Daniel
A media noche, cuando no se escuchaba moverse un alma ni dentro ni fuera de los pabellones, Kassandra y yo nos vamos escurriendo como dos sombras nocturnas más de los edificios hasta llegar a un tatami, difícil de distinguir en medio de la oscura penumbra.
Siento la adrenalina de lo prohibido recorriendo mis venas, pero aquí, caminando junto a ella, no me parece tan mal estar saltándonos las normas. Está claro que ambos estamos en la misma situación... hemos muerto y nos han traído aquí. Se supone que por algo que tenemos gracias a nuestros antepasados y que las pruebas que realicemos revelarán si somos dignos o no herederos de esas "cualidades" que dicen debemos tener. En realidad, los dos estamos muy desubicados. No sabemos qué va a pasar con nuestras vidas de ahora en adelante y necesitamos conversar con alguien en nuestra misma situación. Además, Kassandra me parece una chica divertidísima y es muy atractiva.
Cuando llegamos al tatami, nos agachamos y nos sentamos en el suelo. Está duro y frío, pero no podemos subirnos encima del tatami y levantar sospechas.
–¡Madre mía! Se nos va a quedar el culto helado –indica Kassandra que tira de mí y me sienta a su lado de un tirón. ¿Has traído algo de papeo?
–¿Perdona?
–Que si has pillado algo de comida que no sea la bazofia esa de colores que nos sirven en los comedores. Me muero de hambre... daría mi brazo derecho por comerme ahora mismo una pizza... ¡Dios qué ganas de hincarle el diente a algo comestible!
–Lo siento, no no llevo nada encima–, arqueo la ceja y apoyo la espalda en la base del tatami.
–Esos cabrones se comen la comida buena... a nosotros nos dejan ese mejunje multicolor que es una mezcla entre puré de patatas con sabor a toallas del báter.
–¿Sabes a qué saben las toallitas del ...?
–¡NO! Pero me lo imagino... debe saber muy parecido a la comida esa. Si es tan buena para prepararnos para las pruebas, ¿por qué diablos no se las comen ellos?
–Bueno, creo que no tenemos mucho tiempo, así que deberíamos empezar a compartir impresiones.
–Para el carro, bro. Ni siquiera me vas a contar algo de ti mismo... quiero saber más cosas sobre ti. No podemos empezar a compartir secretos si no tenemos cierta confianza...
–Está bien. ¿Qué quieres saber? –le pregunto distraído con su rostro. Mis ojos se están acostumbrando increíblemente a la oscuridad... a ver si van a tener razón los que dicen que esa comida es buenísima para nosotros...
–Háblame de ti. ¿Qué haces en tu vida normal? Tus padres, hermanos, dónde vives... lo típico.
La miro extrañado y sonrío.
–Aunque decías que esto no era una cita ... a mi me lo parece un poco, ¿no?
–¡Tú flipas! Más quisieras, chaval... anda, cuéntame algo sobre ti.
–Pues hay o bueno, había poco que contar. Yo creía ser un chico normal...
–Toma, y yo... una chica del montón, pero ahora resulta que no, que mi padre, al que no he visto en toda mi vida era un tipo raro del que todos estos hablan...
La miro y sonrío. No sabe estar callada.
–Vale, perdón, estabas contando tú.
–Mi madre desapareció cuando yo tenía ocho años. No recuerdo bien qué ocurrió, pero sé que ella jamás me abandonaría. Tampoco creo que esté muerta... nunca encontraron su cuerpo. Además, desde niño tengo una horrible pesadilla recurrente con lo que pasó ese día. Nunca he descubierto nada nuevo, sin embargo, desde que he llegado aquí, parece que el sueño ha empezado a avanzar.

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Alas Negras
Fantasy¿Puede el amor desafiar el destino del bien y los planes del mal? Kassandra y Daniel son un chico y una chica normal, aparentemente. Sin embargo, los secretos de sus respectivas familias les han mantenido oculto los seres tan especiales que son. Ka...