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—¿Señora, le gustaria tomarse una foto con su...?

—Ahora no.

La mujer caminó a prisa de la mano de su hijo que llevaba un uniforme escolar, ambos ignorando al fotógrafo callejero.

San dejó salir un suspiro profundo. Esa mañana no tuvo suerte y quizá se debia a que el parque donde estaba, no era muy vistoso para una fotografia.

Ya era tarde y nisiquiera pudo ir a comer algo, pues antes queria ganar un poco de dinero, con aquella profesion que tanto adora y estudió, aunque en esos momentos nisiquiera podia solventar sus gastos.

Le puso la tapa a la lente de su cámara profesional que colgaba de su cuello y luego fue a levantar la maleta donde tenia una impresora portatil para sus fotografías.

—Umm... quizá si voy bajo el gran puente principal, pueda tomar unas buenas imágenes— Pensó en voz alta.

A veces podia vender las fotografias que subía a internet, de algunos sitios donde se podia conseguir buenas tomas, como los puentes colgantes, monumentos e incluso en lugares no muy agradables. Las fotografías artísticas muchas veces le habian dejado algo de dinero y ya que ese no parecia ser su día, iría a tomar algunas fotografías en otro sitio.

Tras caminar un buen tramo, llegó al lugar elegido. Pasó la cerca y bajó hasta el canal vacío del puente, donde solo habia un delgado hilo de agua sucia corriendo y algunos restos de basura.

A San no le importó pisar esos desperdicios e incluso malolientes, pues la vista del puente imponente era majestuosa con los rayos del sol apuntando en el lugar exacto. Con sus manos fijaba la toma que queria plasmar, se hacia para atras y a los lados hasta hallar un buen ángulo.

—¿Qué... es eso?

Mientras sus manos cuadraban la imagen que buscaba, sus ojos captaron un fenómeno increíble ocurriendo en el cielo.

Unas nubes agrupadas brillaron repentinamente en ese día soleado, como si estas se prepararan para soltar un trueno, pero no era nada de eso. De entre las nubes cayó un extraño ser blanco.

San estaba tan sorprendido que sus manos tomaron a prisa su cámara, pero sus dedos eran torpes y demoraron mucho en solo quitar la tapa de la lente y cuando lo consiguió despues de batallar en esa simple tarea, se puso la cámara frente al rostro para enfocarlo. Aunque fue tarde, pues el misterioso ser se desplomó en ese mismo canal a varios metros de donde él se encontraba.

Tan impactado como estaba, San miró a los lados, queriendo saber si mas personas habian visto lo que él, pero nadie se asomaba por las barandas.

Algo temeroso, avanzó hacia ese extraño objeto blanco y emplumado, que estaba tirado en un rincon del enorme canal.

Mientras mas se acercaba, mas podia advertir que no era un pedazo de satélite que quizá cayó del cielo o quizá un pedazo de meteorito o algo similar. No, lo que veía sus ojos era algo mucho mas maravilloso.

Pero lo que veía, era imposible... ¿Qué hacía un ángel tirado ahí?

San dejó a un lado el temor y fue a prisa a verlo de cerca. Tras girarlo y acomodarlo un poco, descubrió a un chico de suaves cabellos castaños y piel extremadamente suave, y el resto de su cuerpo era cubierto por unas fuertes alas que lo tenian como un capullo muy asegurado, pues gracias a las misma habia amortiguado su caída casi fatal.

—Oye... ¿Estas vivo?— San tuvo que palmearle el rostro con suavidad.

Tras intentar por varios minutos, finalmente obtuvo una reacción con un suave movimiento. Las alas dejaron su rigidez mientras su dueño se removía en reacción y luego sus ojos se abrieron.

Alas Rojas | SanSangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora