CAPÍTULO 002

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───────• § •───────

『 S C A R L E T T 』

Intento mantener el ritmo de los apresurados pasos de Roma, mientras me lleva a rastras hasta las puertas del Night Club. Después de tres horas, consiguió sacarme fuera. La música escapa de la edificación y las luces coloridas rebotan en las lentejuelas plateadas del vestido que lleva mi mejor amiga. A medida que vamos avanzando hasta adelante, dejando atrás la larga fila, comienzo a arrepentirme de haber aceptado esto, en lugar de quedarme en la comodidad de mi departamento, viendo series o leyendo algún libro.

Además, me preocupa mi auto. Lo dejé sólo y desamparado en medio de los suburbios.

—Roma, no creo que sea buena idea...

El alcohol y yo, no somos muy buenas amigas.

—Claro que lo es. ¡Hay que divertirse, mujer!

Resoplo, cruzando los brazos bajo mis pechos mientras la observo ponerse de puntitas para decirle no sé que, al grandullón que custodia la entrada.

Segundos después, ladea la cabeza en mi dirección y sonríe como niña chiquita, señalando el interior del local con un ademán, haciéndome rodar los ojos.

Será una larga noche.

La música me ensordece y las luces me ciegan en cuanto cruzamos la entrada, achino los ojos intentando que estos se adapten a las luces parpadeantes y dejo que Roma me guíe entre la multitud. Pasamos entre empujones hasta llegar a la barra y puedo jurar que más de una mano apretujó alguna parte de mi cuerpo.

—Por poco me tocan el alma —menciono, sentándome en uno de los taburetes.

Asiente, imitando mi acción.

—Por un momento me sentí como fruta de mercado —ríe inclinándose sobre la barra.

Su ocurrencia me saca una leve carcajada. Creo que puedo disfrutar un poco de la noche y olvidarme de todo un rato. El trabajo, Mike, la reunión que mañana tengo con mamá, todo puede irse a la mierda en este momento.

Un hombre de no menos de treinta años, bastante guapo a decir verdad, del otro lado de la barra, se acerca e inclina hacia nosotras.

—¿Qué desean beber, señoritas?

Con un ademán le indico a Roma que ella escoja.

—Vodka para las dos.

El hombre asiente, procediendo a servir nuestras bebidas. Poco después, coloca dos vasitos de shots delante de nosotras y sonriéndome, se aleja. Roma lo nota, por lo que sube y baja sus cejas haciéndome negar lentamente. No está feo, pero tampoco es mi tipo.

—Brindemos —dice agarrando el suyo. Imito su acción— Por tu soltería y por qué...porque sí. Salud.

Riéndo chocamos los vasitos y nos los bebemos de golpe, provocando que cierre los ojos emitiendo un gruñido debido al fuego que baja por mi garganta. Roma sacude la cabeza carraspeando, bajando el vaso en la barra de golpe.

—¡Otro!

—Cuidado y no se te suba que no pienso lidiar con tu culo ebrio —advierto divertida, dejando también mi vaso sobre la barra.

El hombre nos vuelve a servir y alejarse atendiendo a otros clientes.

—Shhh. Relájate, mujer. Diviértete, embriagate y quien sabe —se detiene y me sonríe con picardía acercando el vaso a sus labios—, follate a algún desconocido.

© 𝐷𝐸𝑆𝐸𝑂𝑆 𝐼𝐿𝐼𝐶𝐼𝑇𝑂𝑆 [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora