V PARTE 3: Sam sabe

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Ocasión 3.


Estaban en una cafetería local. Castiel leía un periódico buscando nuevos casos mientras los hermanos disfrutaban de un nutritivo desayuno. Dean miró al ángel y le extendió una tajada de pie de manzana.

—No apetezco, gracias...—dijo Cas.

—No te estoy preguntando, cómetelo. Me incomoda que estemos los tres aquí sentados y tú nos veas comer...

—Por si no te diste cuenta, mis ojos estaban fijos en el periódico, no en tu boca ni en como masticas...

Dean se molestó. Se inclinó lo suficiente hacia el ángel y le metió el tenedor con pie en la boca. Sam casi se atragantó con la ensalada que estaba disfrutando.

—Como dije, no te estaba preguntando... —se repuso y continuó comiendo, ajeno al ambiente.

El mayor masticó a regañadientes mientras veía al chico. Y Sam lo notó de nuevo.

—Muy rico tu pie de moléculas. Gracias... —comentó irónico el ángel.

—De nada...—sonrió.

Como no hubo casos que atender, el trío regresó al búnker. Castiel se excusó y comentó que se aventuraría a usar la ducha por primera vez y desapareció de ahí sin ver al dueño del impala. Cuando se aseguró de que el ángel ya no estaba acompañándolos, Sam se animó a intercambiar palabras con Dean.

—Oye, Dean...tengo una duda...

El chico solo lo miró mientras tomaba una cerveza y le hizo un gesto para que continuara.

—¿No te has dado cuenta de que Cas y tú pelean como matrimonio?

El rubio escupió la bebida y tosió fuertemente.

—No hagas eso. Que asco —dijo el chico—. Y hay algo más de lo que me he dado cuenta...

—¿Algo más absurdo que lo que acabas de decirme? No, pues, adelante, Samantha...

—¿Por qué carajos cuando se quedan mirando en silencio miras tan insistentemente los labios de Cas?

Dean se puso de pie súbitamente... y Sam se dio cuenta de que su hermano mayor estaba visiblemente acalorado y avergonzado.

—¡Yo no miro sus labios, perra!

Diciendo (más bien, gritando) esto, se perdió de la vista de su hermano.

Pocos minutos después, Castiel salió del baño, viendo como Sam se reía a carcajadas.

—¿Pasó algo divertido? —dijo acercándose al chico de ojos avellana.

—Es que...—siguió riendo—. Es tu boca, Cas...

El ángel ladeó la cabeza, confundido. Sam lo miró divertido, dirigiendo sus ojos a "aquella" zona, la que distraía constantemente a Dean. Dios, su hermano estaba loco, pero nunca admitiría su bien guardada fascinación. Ahora no había ninguna duda: Sam sabía.

—Cas, mañana iremos por un hidratante para tus labios...

Sus circunstanciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora