Parte VI: Las circunstancias de Dean Winchester (parte I)

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Advertencia: +18

Créditos por el fan art a su artista.

Dean no sabía si sus pensamientos eran debido al estrés que sufría por tanto trabajo acumulado, pero no había parado de observar a Castiel caminando de un lado a otro por el búnker. Dios ¿Cómo un hombre podía ser así de atractivo? Ese ángel tenía un encanto precaminoso y hasta podía verse como una tentación. Desde que lo vio por primera vez, no pudo dejar de fijarse en el color de sus ojos y de lo profundos que eran estos cuando sus miradas se encontraban. ¡Llevaban más de diez años compartiendo aventuras, por el amor de Dios! ¿Por qué justamente ahora tenía que ser tan consciente de la presencia de ese ser divino? Se levantó del sofá y se acercó lentamente a la cocina, viendo fijamente el trasero del ángel, prisionero de esos pantalones negros y sexys. Castiel había olvidado la gabardina en algún rincón de la cocina, y Dean miraba atento como se quitaba el saco y la corbata, remangando su camisa para usar finalmente la cafetera y preparar café para los hermanos.

-Este verano es horrible. Si fuera Dios, eliminaría por completo el sol...

Dean bufó y se dijo a sí mismo que agradecía enormemente al tipo de arriba por crear el verano, solo así sería partícipe de tremendo espectáculo.

-Gracias a Dios no lo eres...-susurró bajito.

El ángel, quien escuchó perfectamente al cazador, volteó a verlo.

-¿Te burlas de mí, Dean?

El aludido negó sin dejar de lado su sonrisa traviesa y se quedó mirando fijo, como león tanteando a su presa, como el otro hombre desabrochaba cuatro botones de su camisa y con la misma trataba de darse un poco de aire.

-Debes estar sufriendo, Cas. ¿Por qué no te quitas eso y te pones algo más cómodo?

El pelinegro negó. Dean se sintió decepcionado.

-No cuento con otra ropa para ponerme. Sabes que es lo único que tengo de Jimmy.

Dean se repuso.

-Que falta de confianza es esa, sabes que puedo prestarte algo. Vamos, quítate eso y te traeré algo más cómodo.

Castiel vio al humano desaparecer rápidamente. Se preguntaba si se estaba convirtiendo cada día que pasaba en algo parecido a un ser humano. Se suponía que por su condición de ángel no había manera de que comenzara a experimentar este tipo de incomodidades como aversión al sol, pero algo le decía que su escasez de gracia tenía que ver en eso. Terminó de hacer el café y de forma obediente (y sin plena consciencia de lo que estaba haciendo), se desprendió de los pantalones, las medias y los zapatos, quedando únicamente en ropa interior, además de la camisa, la cual comenzaba a desabrochar hasta que llegó Dean.

Algo hizo un "clic" en la mente del cazador cuando vio tremenda escena. ¡Castiel era un maldito pecado! Y lo peor de todo, es que este inocente ser lo miraba mientras se desprendía de la camisa, como si estuviera provocándolo con tremendo espectáculo. Tragó fuertemente a la par de que sintió como algo hacía presión en sus pantalones.

-¿Dean? -escuchó.

El ángel lo miraba confundido y algo avergonzado.

Sin decir palabra, se acercó a él rápidamente y puso bruscamente en sus manos la ropa que iba a prestarle. Quiso salir corriendo de ahí, pero el mismo chico tomó sus manos y sonrió.

-Gracias por prestarme de tu ropa, Dean... ¡Me encanta que seas atento conmigo! -dijo visiblemente (y tiernamente) emocionado.

Me encanta. Me encanta. Me encanta. Me encanta...

Sus circunstanciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora