12. Hijo del cielo

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12. HIJO DEL CIELO

Daniel.

Era de noche cuando desperté de nuevo. La doctora Kate estaba en la habitación, dormitando en un incómodo sillón del dieciocho. Al oír que me despertaba, se acercó rápidamente. Yo sólo esperaba no haber roncado demasiado.

—¿Qué tal? ¿Te encuentras mejor? —preguntó alarmada por mi pálido aspecto. Ahora al mirarme al espejo, mi piel parecía transparente, daba la sensación que el líquido del suero podría verse abriéndose camino por mis venas y arterias por debajo de la piel. Normalmente no tenía tan mal color, pero ahora, parecía un muerto viviente, en vez de un muchacho de veintiún años.

—Creo que tengo fiebre o algo. Siento frío a pesar de estar ardiendo. Creo que voy a caerme de la cama si no dejo de tiritar —respondí mirando la cara afable de la doctora.

—No te preocupes, te hemos inyectado un acelerador metabólico para que tu cuerpo esté al cien por cien. El entrenamiento empezará pronto; tu cuerpo y tu mente deben estar del todo preparados, así que no te preocupes, la temperatura de tu cuerpo ha subido vertiginosamente, pero a partir de ahora comenzará a bajar y verás como te sientes mejor —. Se dirigió entonces hacia la puerta con paso calmado, cómo si hubiese recordado algo, al girarse el brillo de sus ojos la delató refiriéndose al profesor Saduj.— El profesor me pidió que le avisase cuando estuvieses despierto. Por lo visto estabais en mitad de una conversación importante cuando te dormiste.

Acto seguido la enorme puerta volvió a aislarme del mundo exterior. Recordé la conversación con el doctor y no podía creerlo. Yo, Daniel Crescent tenía un lado oculto, era especial... sin embargo, había estado viviendo como un chico más. Me moría de ganas por sonsacarle qué diablos se suponía que era yo. Quería averiguar qué clase de bicho raro era yo dentro de ese ajedrez de criaturas sorprendentes que formaban parte de ese lugar.

La puerta se abrió y una figura familiar en batín de seda natural verde se deslizó por el hueco de la puerta.

—Veo que ya estás de nuevo entre nosotros. La doctora Catherine me ha suplicado que no provoque demasiado nerviosismo a su paciente. Haré lo que pueda. Pensamos que sería mejor proporcionarte un acelerador para que tengas una pronta mejoría. Mañana mismo podrás incorporarte al adiestramiento. Has llegado algo tarde, y los demás candidatos del diaberum te llevan ventaja. Recuerdo dónde dejamos nuestra conversación. No te preocupes te lo contaré, pero todo a su debido tiempo. Verás, resulta que como te expliqué antes, cuatro de los arcángeles que han sido enviados para proteger la parte del libro que está en poder de los hombres han desaparecido. Es decir, nadie tiene pruebas físicas de que han desaparecido, pero el resto de los seres celestiales ya no sienten su escena.

— ¿Qué es su escena?

—Daniel, la escena de un alas blancas es su aura, alma, energía o como quieras llamarlo. Como iba diciendo —prosiguió Saduj con mirada recriminatoria, harto de mis interrupciones— los arcángeles, los guerreros más valientes y preparados dentro de nuestro clan, no son detectados, ni ellos ni sus teblos. Los teblos, se apresuró a explicarme antes de que intentara abrir la boca de nuevo, son los objetos mágicos de lucha que cada arcángel tiene desde su nacimiento y que sólo se manifiesta cuando verdaderamente lo necesita. Por tanto, pensamos que estos alas blancas han sido eliminados por los alas negras. Después de lo sucedido contigo y con tu padre, parece lógico pensar que los alas negras están pensando en hacerse con las cuatro partes de las crónicas para comenzar una terrible guerra de nuevo. Estamos seguros que los alas negras están cazando uno a uno a todos aquellos enemigos que pueden plantear una seria amenaza en su empeño por unir las páginas de tinium del volumen de las crónicas del fin del mundo. Tu madre era una poderosa alas blancas, tras su desaparición, habrán rastreado tu existencia y por eso han ido a por ti. Temerán que el poder de tu madre haya podido pasar a ti. Es por eso que debes superar cuanto antes el diaberum y pasar el inquisitio; hasta que no tengas tus alas estás indefenso. Como humano eras un ser prescindible más. Por eso, todos insistimos en que tu padre debía haberte entregado hace años... en la Impenetrable habrías estado seguro.

—Eso quiere decir que yo debo ser una amenaza seria para esos seres, si me estaban buscando desesperadamente...

—Exacto. Estamos seguros de tu potencial porque sin transformarte, sin tus alas, has sido capaz, sin saber cómo, de aniquilar a dos demonios rojos tú sólo. Seguramente, algo parecido a un teblos te protegió, pero ni siquiera pudiste darte cuenta que había estado allí todo este tiempo. Probablemente seas el candidato más poderoso en este Diaberum. Pasarlo es un trámite más. Pero hay que pasarlo. Deberás mezclarte con los demás candidatos y aprender de ellos y con ellos; a parte de lo que Radgüll, que será tu entrenador y yo mismo, tu protector, te enseñemos.

—Pero, ¿cuántos de esos guerreros-arcángeles quedan vivos para ayudaros? —Pregunté incorporándome en la cama.

—Haces demasiadas preguntas que ya serán respondidas tras tu entrenamiento y cuando consigas tus alas. Ahora descansa. Mañana empieza lo duro.

Alas NegrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora