CAPÍTULO 007

65 7 9
                                    

───────• § •───────

Marzo 25, 2017

—¿Segura que estarás bien? 

Pregunto por enésima vez a mi semidesnuda mejor amiga mientras termino de preparar mi bolso de mano. Al despertar le platiqué acerca del viaje que haría y de que aceptaría la estadía temporal en casa del prometido de mi madre, y Roma aceptó quedarse al cuidado de mi apartamento en ese tiempo. Prácticamente vive aquí por lo que ya tiene muchas cosas suyas por todas partes. 

—Que sí, pesada —. Rueda los ojos enfundandose en un vestido floreado. 

Tomo mis cosas saliendo de mi habitación con ella siguiendo mis pasos. 

—No hagas nada estúpido ¿oíste? Y por lo que más quieras, no te metas a mi cocina —volteo encontrandola haciendo muecas, remedandome. 

Ruedo los ojos cuando esconde las manos a sus espaldas y se pone derecha sonriéndome inocente. 

—Hablo en serio. Pide a domicilio, no quiero volver y encontrarte intoxicada por tus inventos o calcinada con todo y edificio —la señalo.

Rueda los ojos.

—Sí, mamá. 

Reprimo una sonrisa cuando cruza sus brazos. Dejo mis cosas cerca de la puerta, y voy a la cocina en busca de una barra de granola, cuando la tengo en mano me doy la vuelta con el entrecejo ligeramente hundido viéndola apoyada en el marco de la puerta. 

—¿Y si mejor no voy? —reflexiono—. Tal vez si…

—No, no, no —repite caminando rápidamente para tomarme del brazo y halar de mí—. Vete ya, Scarlett Callen, o van a dejarte. 

Me empuja hacia la puerta con mis cosas.

—Es que…

—Nada. 

Ruedo los ojos cuando me abre la puerta y me entrega mi copia de llave del perchero, cuelgo mi bolso en mi hombro y con maleta en mano salgo —no sin antes recibir un fuerte azote en el culo de parte de la loca que cierra la puerta entre carcajadas—.  Suspiro, moviéndome hacia el elevador y cuando me doy cuenta, ya he llegado al primer nivel. Me dirijo al estacionamiento y encontrando mi coche, subo mis cosas a los asientos traseros, montándome luego para emprender mi recorrido.

Una hora y media después, me encuentro inmóvil frente a la casa de Gael, con la vista fija en la puerta y la llave aún puesta. «Las dos sabemos que haces esto por el hermanito de papi y no por mamá». Sacudo la cabeza para apartar esa molesta voz que sirve para nada. Molesta, tomo mi teléfono y sacando la llave del contacto, salgo del coche cerrando la puerta con más fuerza de la necesaria, caminando hacia la puerta principal. Respiro hondo antes de levantar la mano y darle unos golpes con los nudillos a la madera. 

Espero con la brisa fría revolviendo mi pelo, me abrazo a mi misma mordisqueando mi labio inferior, y meciéndome sobre mis talones me replanteo la idea de irme. 

Mi ritmo cardíaco aumenta cuando se abre la puerta.

Mi madre me observa con una mezcla de emoción y curiosidad mientras se recarga en el marco de la puerta, de brazos cruzados. Una de sus cejas se elevan cuando mira hacia abajo, bajo la mirada a mis pies en busca del defecto y la vuelvo a ella. 

—¿Y tus maletas? 

Mi ceño se frunce.

—En mi auto —menciono confundida.

—Oh —sus brazos caen a los lados cuando se endereza y me enseña los dientes cuando sonríe—. Creo que, olvidé decirte que todos iremos en el mismo vehículo para que no haya dificultades.

© 𝐷𝐸𝑆𝐸𝑂𝑆 𝐼𝐿𝐼𝐶𝐼𝑇𝑂𝑆 [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora