- No dejes que lo que dijo te afecte mucho... Sólo hará que empeores, las emociones malas te afectan y mueres un poco más pronto. 

- Katsuki, ¿Y si me ahorro todo esto? 

El cenizo frunció el ceño, y ladeó su cabeza. Izuku le hizo espacio en el sillón, y se sentó en este, apoyando un costado en la ventana. 

- Si voy a morir igual, ¿Por qué mejor no me mato y ya? - Preguntó Izuku. - ¿Tienes algo para que pueda hacer eso? 

Katsuki negó. 

- No puedo permitirlo. - Dijo. - No te los daré y tampoco voy a dejarte hacerlo. - Su tono fue contundente. 

- ¿Vas a dejarme sufrir durante días entonces? - Izuku alzó las cejas mínimamente, luciendo como un cachorro herido, esa miranda calo en lo más profundo de su pecho. 

Our last daysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora