Parte VI: Las circunstancias de Dean Winchester (parte II)

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Sam miraba a Dean moverse intranquilo de un lado a otro mientras trataba de concentrarse en encontrar un caso qué resolver. Ya llevaba casi un mes de ese modo y algo le decía que todo tenía que ver con Castiel. El día en que llegó de vuelta al búnker lo notó, como Dean no quería verlo, no quería comer, ni siquiera atender el teléfono y estuvo con esa actitud cerca de una semana. Mentiría si dijera que no había llamado a Cas para saber qué había pasado, pero tampoco obtuvo algún tipo de respuesta por parte del ángel. Pasada la semana, su hermano mayor salió de su habitación falsamente aliviado y haciendo sus actividades cotidianas tratando de sonreírle.

Menudo idiota, pensó Sam Winchester. Ahora se sentía impaciente e irritado mirándolo caminar de un lado a otro como una máquina leyendo el periódico mientras a duras penas parecía disfrutar de su hamburguesa favorita. Tenía que hacer algo o francamente se volvería loco soportando otro día más a Dean.

—Dean ¿puedes sentarte? Me irrita y marea verte caminando de un lado a otro...

—Es que es un día perfecto para hacer un poco de ejercicio...—dijo el mayor—. Creo que es hora de ser más proactivos ¿no crees?

Definitivamente, Dean se comportaba muy extraño.

—Encontré un caso en Wichita. Han informado sobre casos de hombres y mujeres jóvenes que desaparecieron y luego fueron encontrados casi sin sangre. Puede que sea un Djinn. ¿Qué piensas?

Dean no lo estaba escuchando, y mucho menos miraba el periódico. Se había quedado de pie mirando hacia la nada.

—¡Dean! ¿Me oyes?

No recibió ninguna respuesta, por lo que tuvo una idea, una muy mala idea.

—¡Cas, por fin estás aquí! —gritó efusivamente el menor.

Al escuchar ese nombre, Sam pudo ver el miedo y la vergüenza en la cara de Dean, quien inmediatamente corrió hacia su habitación y se encerró ahí, azotando fuertemente la puerta. Conmocionado se puso de pie y volvió a tomar su celular, insistiendo en llamar a su amigo el ángel.

Tampoco hubo respuesta, por lo que tuvo que tomar una medida desesperada. Solo esperaba que ambos lo perdonaran. Volvió a marcar el número de Cas, esta vez dejando un mensaje de voz, y se hizo sentir lo suficientemente desesperado para que el otro cayera en la trampa.

—Cas, disculpa que te moleste, pero Dean está muy grave. Fuimos atacados y mi hermano se está muriendo. ¡Te necesitamos! ¡Por favor, Cas!

Colgó. Se sentía entre culpable y orgulloso, hasta pensó que incluso sería un muy buen actor. Sonrió internamente cuando en menos de un minuto, un preocupado ángel hacía su aparición en el estudio.

—¿Dónde está Dean? ¿Qué le pasó? ¿Dónde lo hirieron?

Sam trataba de lucir acongojado, casi al borde de las lágrimas.

—Está en su habitación...Yo iré por unas cosas a la farmacia y necesito tu ayuda, por favor. No te separes de él...

Castiel arqueó una ceja.

—Sam, lo más responsable era llevarlo a un hospital. ¿Por qué lo tienes en el búnker?

Sam tragó duro. De acuerdo, se podía ir olvidando de su posible carrera como actor y su nominación al Oscar.

—Tú...me engañaste para venir aquí ¿verdad?

Sí, se había ganado un lugar asegurado en el infierno por su mentira tan cruel.

—Por favor, solo arreglen su desastre ¿sí? Ya no soporto ver a Dean fingiendo todo el tiempo que anda muy bien cuando ni siquiera sale de casa y se fuerza por sonreír. Cas, tú eres más maduro y centrado que él. Solo conversa con él ¿sí?

Sus circunstanciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora