II. Castiel

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—No estoy aquí para cuidar tus espaldas. Yo te saqué del infierno y puedo devolverte allá...

Sí, admito que no fue la mejor forma de imponer autoridad, pero por más que Dean fuera una persona espectacular a mis ojos, era la crea... el ser humano más desobediente que he visto en mi vida y por más cariño que comenzara a tener por él, a veces me daban tremendas ganas de agarrarlo a nalgadas y hacer que se comporte. Dios ¿dónde me has mandado?

—Ya te despertaste. ¿Qué estabas soñando?

—¿Ahora me espías durmiendo?

¿Es tan difícil contestar a una sencilla pregunta? Mocoso pecoso y malagradecido. Ni siquiera porque me gustan tus ojos puedo aguantarme las ganas de callar tu boca.

Comienzo a tener dudas sobre mi misión. Creí que todo terminaría conmigo sacando a este individuo del infierno ¿y ahora qué? Siento que no puedo dejarlo solo. ¿Esto que siento es igual a las emociones humanas?

Me gusta verlo dormir, solo así siento que por lo menos está tranquilo y no haciendo imprudencias. ¿Eso está mal?

Si es así, Padre, perdóname porque he pecado.

Sus circunstanciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora