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La alada que vivía en el destierro, trató de cumplir la peticion de su amigo, asi que tras conseguir unos buenos frutos, las lavó y llevó en una canasta para obsequiarlos al pobre muchacho infortunado.

A lo lejos divisó la cabaña, silenciosa y vacía, nisiquiera el nuevo habitante le puso cortinas. Tras dar unos toquidos y llamarlo, no obtuvo respuesta.

—Mm, quizá haya ido a la laguna— Imaginó mientras esperaba ahí.

Aunque la curiosidad pudo mas y ella terminó ingresando a la cabaña. La encontró ensombrecida, las cosas del muchacho seguian en su equipaje y un par de envueltos estaban intactas.

La alada tenia un mal presentimiento, era obvio que Yeosang no pasó ahí los ultimos días y eso no estaba bien. Con mas prisa revisó todo, confirmando sus temores y tras llegar a la mesa, halló una nota con una suave capa de polvo.

Tras leerla, salió rapidamente y voló hacia unos centinelas que estaban a cargo de la vigilancia.

—¡Los parias tienen prohibido salir de aqui!— Uno de ellos detuvo a la alada.

Ella aun agitada y preocupada le estampó la nota en la cara.

—¡El hijo de Hongjoong no está!— Casi le gritó, pues se suponía que ellos debian haberlo notado.

🌬

Hongjoong suspiraba por enésima vez mientras trapeaba los suelos de las instalaciones del alto consejo, estaba extrañando mas de lo que recuerda a su hijo, el sentimiento era peor que cuando sabia donde estaba antes.

Miró sus manos y el trapo que sostenia, no le molestaba realmente limpiar ni le avergonzaba, era un trabajo, uno diferente al que solía hacer, pero al menos agradecía no seguir en prision o bajo tortuosos interrogatorios. Esa época habia sido traumante y le causaba calosfríos cada vez que lo recordaba.

Unos pasos veloces le hizo entornar los ojos, algunos alados a veces eran groseros pues pisaban los pisos lustrosos con sus pies manchados.

—¡Hongjoong!

El nombrado levantó la vista, notando recien que quien se acercaba era su mejor amigo.

—Mingi ¿Pasa algo?

—Algo terrible.

🌬

Hongjoong corría casi con los nervios destruidos tras oir de la desaparicion de su hijo. Se suponia que allí estaria seguro.

Tras salir de las instalaciones sus alas se impulsaron veloces con rumbo a Éter, su amigo apenas podía seguirle, ya que Hongjoong se ha impulsado y ha caido en picada, sus emociones lo hacian actuar y por ello su cuerpo actuaba lleno de adrenalina.

—¡¿Dónde está mi hijo?!— Exigió en un grito tan pronto como divisó a los centinelas.

Ambos no tenian por qué rendirle cuentas a un alado que fue degradado, pero Hongjoong tenia una reputacion que lo precedía, era de los pocos que realmente lograba intimidar cuando se enfadaba.

Su amiga tambien estaba ahi y tras verla controló su ira. Recibió en mano la nota, que tras leerla, le rompió el corazon.

—¿Tan desesperado estabas, como para dejarme solo?— Sollozó Hongjoong mirando la nota.

Tras su regreso al consejo, estos ya se habian enterado de lo ocurrido y estaban igual o mas preocupados que el padre.

Hongjoong ingresó a la sala donde el consejo se hallaba presente, ellos lo esperaban, pues debia tomar medidas importantes.

—Sé que ya lo saben, asi que les suplico que me autoricen ir a la tierra y buscarlo...

—Alto— Ordenó uno de los ancianos, callando al platinado. —Estamos en medio de una investigacion, un emisario que estuvo de mision allá, llegó hace poco y estaba a punto de informarnos lo que descubrió.

Alas Rojas | SanSangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora